CAPITULO
4º
La
casa de sus sueños
Cómo
he mencionado, Michael era bastante claro sobre lo que quería.
Él
recordaba haber filmado un video con Paul McCartney (Say say say) en un rancho que tenía una
maravillosa casa principal de estilo Tudor inglés. El rodaje no fue bien, y
finalmente tuvieron que abandonar la propiedad porque el equipo de Paul
McCartney no obtuvo el permiso de la propiedad por adelantado. Pero Michael
recordaba ese maravilloso lugar y quería algo así.
Mi
primer paso fue investigar todos los ranchos nacionales y encontré que había
solo tres que satisficieran sus parámetros; uno de ellos estaba en el condado
de Santa Bárbara, situado en el Valle de Santa Inés.
Una
vez que descubrí su localización, aún no sabía cómo llegar hasta allí. Eran los
tiempos anteriores al GPS y algunas carreteras secundarias no tenían
señalización. Llamé a un agente local; T. Hayer de Santa Bárbara, quién, como
supe más tarde, coincidió que era un empleado del dueño del rancho, Bill Bone.
Un
colega agente, Paul, contestó al teléfono y dijo, “Ayer estuve en este rancho
en la caravana de nuestros agentes. Solo lo hemos inspeccionado pero no está
registrado. Cualquier posible prospección de compra tiene que ser registrada y
aprobada por el dueño.”
Con
esos requerimientos, pensé que mejor veía previamente el rancho antes de
mencionárselo a Michael. Paul estuvo de acuerdo y se ofreció a guiarme hasta el
rancho y yo le seguí desde Santa Bárbara hasta el Valle de Santa Inés. Llegamos
a la puerta principal, que estaba sin señalizar, y todavía nos quedaban tres
millas antes de llegar a la casa principal, (4.8 km.). El rancho, conocido como
Rancho del Valle del Sicomoro, estaba situado en un valle de suaves colinas con
50.000 robles en la propiedad así como una profusa cantidad de sicomoros.
Cuando
alcanzamos la casa principal situada en un terreno de 32 acres, (129.500m2), yo
estaba estremecida con lo que veía. La casa era fantástica. Me parecía un
castillo. Era un diseño estilo Tudor inglés: dos plantas y 1.300 m2! En las habitaciones
de la casa principal no había dos techos iguales, ni tampoco ningún suelo era
parecido a otro. Cada habitación era un exquisito trabajo artístico,
completamente diferente de la siguiente habitación, y de la siguiente. Fue
específicamente diseñado de ese modo por Bill Bone y su esposa, con la ayuda de
sus decoradores y arquitectos. En esencia era un palacio, el cual había sido
construido por Bone para su esposa e hijos. Creó un paraíso especial para su
familia.
Otro
detalle que debo mencionar: Michael Jackson había estipulado que su lugar ideal
debía tener ciervos. Sycamore Valley Ranch estaba unido al Parque Nacional de
los Padres, hogar de numerosos ciervos, que bajaban a comer geranios alrededor
de la propiedad. De hecho, los geranios estaban plantados en realidad para
atraer a los ciervos, que, aparentemente, encontraban estas flores
irresistibles. (Como después pude experimentar, era completamente mágico verles
saltar a la luz del amanecer, o del atardecer, cuando bajaban del bosque a
comer.)
Me
quedó claro que este era el lugar que Michael Jackson llamaría su hogar.
El
dueño del rancho, Bill Bone, era el promotor inmobiliario del PGA West Resort
en Palm Springs. Él y su esposa se habían conocido en la Universidad de
Stanford y mientras estaban aún en la universidad, Bill hizo un dibujo de la
mansión, la casa de sus sueños, para la que sería su esposa y le prometió que
la construiría para ella cuando se convirtiera en constructor. Y lo hizo.
Le
llevó cinco años, trabajando tres días completos a la semana, completar los
interiores. Bill fue nombrado el constructor de la década en California en
1988, y ha recibido los más altos honores por sus muchos logros, lo que incluye
la promoción de un buen número de comunidades residenciales y campos de golf.
Desafortunadamente,
en ese momento, Bill y su esposa estaban en proceso de divorcio, y la venta de
la casa era parte del acuerdo. Bill se sentía destrozado por esto y a veces
lloraba abiertamente, las lágrimas le caían por la cara. Pero Bill sabía que
iba a tener que vender su hogar y tenía sentimientos encontrados sobre ello.
En
orden a una posible visita para ver el rancho, Bill tenía unos requerimientos
estrictos. Quería verificar que el posible comprador pudiera permitirse comprar
la propiedad y requirió dos declaraciones de impuestos para verificar los
ingresos. Yo sabía que esta sería una complicada transacción para cualquier
comprador, pero no tenía idea de cuánto tiempo llevaría finalizar el trato,
porque este tipo de largas transacciones tienen que salvar numerosos
obstáculos.
El
primer paso a dar era hacer que Michael visitara el rancho y ver si ese lugar
era aquel que él recordaba.
Cuando
le dije a Michael que había encontrado un rancho de, al menos, 2.700 acres, (11
km2), que pertenecía al, entonces, hombre más rico de California, sus ojos se
abrieron de par en par y no pudo esperar a verlo.
Estaba
en proceso de finalizar los acuerdos pero tenía muchos obstáculos que salvar,
debido a los estrictos requerimientos del propietario. Tuvo que firmarse una
completa declaración en un formulario de registro de cliente, junto con copias
de declaraciones de ingresos que dieran fe de que el comprador estaba
cualificado para comprar el rancho.
Bill
Bone preguntó muy seriamente, “¿Quién es el hombre misterioso que quiere
permanecer en el anonimato mientras inspecciona mi rancho de 35 millones de
dólares?” Él había rechazado abrir el rancho hasta que fuera asegurado que su
propiedad (la cual contenía alrededor de tres millones y medio de dólares en
mobiliario y obras de arte) estaría a salvo. Aportando este seguro sería
difícil que declinara registrar el nombre de este extraño enmascarado.
Como
de costumbre, yo estaba en medio, haciéndolo lo mejor posible para presentar a
Michael Jackson al señor Bone, quien finalmente accedió a abrir el rancho
después de que Michael me diera permiso para registrar su visita personal.
Todavía, tenía que preparar a Bill Bone para trabajar juntos en la conclusión
exitosa del trato.
Algunos
días después, Michael y yo hicimos preparativos para visitar el rancho y hacer
el viaje en coche con muchas paradas a lo largo del camino. Casi fui el
afortunado chófer. Bill Bray debía haber estado allí para llevarnos, pero cuando
llegué a las 8.30 no había llegado todavía y Michael tenía el aspecto alicaído
como si hubiera estado llorando toda la noche.
Mi
relación personal con Michael era muy cercana y privada. Él sabía que podía
confiar en que lo que discutiéramos sería confidencial. Estoy segura de que
había estado llorando y trataba de ocultármelo.
“Oh
Michael, ¿qué pasa?”, le pregunté mientras le daba un abrazo. “Sabes que
cualquier cosa que tú y yo hablemos se quedará entre nosotros.”
Michael
suspiró y respondió. “Gloria, por favor no dejes que nadie sepa que estoy
mirando ranchos, especialmente a los propietarios de agencias inmobiliarias. Ni
una palabra a la prensa. Mucha de la gente de mi entorno tampoco debe saberlo.
Este es un secreto especial entre tú y yo. A pesar de que se que esto lo hará
más difícil, sé que puedo confiar en ti. ¿Harás todo lo posible para
encontrarme el rancho antes de irme a Japón?”
“Sí,
Michael, tu felicidad es muy importante para mí,” le dije, “!Porque te quiero
como a un hijo!, verás el rancho de tus sueños antes de irte a Japón de gira.”
Le
sonreí mientras me miraba profundamente a los ojos mientras pienso que trataba
de calibrar mi compromiso. Finalmente, Bill Bray llegó jadeando, secándose la frente
y nos pusimos en marcha.
Cuando
llegamos al rancho, T. Hayer estaba allí para abrírnoslo. No pareció reconocer
a mi cliente y comenzó a enseñarnos los alrededores. Primero, a pesar de estar
ansiosos por ver el interior de aquella fabulosa mansión, nos condujo alrededor
de la propiedad en un vehículo de cuatro ruedas. Cuando finalmente llegamos a
la casa, difícilmente podíamos creer lo que veían nuestros ojos. La casa tenía
enfrente un lago artificial de seis acres y medio. A la entrada de la casa se
accedía a través de un largo puente que era una imitación del Puente de
Londres. ¡Michael estaba tan emocionado! No podía parar de abrazarme.
La
casa tenía treinta habitaciones incluyendo siete dormitorios, cada uno de los
cuales tenía su propio cuarto de baño. Antes de nuestra visita, pedí a Bill
Bone que pusiera unos bonitos ramos de flores frescas en cada habitación. Cada
habitación tenía una clase diferente de flores puesto el énfasis en un solo
color o en una especial clase de flor exótica. Eso eran muchas flores y costó a
Bill muchos miles de dólares, pero Michael adoraba las flores y el hecho de que
estuvieran allí para “darle la bienvenida” lo hacía completamente diferente
para él. Estaba en el séptimo cielo.
La
casa estaba decorada con arte elegante y hermoso, importado de todos los
rincones del mundo. Un gran piano Bösendorfer había sido importado desde Viena
y montado en el interior de la casa. Michael no pudo esperar para probarlo. Se
sentó inmediatamente y empezó a tocar, cantando “I Can´t Stop Loving You.”
El
cuarto de los niños que conectaba con la segunda planta tenía una zona en la
que dar clase a los niños, donde podían entretenerles y enseñarles. Vimos un
gran disfraz de bruja con un sombrero negro colgando de un enorme bulto en un
rincón. Michael decidió ponerse el sombrero negro de bruja y quitó la capa del
maniquí que resultó ser un esqueleto. Michael gritó encantado. Le encantaba el
terror gore y los monstruos, su tema favorito en las películas de terror. (Sus
favoritas eran aquellas antiguas películas de hombres lobo donde el hombre se
convierte en lobo.)
Michael
estaba muy feliz. Ahora ya sabía lo bien que lo iba a pasar en aquella sala de
juegos.
Despues
preguntó si la casa estaba encantada. Le dije, “Bueno, ¿la comprarías si lo
estuviera?”
Él
se rió, “Por supuesto que lo haría. Me gustaría saber por quién está
encantada”.
Le
dije, “Por nadie. Bill Bone construyó esta casa para su familia desde la nada,
así que no hay fantasmas que vengan con la casa. Pero te buscaremos uno si lo
quieres. Plantaremos un fantasma para que pueda perseguirte.”
Michael
reía y reía. Tenía un gran sentido del humor. Entonces imitó a los espectros de
Halloween y sacudió una sábana blanca como Casper el fantasma, ¡boo, boo! Y
todos nos unimos a la diversión en aquella enorme sala de juegos jugando al
escondite.
En
aquella primera visita al rancho pasamos horas dentro de la casa. Estaba llena
de sorpresas, todo era extraordinario, y terminó llevándonos todo el día
inspeccionar apropiadamente la casa principal. Incluso entonces, no pudimos
verlo todo, dejando a un lado las otras cinco residencias de la propiedad, las
casas de los empleados, oficinas administrativas, diez garajes (todos con
acabados interiores para que el espacio pudiera ser utilizado para fiestas).
Sin mencionar la piscina de 54 metros, las pistas de tenis, el campo de golf
privado, los 929.000m2 de espacio de recreo alrededor de la casa con una bodega
conteniendo una fabulosa colección de vino, ¡todo ello como parte del trato!
Michael
era muy detallista y práctico. Tenía muchas preguntas para ser contestadas y
quería saber el fondo de todo. No era un cliente relajado en absoluto. ¡Era
parte activa! Tenía una maravillosa memoria y si yo olvidaba contestar alguna
pregunta, él rápidamente me la recordaba.
En
mi tercer viaje al rancho del Valle del Sicomoro, mi hermana Lita, mi prima
Deanna y yo, condujimos allí desde Encino. Fuimos allí para dar la bienvenida a
Michael, quién llegó en helicóptero desde el aeropuerto de Van Nuys. Trajo con
él un séquito, su abogado, John Branca, su manager personal, Frank DiLeo y su
seguridad personal, Bill Bray, para presentarles el rancho de sus sueños.
Bill
Bone tenía una vía y una pista de aterrizaje especial para pequeños aeroplanos
y helicópteros y no quería que nadie aterrizara en ningún otro lugar. Mi
hermana Lita, Deanna y yo estábamos allí para esperar el helicóptero y así es
como recuerda mi prima ese día.
“Me
preguntaron si me gustaría salir al campo y esperar el helicóptero que traía a
Michael. Nunca había conocido a tan alta celebridad antes, y mucho menos verla
llegar en un helicóptero. Cuando salieron del helicóptero, Michael salió hacia
nosotros para saludarnos. Se acercó a mí, estrechó mi mano y me preguntó mi
nombre con una tímida voz. Yo estaba sorprendida por lo amable que fue y por el
hecho de que se tomara tiempo para hablar con cada uno de nosotros y estrechar
nuestras manos.”
Lo
que sí sé y otra gente no conoce es que Michael Jackson era extremadamente
espiritual y religioso. Fue este mismo día en que Michael compartió conmigo el
lado más íntimo de su vida mientras caminamos cogidos de la mano sobre
gorgoteantes riachuelos, rocas y troncos, algunas veces saltando además de
paseando. Cuando nos sentamos para descansar unos minutos, Michael bajó la
cabeza en señal de oración y me pidió, “Gloria, ¿podrías rezar la oración del
Señor conmigo, por favor?”
Mientras
cualquier otro estaría corriendo alrededor y haciéndole un montón de preguntas
al encargado del rancho, nosotros nos sentamos tranquilamente y rezamos.
Rezamos juntos sobre cada estructura de la propiedad.
El
resto de la jornada estuvimos explorando la propiedad, quisimos saber los
metros cuadrados de varios edificios y cada detalle de los dos pisos de 929m2
de la casa de recreo adyacente a las pistas de tenis, la piscina y una cascada
de 33 metros de altura. Nos llevaron a la bodega en el sótano bajo la casa de
recreo para conocer la extraordinaria colección de vinos que Bill Bone había
adquirido.
Michael
y yo tranquilamente observamos el comportamiento de todos ellos y nos mirábamos
el uno al otro mientras saboreábamos cada momento. El dueño, Bill Bone, estaba
enseñando amablemente al séquito de Michael su creación, actuando como un
gentil anfitrión, y ofreciendo comida y bebidas.
Bill
Bray estaba observándome atentamente. Él había sido empleado por los Jackson
para cuidar de Michael desde que éste era cantante principal de los Jackson
five, y había cuidado de Michael mientras crecía. A pesar de que ahora era
director ejecutivo en MJJ Producciones, todavía cuidaba de Michael, y parecía que
no quería que nadie se acercara demasiado a él. Entonces me di cuenta de que
todo aquel que trabajaba para Michael parecía estar molesto porque él confiara
en mí.
Finalmente,
decidimos que tendríamos que pasar más tiempo allí para investigar y explorar
todo a fondo. Bill Bone gentilmente accedió a dejarnos pasar una semana en la
propiedad, así que nos marchamos y organizamos volver en unos pocos días.
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