King!

King!

viernes, 27 de septiembre de 2013

¿¿Crees que los sueños son posibles?? Yo sí y esta historia lo demuestra una vez más…

Este tipo de historias son las que me gusta compartir con todos ustedes, historias donde los mismos fans son los protagonistas y nos transportan a querer vivir y experimentar sus vivencias. 
Cada uno de nosotros los verdaderos e incondicionales fans Michael Jackson somos privílegiados ya que él llego a nuestras vidas quizás en momentos difíciles, felices o de manera casual como a Mí me pasó. Esta historia la relata una chica ya que quizás nunca imagino que su sueño se hiciese realidad.

                                                                     ¡PELLÍZCAME!


                                               Por Marina Dobler, Alemania

¡El avión despegó! Y con cada segundo que ascendía más alto en el aire, nuestra emoción se disparaba sincronizadamente a unos nuevos niveles todavía desconocidos. Sí, ¡lo hicimos de nuevo! Íbamos de camino hacia Michael y esta vez estábamos atravesando medio planeta para verle. Sentíamos que con cada milla que el avión avanzaba, no solo nos llevaba más cerca de él si no también más y más lejos de nuestra rutina diaria. Era un sentimiento maravilloso, mágico e intrépido. Tantas semanas de preparación que quedaban tras Sonja y mía, tanta emoción dentro nuestra y quién sabe cuántas aventuras ante nosotras.

Incluso aunque habíamos viajado bastante para ver a Michael en los años anteriores, el hecho de que esta vez estuviéramos viajando a California, su casa, era muy novedoso para nosotras y más emocionante que cualquiera de los otros viajes. Solo con la oportunidad de llegar a ver todos esos lugares con nuestros propios ojos, de los que solo habíamos leído en libros y revistas, ya era un sueño hecho realidad y se suponía que era lo máximo. Nos la habíamos arreglado para conseguir entradas para la “Fiesta del 45 cumpleaños de Michael Jackson” en el teatro Orpheum de Los Ángeles y si todo iba bien, incluso llegaríamos a ver a Michael allí. Estábamos tan entusiasmadas y más allá aún, pero también nos sentíamos un poco tristes y raras porque nuestros otros amigos no habían podido unirse a nosotras esta vez. Simplemente la distancia era demasiado abrumadora. Pero prometimos contarles todo una vez que volviéramos y por eso, llevábamos un diario de viaje con nosotras.

Las 14 horas de vuelo nos dieron a Sonja y a mí suficiente tiempo para reflexionar sobre nuestras pasadas experiencias como fans de Michael Jackson. De alguna manera se sentía como si todo estuviera escrito. Yo descubrí a Michael en un momento de mi vida cuando me sentía sola e incomprendida, un periodo difícil llamado adolescencia. Leyendo sobre él y su vida pasada, me mostró que no estaba sola con mis problemas. Incluso alguien tan asombroso como Michael Jackson tuvo que experimentar esa clase de sentimientos y solo saber eso ya me ayudó muchísimo. Pero su poderosa música y sus letras me dieron la fortaleza que necesitaba para continuar y encontrar mi propio camino. Era mi ancla en el mar de mis inseguridades, mi guía a través de la jungla de mi confusión y mi consejero en la búsqueda de valores en mi vida.

Pero incluso llegó a ser mejor unos años después, cuando encontré mucha gente que era como yo y que también eran fans de Michael. Pensaban lo mismo, sentían lo mismo y pronto tuvimos la sensación de que ya nos conocíamos los unos a los otros desde hacía años. Desde ese momento en adelante, el mundo dejó de ser tan grande, las metas no estaban tan lejanas y los sueños no eran tan difíciles de alcanzar. No importaba en qué parte del mundo estuviéramos o en qué circunstancias: estar frente al hotel de Michael en mitad de una noche helada o en medio de toda la conmoción del 11 de septiembre en Nueva York. Dondequiera que estuviéramos juntos, nos sentíamos seguros porque nos sentíamos en casa. Supongo que eso es lo que la gente llama almas gemelas y estoy tan agradecida de haberlas encontrado a través de Michael…

“Señoras y señores, estamos aproximándonos al Aeropuerto Internacional de Los Ángeles”. El anuncio del capitán nos sacó de nuestros sueños y bruscamente nos catapultó a la realidad. Pero ¿cuál era esta realidad? Parecía más un sueño, ¡un sueño hecho realidad!


EL DIARIO

Jueves, 28 de agosto de 2003

¡Qué día! Lo primero que hicimos por la mañana fue recoger nuestro coche de alquiler e ingeniárnosla para conducir desde esta enorme ciudad hasta el Valle de Santa Ynez. Estábamos bastante nerviosas. Esas autopistas de siete carriles y todos esos atascos de tráfico hicieron que nos quedáramos en blanco. Gracias a la increíble habilidad de Sonja para leer mapas, valientemente nos las arreglamos para salir de ese caos. Una vez estuvimos fuera de L.A. fuimos verdaderamente recompensadas con una impresionante vista del infinito Océano Pacífico próximo a nosotras y un cielo sin nubes profundamente azul sobre nuestras cabezas. Eufóricas y emocionadas, navegamos por la autopista 101 con la música de Michael a todo volumen. “You rock my World, you know you did…”. Afortunadamente nadie podía oírnos cantar. ¡Nos sentíamos tan libres, tan ilusionadas, tan felices y dichosas! ¿Puede ser la vida mejor?

Con “Let me show you, let me show you the way to go…” nos fuimos acercando a Santa Bárbara. Era difícil no distraerse demasiado por nuestro estupendo buen humor y las canciones pegadizas, pero después de todo aún teníamos que encontrar la salida correcta de la autopista para llegar a Neverland, que estaba bastante lejos de la carretera principal. Una vez que la dejamos, condujimos por colinas, a través de valles y puentes y pasamos el azulísimo Lago Cachuma antes de que llegáramos a ver un cartel que decía “Figueroa Mountain Road”. Cuando nos metimos en esta sinuosa y bacheada carretera, casi no podíamos contenernos. “¡Casi estamos allí!” grité. Nuestra emoción se incrementaba a cada segundo que nos acercábamos a casa de Michael




“¡Para!” gritó Sonja, “¡Está ahí! ¡Incluso hay algunos fans!” ¡Qué vergüenza! ¡Nos habíamos pasado unos 50 metros de la puerta! Queriendo no atraer demasiado la atención de los pocos fans que ya había esperando en la sencilla y totalmente discreta puerta de madera, hábilmente giramos nuestro coche y aparcamos. Totalmente entusiasmadas por dentro pero aparentando toda la tranquilidad posible externamente, paseamos hacia los otros fans y les saludamos. Reconocimos unas pocas caras de otros viajes que habíamos hecho e inmediatamente empezamos a relajarnos.

“Así que ¿esto es Neverland?” pregunté todavía un poquito incrédula mientras mirábamos hacia las vallas de madera con las vacas de pastoreo sobre las mullidas y casi secas colinas entre enormes y viejos robles y una pequeñita caseta de vigilancia cerca de las puertas de madera. Así no era como había imaginado que sería. “Sí” dijo uno de los fans que esperaban “pero esto es solo la puerta exterior”. Sin embargo, antes de que pudiéramos preguntar más, una indefinida emoción creció entre los fans: una mujer con uniforme se acercó y nos habló “¡Ok, que todo el mundo se aparte del camino!”. Solo entonces vimos un Rolls-Royce negro acercándose a las puertas desde el interior. Sonja y yo contuvimos la respiración. Lentamente, la puerta se abrió y los 20 o más fans nos hicimos a un lado obedientes pero perplejos. Muchos pensamientos cruzaron nuestra mente en ese preciso momento. ¿Estaba Michael saliendo en ese coche? No, ¡no podía ser! Acabábamos de llegar pocos minutos antes, ¿cómo íbamos a poder tener ESA suerte? Pero y si… No. Después, un segundo guardia se acercó y ordenó a unos pocos fans que se echaran un poco más atrás mientras al mismo tiempo nos informaba “¡Chicos, no es él! Así que no lo sigáis, ¿ok?”.

Con eso dicho, el brillante coche negro lentamente atravesó las puertas, seguido muy de cerca por un Jeep oscuro. Cuando se acercó más hacia nosotros, realmente sentimos que Michael estaba allí. Su aura era inmensa. Lo habíamos experimentado varias veces antes, durante otros viajes. Podías sentirle antes de verle. Y de hecho, justo cuando el coche estaba pasando la primera línea de fans, la oscura ventanilla trasera se abrió y entonces le vimos. Con una gran y feliz sonrisa en su cara, nos saludaba con la mano. “Oh, Dios mío” Sonja intentó decir “¡Realmente es Michael!”. Yo simplemente me quedé sobrecogida e intenté sonreír y devolverle el saludo. Pero una vez que el coche de Michael estuvo en la calle, aceleró y nos dejó allí parados con la boca abierta. Sonja y yo estábamos sin palabras. ¡Acabábamos de llegar y ya le habíamos visto!

Naturalmente, todos los fans se estaban preguntando en ese momento a dónde se dirigiría e incluso algunos intentaron seguir el coche aunque los guardias lo habían prohibido estrictamente. Para nosotras era más que suficiente haberle visto sonriendo y saludándonos. No podía ser mucho mejor, ¿no? No habíamos esperado nada como eso. Pero después de un rato, cuando nos acordamos de nosotras mismas, recordamos que aún teníamos que buscar un lugar para dormir esa noche y comprar algo para comer. Así que, aunque fue duro, finalmente logramos dejar Neverland y echar un vistazo al pequeño y coqueto pueblo de Solvang, a solo un par de millas del rancho de Michael. Allí, rápidamente encontramos un acogedor Bed & Breakfast y el necesario supermercado. Seguramente hubiéramos disfrutamos mucho de esta hermosa ciudad con sus casas de madera si nuestra mente aún no hubiera estado en Neverland. ¿Qué nos habríamos perdido desde que nos fuimos de allí?

Solvang



Cuando volvimos, escuchamos que Michael había regresado hacía un rato. Había rumores de que había estado en el dentista con uno de sus niños y otros rumores decían que alguno de los fans que habían estado esperando, se les había permitido entrar en Neverland pero nadie parecía saber si era verdad. Al poco rato, el anochecer se extendió y un precioso cielo estrellado apareció sobre nuestras cabezas. El aire olía a hierba seca y estaba tan claro que incluso podíamos ver la Vía Láctea con sus millones de estrellas. Era un anochecer realmente mágico, cuando de repente un extraño sonido chisporroteante interrumpió esta tranquila atmósfera. Mirando hacia arriba, vimos una increíble y enorme estrella fugaz volando, haciendo una pequeña curva sobre nosotros antes de desaparecer justo tras algunas de las colinas de Neverland. Todos nos quedamos desconcertados. ¡¡Nunca habíamos visto algo como eso!! Incluso el guardia de la caseta se acercó corriendo hacia nosotros y preguntó “¡¿Chicos, habéis visto eso?!”. “¡Era extraordinariamente grande!”. De hecho esta no era una estrella fugaz normal, ¡en realidad era más como un cometa con una cola resplandeciente! Era como un cuento de hadas. Parecía que aquel lugar era mágico, tan mágico como Michael lo era para nosotros. Naturalmente, Sonja y yo –como probablemente la mayoría de los otros fans- pedimos rápidamente un deseo y desde ese momento, no dejamos más en nuestras manos lo que pasaría mientras estuviéramos allí. Tan abrumados como estábamos, casi no nos dimos cuenta de que había empezado a hacer realmente fresco. Solo cuando apareció la niebla, y los coyotes y lobos comenzaron a aullar en las montañas de alrededor, realmente sentimos un poco como si fuera el video de Thriller y decidimos que era un buen momento para dar por finalizada la visita.

Cuando ya estuvimos en el coche, nos dimos cuenta de que realmente no habíamos comido nada desde el desayuno y estábamos muy hambrientas. Antes de nuestro viaje habíamos leído una pequeña historia sobre Michael y un restaurante Taco Bell en Buellton, una ciudad a solo pocas millas de Solvang. Cuenta la historia que algunas veces, Michael conducía tarde en la noche hasta este corriente y pequeño restaurante de comida rápida para comprar algo de “comida grasienta” después de que sus niños se fueran a la cama. Se dice que su plato favorito era el menú “número 7”. Así que Sonja y yo pensamos por qué no intentarlo y conducir hasta Buellton. Con curiosidad, pedí este infame menú pero ¡qué gran error! Después de un par de bocados me di cuenta de que ese “número 7” parecía realmente consistir solo en grasa así que mi estómago y yo pasamos una noche terrible.

Nota del día: “¡El Número 7 no es tan genial como pensaba!”


Viernes, 29 de agosto de 2003. ¡Feliz cumpleaños, Michael!


Después de una noche sin dormir mucho (debido al número 7), nos despertamos –no, en realidad fue más como si cerrara los ojos con cuidado y al instante fuese catapultada a una nube de números sietes (oh, no, ¡menú número 7 otra vez!).Hoy era SU cumpleaños y estábamos aquí para unirnos a los otros fans frente a su puerta, para celebrarlo con él y con suerte, poder darles nuestros regalos a sus guardias de seguridad. Así que en cuanto desayunamos, nos preparamos, nos pusimos nuestras auto-diseñadas camisetas de “Delegación de Cumpleaños de Munich”, cogimos nuestros carteles y regalos de cumpleaños bávaros y condujimos a Neverland. Una vez en nuestro coche, nos impresionamos otra vez: conducir a través de ese bello paisaje que Michael llamaba hogar en conexión con su música era una experiencia por si sola. De alguna manera sentíamos como si en ese entorno fuera más fácil comprender quién era él realmente y lo que le movía. Sé que suena extraño pero así era como se sentía.

Cuando llegamos sobre las 10.30 a.m., ya había algunos fans allí. Era un bonito día soleado y nos unimos a ellos sentándonos en el césped frente al camino, charlando e imaginando cómo pasaría Michael el día. Realmente hubo bastante ajetreo en la puerta esa jornada. Muchos coches de reparto entraban y salían así como una limusina de ventanillas tintadas (¿invitados para felicitarle?), un cerrajero (¿se había encerrado dentro o fuera?) y para superarlo todo, una hormigonera (¿qué demonios estaba haciendo para su cumpleaños?). Más y más fans llegaron y con ellos, el ambiente se fue haciendo más loco y divertido por minutos. Se pusieron globos, guirnaldas y otras decoraciones en los árboles y caminos, y la música de Michael retumbaba desde los altavoces de los coches. Ahora realmente parecía una fiesta de cumpleaños.

En algunos momentos cuando todo estaba más tranquilo, pudimos escuchar el teléfono sonando en la pequeña caseta del guarda. Era ya tarde cuando poco después de una de esas llamadas, un guardia se aproximó a nosotros y nos preguntó si queríamos darle algo para Michael. “¡Naturalmente!”, casi contestamos todos a la vez. Y así, con una sonrisa en nuestra cara, Sonja y yo corrimos hacia nuestro coche y sacamos nuestra bolsa blanco y azul de regalos bávaros para Michael. El amable guarda recogió pacientemente todos los objetos de los fans y los puso en el suelo de su furgoneta antes de conducir hacia la casa principal. “¡Wow! ¡Ahora él verá nuestros regalos!”, comenté más pensativamente para mí que para los demás. “Sí, y estoy segura de que se reirá un montón” replicó Sonja, sonriéndome. Habíamos comprado todo tipo de divertidos y extraños objetos en nuestro Munich –si bien no menos importante, un CD con música Bávara.

En ese momento todo el mundo estaba de buen humor. Algunos fans comenzaron a hacer escenas de baile o una imitación de videos de Michael y todos cantábamos y hacíamos palmas mientras mirábamos. Era muy divertido y el volumen de nuestras risas y cantos hacía eco por el valle. Después de un rato, por casualidad dejé de mirar a los fans y lo hice hacia Neverland. Allí, a bastante distancia, reconocí un pequeño coche blanco de golf con una persona vestida de negro dentro, conduciendo lentamente hacia nuestra dirección. “Sonja, ¡mira!” le dije a mi amiga y ambas supimos inmediatamente que el del coche era Michael –al igual que de alguna manera, pudimos sentirle de nuevo. Entonces, los otros fans también se dieron cuenta de ese extraño cochecito y sin más, todos comenzaron a saludarle con la mano. En ese momento, el cart hizo un abrupto giro cambiando de dirección (casi volcó) y rápidamente desapareció tras la siguiente esquina, dejando una nube de polvo tras él.

Todos estábamos perplejos, asombrados y divertidos al mismo tiempo. Realmente era Michael y debía haberse asustado cuando se dio cuenta que todos le habíamos reconocido aunque aún estaba bastante lejos de nosotros. “¡Definitivamente subestima su aura!” exclamó Sonja. Después de un rato de reflexión, llegamos a la conclusión de que probablemente Michael quería comprobar de dónde venía toda la música y las risas y/o cuántos fans había en la puerta. Era emocionante saber que estaba tan cerca y obviamente interesado por sus fans en su cumpleaños. Entusiasmados, continuamos con nuestra pequeña fiesta pero no sin echar un vistazo de vez en cuando hacia la dirección por donde se había marchado.

Pero no pasó mucho hasta que nuestra alegre celebración fue interrumpida. Un coche de policía condujo hasta allí y paró justo en la puerta. El estricto oficial fue directo a la caseta del guardia desde donde pudimos oírle hablar con el de seguridad. Impresionados, bajamos la música e intentamos descubrir de qué iba todo aquello. Teníamos el mal presentimiento de que estaban a punto de echarnos de allí, probablemente porque estábamos siendo demasiado ruidosos o estábamos bloqueando la calle. Pero pocos minutos más tarde, el oficial simplemente se marchó sin más. Estábamos perplejos. Pero antes de que pudiéramos encontrar alguna explicación, uno de los guardas se acercó a nosotros. “¿Podéis prestarme atención?” pidió con determinación. Entonces continuó: “Chicos, tenéis que salir de la calle. Así que por favor, que todo el mundo vuelva a sus coches y…” Oh no, ¡lo sabía! Nos estaban echando, pensé para mi misma. Pero antes de que incluso pudiera terminar mi hilo de pensamientos, el guarda continuó “… ¡y conducid adentro!”.

¡¡¡¿Qué?!!! Todo el mundo parecía desconcertado. “¿Ha dicho ADENTRO?” preguntó Sonja con los ojos muy abiertos mientras yo la miraba y lentamente asentía: “Ehmm, creo que sí”. Me llevó un momento asumir la noticia pero cuando todos los otros fans ya corrían hacia sus coches y empezaban a hacer cola frente a la puerta, supimos que era verdad. “¡No puedo creerlo!” grité una vez dentro del coche. “¡Yo tampoco!” replicó Sonja entusiasmada mientras buscaba desenfrenadamente los polvos de maquillaje en el bolso. Las mismas escenas parecían estar ocurriendo en la mayoría de los otros coches también. Las chicas comprobando sus maquillajes en el espejo retrovisor y repasando su lápiz de labios mientras conducían. ¡Qué imagen! Una vez en las puertas, se nos solicitó dejar todas las cámaras dentro de nuestros coches antes de ser escoltados por un guardia en su furgoneta al interior de Neverland.

¡Estaba tan nerviosa que casi olvidé cómo conducir! Pocos momentos más tarde, llegamos a un gran aparcamiento cerca de la entrada más hermosa que jamás haya visto. Mientras tanto, había oscurecido pero las millones de luces que resplandecían desde el interior de Neverland producían un brillo cautivador. Se nos pidió hacer cola porque teníamos que firmar un documento de confidencialidad donde estábamos de acuerdo en no hacer fotos, etc. Esto hizo que me diera un poco de tiempo a darme cuenta de dónde estaba en realidad. Yo, ¡aquí en Neverland! Era tan increíble que inmediatamente las lágrimas comenzaron a caer por mis mejillas. ¡Uno de mis más grandes sueños se estaba haciendo realidad en ese momento! Nunca creí que realmente pudiera visitar algún día este precioso lugar pero ahí estaba. Ocurrió todo tan rápido y era tan increíble, la atmósfera era tan mágica, que tuve que pellizcarme varias veces para comprobar que no estaba soñando. Echando un vistazo a Sonja, vi que estaba lidiando con las mismas emociones que yo y parecía estar en un estado similar.

Tras la firma, se nos pidió atravesar la entrada de puertas doradas con la inscripción “Dieu et mon droit” (Dios y mi voluntad). “¡Ah! ¡Así que el lema está aquí!” dijo Sonja riendo nerviosamente y yo tuve que sonreír por algunas imágenes que aparecieron de repente en mi cabeza y que rápidamente intenté bloquear. Impactados, atravesamos las puertas hacia el pequeño tren rojo que nos esperaba allí. Cuando todo el mundo se sentó, se puso en movimiento con un alto pitido. El viaje de nuestra vida comenzaba. No sabía a dónde mirar primero. Me sentía como una esponja tratando de absorber tantas impresiones como pudiera. Una brisa de aire fresco rozaba mi cara, música clásica que provenía de altavoces invisibles escondidos en cualquier parte del manto de flores acariciaba mis oídos y las millones de pequeñas luces iluminando docenas de guirnaldas en viejos robles deleitaban mis ojos. Las luces bañaban todo en un encantador resplandor dorado, haciendo incluso más difícil de creer que todo aquello fuera real. De nuevo, el alto pitido del tren hizo eco en la oscuridad y Sonja y yo nos pellizcamos repetidamente mientras pasábamos el lago con sus enormes fuentes iluminadas y el romántico puente de piedra que dirigía hacia su preciosa casa antes de llegar finalmente al parque de atracciones. 




Todas las atracciones estaban también iluminadas y a pleno rendimiento. Solo la visión ya nos abrumaba. Admiradas con todo lo que veíamos, Sonja y yo no nos atrevimos a salir del tren al principio pero cuando un guardia nos vio clavadas en el sitio, amablemente se acercó y simplemente nos alentó a divertirnos y movernos libremente por allí, como los otros fans. Aún atemorizadas, nos fuimos hacia las sillas colgantes. No podíamos creer lo que veíamos cuando descubrimos que esa atracción estaba hecha en Bavaria, nuestro hogar, así que naturalmente fue este juego el que por fin rompió nuestra resistencia. La música de R Kelly sonaba a todo volumen por los altavoces. “¡Esto es el cielo!” le grité a Sonja y no pudimos dejar de reír durante todo lo que duró la atracción. Después de eso, nos reunimos con algunos de los otros fans entrando a una enorme barca-columpio llamada “Sea Dragon”. “Moved vuestro cuerpo como una serpiente” sonó por los altavoces justo cuando la barca se ponía en movimiento. Cogidas al principio un poco por sorpresa (porque no estábamos seguras de quién había dicho eso) rápidamente nos dimos cuenta de que solo era la voz de R. Kelly. De nuevo, nos reímos todo lo que duró, se nos caían lágrimas de alegría. Ninguno de nosotros queríamos bajarnos de esta atracción después del primer pase así que se nos permitió quedarnos para una segunda vuelta. Esta vez la canción “Ignition” resonó en la noche y desde que todos la habíamos visto en “The Private Home Movies”, supimos que era una de las canciones favoritas de Michael. “¡Aaaah, no puedo creerlo!” gritaba Sonja mientras yo sentía justo lo mismo.

Tras esto, realmente necesitamos ir al aseo. Los simpáticos guardas nos mostraron el camino al cine de Michael donde podíamos hacer uso de sus instalaciones. ¡Oh Dios mío! ¡Su cine! El mismo que habíamos visto en la TV hacía años durante la entrevista con Oprah Winfrey. Y ahora, allí estábamos –¡usando su aseo! Creedme, esta es una experiencia por si sola.

Una vez de vuelta al parque de atracciones, decidimos conducir los autoscooter. Fue muy divertido, especialmente cuando tuvimos al principio un pequeño problema con nuestro volante y colisionábamos repetidamente con la maquina de niebla al ritmo de la canción de Lumidee “Never leave you”. Una intensa niebla nos rodeaba gracias a la máquina animada y hacía más inevitable chocar con otros fans. Nos reímos muchísimo. Después de un rato, nos paseamos con las mejillas sonrosadas hacia el nostálgico tiovivo. Simplemente verlo nos catapultó de vuelta a nuestros días de infancia e inmediatamente nos calmamos. Pero en cuanto me monté en un caballo, un embarazoso pensamiento cruzó mi mente. “¿Se habrá montado él también en este caballo?”. Más tarde, Sonja confesó haber tenido el mismo pensamiento así que decidimos que urgentemente necesitábamos algo para aplacarnos.

Un carrito de helados cercano fue muy conveniente para esta causa. Ese día comí el mejor helado de fresa de mi vida. Un vistazo a un gran reloj me sobresaltó un poco porque ¡eran casi las 11 p.m.! El tiempo vuela cuando te lo pasas bien –es una gran verdad. Poco a poco, la mayoría de los otros fans se acercaron paseando hacia la pequeña plaza para tomar algún refresco después de toda la emoción y diversión. Y entonces, por primera vez desde que entramos a Neverland, sonó una canción de Michael. ¡Qué sonido! Muchos fans comenzaron a bailar y cantar pero Sonja y yo no éramos muy buenas en eso y no queríamos avergonzarnos más, así que nos alejamos un poco de la multitud paseando. En realidad nuestra intención era buscar una papelera para tirar los palitos de nuestros helados. Pero entonces una idea pasó por nuestra cabeza. “Al menos deberíamos recoger algunas piedras para nuestros amigos en casa como souvenir” sugirió Sonja. ¡Qué gran idea! Y cuando estuvimos un poco más alejadas de la gente y los guardas, tuvimos la oportunidad de hurgar rápidamente en un parterre cercano. Sentíamos que pasábamos totalmente desapercibidas en aquella oscura esquina mientras buscábamos algunas piedras. “¡Maldición, no hay piedras aquí!”, le dije a Sonja, perpleja. “¡Ni por aquí!”, replicó un poco estresada. “¿Cojo entonces algunas hojas?” pregunté también poniéndome nerviosa porque no queríamos que nos vieran los guardias.

Todavía arrodilladas en el suelo, inclinadas sobre el parterre, Sonja y yo tuvimos de repente la extraña sensación de estar siendo observadas. Lentamente levantamos la cabeza un poco y para nuestra gran sorpresa, vimos una persona vestida de oscuro con una sudadera con capucha y una gorra en su cabeza sentada en un carrito de golf poco iluminado, solo a pocos metros de donde estábamos. En el momento en que se dio cuenta que le habíamos visto, rápidamente se alejó a toda velocidad en la oscuridad, obviamente divertido y llevando el ritmo de la música con sus manos en el aire. Sonja y yo nos miramos con la boca abierta. “¿Ese era Michael?” tartamudeé finalmente y Sonja solo asintió con la cabeza “Creo que sí…”. Evidentemente, había visto a los fans divirtiéndose en su parque y probablemente pensó que desde el oscuro rincón desde el que miraba, sería perfecto para contemplarles. En ese momento se nos cayó la venda de los ojos. Naturalmente, aquello era tan típico de Michael. Le encantaba pasar desapercibido y probablemente nos había observado desde que entramos en Neverland. Sonja y yo tratamos de recordar si había habido algún otro momento embarazoso del que hubiera podido ser testigo. Desafortunadamente, contamos bastantes…

Con las mejillas sonrosadas, Sonja y yo volvimos con la multitud, no sin haber recogido por fin algunas piedras de las vías del tren. Nos estábamos preguntando si alguien más se habría dado cuenta de que Michael estaba por allí. Un poco más tarde, descubrimos que unos pocos fans también le habían visto pero afortunadamente y del mismo modo, mantuvieron la calma. Decidimos pasear un rato más pero poco después los guardias nos dijeron que era momento de decir adiós a Neverland. Naturalmente, el momento llegó demasiado pronto para nosotros. Había tanto por ver y experimentar pero ya era cerca de la medianoche e incluso el más maravilloso de los sueños al final tenía que terminar. Los amables guardas nos llevaron al tren de nuevo y uno de ellos nos dijo que podíamos cantarle a Michael si queríamos. Algunos fans confusos preguntaron si Michael podría oírlo desde la casa, que estaba bastante retirada del parque de atracciones. Pero el guardia replicó que ciertamente creía que sí mientras sonreía sospechosamente. Sonja y yo tuvimos que sonreír también porque igualmente sabíamos que seguramente Michael estaba en alguna parte muy cerca y nos observaba en ese preciso momento. Convencidos por la respuesta de los guardias, el centenar de fans, en ese momento ya sentados en el pequeño tren, comenzamos a cantar “¡Cumpleaños feliz, Michael!” tan fuerte como pudimos –más o menos simultáneamente. La canción se repitió en más de cuatro idiomas hasta que llegamos a la zona de aparcamiento. ¡Vaya espectáculo que debió ser! Pero más aún, ¡qué sonido el que resonó esa noche a través de la habitual tranquilidad del paisaje!.

En el aparcamiento, todo el mundo dejó de cantar e instantáneamente un triste sentimiento de melancolía se extendió entre nosotros. Ya todo se había acabado, demasiado rápido. Aunque habíamos estado en el parque por varias horas, sentíamos como si acabáramos de llegar. Mirando hacia las puertas doradas de la entrada, que habíamos atravesado solo hacía un momento, dejé que mis emociones también la atravesaran. Las lágrimas comenzaron a caer por mis mejillas. “¡Gracias Michael! ¡Muchísimas gracias!” musité, cerrando los ojos e inhalando profundamente por última vez el aire perfumado de fresco césped antes de tener que entrar en nuestro coche.

El camino de regreso a nuestro Bed & Breakfast fue muy silencioso. Ambas necesitábamos un momento para comprender, para asumirlo todo. Pero pronto empezamos a hablar y casi no pudimos parar. Hablamos casi toda la noche, repitiendo una y otra vez lo que acabábamos de experimentar para recordarlo todo y finalmente creerlo.

Nota del día: “¡Los sueños realmente se hacen realidad si los dejas!”

Sábado, 30 de agosto de 2003

¡Qué mañana!


Despertarse fue una auténtica tortura. Los ojos rojos y las voces roncas no eran desafortunadamente el único síntoma que sufríamos por haber dormido tan poco. Pero cuando nuestro cerebro logró despertarse completamente, nos recordó lo que había pasado la noche anterior e incluso más importante, nos recordó lo que ese día nos tenía reservado. Más pronto que tarde, la adrenalina comenzó a bombear nuestro cuerpo y nos hizo saltar de la cama. Por supuesto, estábamos seguras que lo de la noche anterior no podría superarse pero teníamos bastante curiosidad por cómo el club de fans habría organizado la fiesta de cumpleaños de Michael y si él realmente aparecería.

Poco después, nos encontramos en la autopista 101 de nuevo, esta vez camino de Los Ángeles. Una vez llegamos a nuestro hotel, decidimos descansar y refrescarnos un poco después del largo viaje. Pero la emoción empezó pronto a crecer en nuestro interior, sabiendo que en solo unas pocas horas probablemente veríamos a Michael de nuevo. Pero teníamos un problema. ¿Realmente nos atreveríamos a llevar nuestros trajes bávaros (llamados Dirndl) a la fiesta? Atraeríamos bastante la atención, lo cual había sido nuestro plan desde el primer momento (especialmente la atención de Michael, por supuesto) pero ahora nos daba un poco de corte, visualizando todas esas miradas fijas en nosotras. Pero tras un rato de discusión, decidimos simplemente hacerlo. No llevó algo de valor salir de nuestro coche en el centro de Los Ángeles con esas pintas mientras nos observaban algunos chicos vestidos de raperos que pasaban el tiempo en el aparcamiento. Aunque parecieron estar bastante asombrados en un primer momento, naturalmente su humor cambió rápidamente para mostrarse burlones. “Eh, señoritas, ¿de dónde venís?” preguntó en voz alta uno de ellos, mientras el resto sonreían y se reían tontamente. Pero Sonja y yo intentamos mantenernos tranquilas e ignorarles completamente mientras caminábamos lo más natural que podíamos hacia la entrada del teatro Orpheum.

Modelo de traje Dirndl

En la entrada participamos en un sorteo para ganar un Meet & Greet (recepción de bienvenida) con Michael o un viaje a Neverland pero desafortunadamente no tuvimos suerte en ninguno. Una cálida ola de emoción nos rodeó cuando finalmente entramos en el auditorium. Pero una vez que encontramos nuestros asientos fue incluso más. Ahora podíamos ver el balcón donde Michael se sentaría y este balcón estaba a solo unos metros de nosotras –en línea recta. Estábamos tan intrigadas y emocionadas, intentando imaginar cosas tan importantes como qué llevaría puesto y si nos miraría. El auditorio se llenó en poco tiempo y tras un rato, las luces se atenuaron. Los comentarios entusiasmados de los fans que parecían ver más que nosotras desde su ángulo, nos indicaba que algo ocurría.

¡Naturalmente, la razón era Michael! Apareció en ese balcón con su séquito, viéndose impresionante pero tranquilo como un gato mientras sonreía y saludaba con la mano a los fans. Todo el mundo comenzó a aplaudir y a devolverle el saludo inmediatamente. “¡Michael! ¡Michael! ¡Michael!” gritaban cientos de fans mientras a él parecía divertirle mucho vernos vibrar entusiasmados. “¡Diablos! ¡Está realmente guapo en esos vaqueros ajustados brillantes y con la camisa blanca!” le grité a Sonja con las mejillas resplandecientes. “¡Sí, sí que lo está!” contestó aturdida y añadió, absolutamente absorta por su aspecto “¿Pero cómo demonios vamos a concentrarnos ahora en el espectáculo?”. Solo cuando él se sentó, nos liberó un poco de nuestro estado y al final logramos sentarnos también. Agradablemente la vibración en todo el auditorio se calmó un poco una vez que la sala se quedó toda a oscuras, de manera que los artistas que tenían que subir al escenario no fueran demasiado interrumpidos durante sus actuaciones. Una banda disfrazada como soldados romanos comenzó el show. Era increíble y loco al mismo tiempo. Pero Sonja y yo teníamos un difícil problema. Queríamos ver el show pero al mismo tiempo mirar a Michael sin hacerlo fijamente todo el tiempo. Así que tan disimuladamente como podíamos, echábamos un vistazo al balcón de vez en cuando y entonces veíamos a Michael siguiendo entusiasmado el espectáculo, haciendo palmas y ovacionando tras cada actuación, alzando sus pulgares en aprobación a todas las brillantes y valerosas representaciones.


Pero tras un rato, Sonja y yo tuvimos la sensación de ser intensamente observadas –una sensación familiar hasta ese momento pero no muy agradable. La mirada que sentíamos venía de la dirección del balcón. Así que por supuesto, miramos hacia arriba para comprobar y nos quedamos en shock (por decir lo menos) cuando vimos a Michael mirándonos. Aunque cuando le miramos, el rápidamente desvió la mirada, agachándose tras un niño sentado a su lado y siguiendo el show con toda tranquilidad de nuevo. Esto ocurrió dos o tres veces más y nos estremeció, y más aún nos confundió mucho. “¡¿Qué pasa?!” me preguntaba mientras Sonja ya parecía haber encontrado la lógica razón: “Creo que nuestro plan de “captación de atención” funcionó pero probablemente ¡los trajes Dirndl son una visión demasiado extraña para él!”. ¿Bien, quién puede culparle?

Posteriormente, Brian McKnight entró en el escenario e interpretó “Lady in my Life”. Fue muy bonito y conmovedor pero cuando empezó a sonar el “Feliz Cumpleaños” para Michael, todos los fans rápidamente nos unimos cantando tan fuerte como podíamos. A diferencia de la noche anterior, ahora podíamos ver a Michael mirándonos, sonriendo y uniendo sus manos en gesto de agradecimiento a todos. Se le veía tan guapo. Hacia el final del espectáculo, Michael de repente dejó su balcón. De nuevo la sala se llenó de una gran tensión. Todo el mundo se preguntaba si aparecería en el escenario o si se habría marchado ya. Steve Harvey, el presentador de la velada, empezó a hablar pero le era difícil mantener a los fans en calma, porque imaginábamos lo que podría ocurrir a continuación. Y en efecto, solo unos momentos más tarde el propio Michael aparecía en el escenario, seguido por un grupo de guardaespaldas. En ese momento, el auditorio tembló. Todo el mundo saltó de sus asientos para aclamarle y aplaudirle. ¡Era increíble!



Sonja y yo no podíamos contenernos tampoco así que nos abandonamos al impulso y corrimos hacia el escenario como muchos otros fans. Un poco en desventaja por nuestros trajes Dirndl, no logramos llegar a la primera fila. Pero Sonja tuvo la brillante idea de subirse en el respaldo de una de las sillas plegables para tener una mejor visión. Sin pensarlo, seguí su ejemplo pero pronto descubrí que era bastante inseguro estar allí. Mi única salvación para no caer y hacerme daño fue un gran hombre calvo que había cerca de mí que parecía un poco como uno de los guardaespaldas de Michael. Pero no había tiempo para pensar en lo embarazoso que sería, así que me armé de valor y simplemente puse mi mano en la calva del hombre para estabilizarme. Afortunadamente, la presencia de Michael era tan abrumadora que obviamente a este chico no le importó que me mantuviera en su calva. Probablemente, ni lo notó. Ahora podía ver a Michael realmente cerca y seguir segura su discurso. Por suerte, él no podía vernos en esta torpe situación desde su ángulo.

Estaba tan mono y parecía un poco avergonzado por el interminable y frenético aplauso. Alguna de las cosas que dijo fueron Veo el futuro con gran optimismo”, “… Os haré estar orgullosos de ser fans de Michael Jackson…” y “¡Quiero hacer Neverland más accesible para los fans!”. “Mis niños son vuestros niños y todos los niños del mundo son nuestra responsabilidad…” y entonces anunció que iba a lanzar una nueva organización filantrópica llamada “Go for your dreams!” (Persigue tus sueños) en la cual los fans podrían llegar a ser “embajadores” en su propio país. Él continuó “Insto a toda la gente joven que persiga sus sueños, porque cuando lo hagan, muchos problemas se resolverán en el mundo…” y dijo “me haría sentir extremadamente orgulloso si vosotros, los fans, fuerais embajadores de ‘Go for your dreams’ por todo el mundo…”. Entonces terminó con estas palabras “…la vida es bella. Os quiero. Sois lo mejor. ¡Muchas gracias!” y le ovacionamos. Estábamos tan felices y maravillados por las cosas que había dicho y planeado. Era tan bueno ver que obviamente eracomo un hervidero de ideas y sueños y que tenía la intención de involucrar a los fans en estos preciosos proyectos. ¡Todo era tan emocionante que estuvimos en el cielo esa noche!



Este era otro sueño hecho realidad porque durantes años habíamos deseado apoyar a Michael con sus trabajos de caridad y ahora todo parecía llegar a ser posible. El futuro se presentaba lleno de feliz ilusión, brillante y tan colorido como un arco iris. No había límites, ni barreras que pudieran retenernos con Michael a nuestro lado. Cambiaríamos el mundo junto a él.

Tras su discurso, a una chica que estaba cerca de las escaleras que llevaban al escenario, se le permitió encontrarse con Michael. Estaba muy emocionada, con lo que Michael la abrazó realmente fuerte. Pero había un problema. De camino al escenario, había perdido una de sus sandalias y ahora estaba frente a Michael con solo un zapato. Él rápidamente entendió el problema y, como el caballero que era, intentó recoger el zapato sin ser atrapado por la multitud de manos de los fans. Cuando lo logró, se arrodilló ante ella –justo como en el cuento de la Cenicienta- y le puso la sandalia en el pie.



La chica estaba sonrojada más allá de la emoción y el bochorno. Pero a Michael parecía divertirle la escena. Sonreía abiertamente como el gato de Cheshire (de Alicia en el País de las Maravillas) –nosotras también- y abrazó a la chica otra vez. Mientras tanto, un coro se había colocado en escena con todos los intérpretes de la noche y comenzaron a cantar “We are the world”. Michael casi tomó el micrófono para cantar un solo pero de repente decidió lo contrario. Sin embargo, cantó sin micrófono como todos lo hicimos. Tras ese momento, un enorme pastel de cumpleaños entró rodando al escenario y todo el mundo cantó “Feliz cumpleaños querido Michael” de nuevo. Junto a un chico de la organización, Michael cortó el primer trozo de pastel, le dio un pequeño bocado y lanzó el resto del trozo a algunos fans de la audiencia. Cuando se iba, se detuvo frente a varias ilustraciones de fans que habían hecho para él, los observó más de cerca y luego, se fue.

Sonja y yo nos sonreímos la una a la otra “¡Es tan increíble!” gritó. Pero yo tenía otros problemas en ese momento. Rápidamente me bajé de la temblorosa silla antes de que el tipo calvo volviera a sus sentidos y después, Sonja y yo salimos directamente para ver a Michael marchase en su gran limusina blanca. ¡Qué noche!

Nota del día: No solo unos vaqueros ajustados brillantes puede desesperar a la gente –¡los trajes Dirndl también lo hacen!


Domingo, 31 de agosto de 2003

Cuando sonó el despertador, de primeras simplemente no podíamos movernos. De nuevo habíamos dormido demasiado poco debido a todas las emociones de la noche anterior. ¡Pero esta vez estábamos preparadas! Una sola palabra: ¡Red Bull! Gracias a la bebida energetizante, logramos comenzar a movernos y actualizar nuestro plan para estar en Neverland a mediodía.

Acabábamos de llegar cuando los últimos dos autobuses de ganadores del sorteo conducían hacia Neverland para pasar el día allí. Sonja y yo nos sentimos un poco abatidas, aunque no teníamos derecho ya que la suerte había estado de nuestro lado los últimos días y más de un sueño se había hecho realidad para nosotras. Sin embargo, era duro mirar y no poder estar dentro ese día, sabiendo el mágico lugar que estaban a punto de descubrir.

Algunos fans que también estaban fuera esperando, nos dijeron que Michael no había llegado aún de L.A. Así que la esperanza volvió a florecer en nuestro interior. Nos dimos cuenta que teníamos otra oportunidad de ver a Michael si volvía en algún momento del día. Así que nos relajamos y nos sentamos en el césped al lado del camino, intercambiando con otros fans todas las emocionantes experiencias de los últimos días. Por la tarde llegaron más fans pero aún no había señales de la gran limusina blanca de Michael.

Sobre las 3 de la tarde, una chica que no habíamos visto antes, intentó movilizarnos para levantarnos y hacer cola frente a la puerta. Pensábamos que era una broma y no la tomamos en serio. Pero nos lo pidió de nuevo y nos prometió que nos haría entrar. La miramos desconcertados pero ella seguía manteniéndose persistente. Vacilantes, se formó una cola de fans y finalmente las 30 o 40 personas nos situamos allí en fila, todavía con la duda reflejada en la cara. Pero efectivamente, la chica fue a hablar con los de seguridad en la entrada y para nuestro asombro, ¡las puertas se abrieron! En ese momento todos estábamos allí parados con la boca abierta. “¡No me creo esto!” tartamudeé a Sonja quien movía la cabeza incrédula. Sentíamos que estábamos de nuevo soñando. Algunos guardas se acercaron con papeles que tuvimos que firmar (el acuerdo para no tomar fotos, etc del rancho) y después, el mismo procedimiento como en la noche del viernes. Escoltados por los de seguridad, condujimos nuestros coches, aparcamos en el parking cerca de los autobuses y atravesamos las puertas doradas de nuevo para ir hacia donde el pequeño tren ya nos esperaba.

La única gran diferencia con respecto a la noche del viernes era que era de día ¡y podíamos verlo todo! Vimos toda la enorme belleza de Neverland y lo realmente grande que era. En nuestro camino al parque de atracciones, pasamos por maravillosas estatuas de niños jugando, un pueblo indio, un lugar para lucha con pelotas de agua, el lago con las fuentes, flamencos, cisnes y patos, los enormes y viejos robles, los maravillosos parterres de coloridas flores y también su preciosa casa. Cuando llegamos al parque de atracciones, fans y niños con sus padres iban por todas partes disfrutando del bonito día. Todas las atracciones estaban a pleno rendimiento y las risas llenaban el ambiente. Y, al contrario que el viernes por la noche, se permitía a la gente pasear por Neverland por donde quisieran. “¿Puedes pellizcarme?” le pedí a Sonja porque no podía creerlo. Pero pellizcarme no ayudó. ¡Era demasiado surrealista que estuviéramos allí de nuevo! “¡En casa nadie va a creernos!” dije, y mirándonos la una a la otra, empezamos a reírnos a carcajadas. Una vez nos calmamos de nuevo, nos encaminamos hacia el cine de Michael porque hacía demasiado calor fuera sin la sombra de los árboles.

Con cuidado, entramos en el auditorium, el cual estaba a oscuras. En la pantalla vimos la escena final de Thriller. Impacientes como estábamos, nos llevó un rato encontrar un sitio libre en la oscuridad pero cuando nos sentamos, nuestros sentidos fueron conquistados por otra sensación. Los asientos eran aterciopelados, suaves y muy acogedores, móviles y con mucho espacio para las piernas. ¡Wow! ¡Así es como Michael ve las películas! Pero rápidamente nuestra atención regresó a la gran pantalla porque el video Ghosts acababa de empezar. Sin embargo, no era el video habitual que conocíamos, era una versión diferente con escenas que no habíamos visto nunca antes. ¡La versión sin editar! “¡Estamos viendo sus videos en su cine!” señaló Sonja, de repente impresionada. Viéndole en la pantalla decir “…it’s too late, you’re my guests!” (es demasiado tarde, sois mis invitados) no nos lo hacía más fácil. Estábamos absolutamente tensas por todas las emociones e impresiones. Tras Ghosts, vimos un trailer no lanzado al mercado, similar a “Brace yourself” (Prepárate), probablemente uno previsto para un DVD o un concierto. ¡Gritamos mucho porque ver todas esas escenas en su casa era demasiado para nosotras! Cuando la actuación de la Superbowl estaba por empezar, Sonja y yo decidimos dejar el cine porque queríamos ver Neverland de día. Pero no nos fuimos sin dejar en el mostrador nuestras bolsas bávaras que tenían fotos de Michael cosidas por toda la tela (en lugar del Rey Ludwing II). Teníamos la esperanza de que llegaran a él de alguna manera.

De nuevo fuera, decidimos caminar por la pequeña calle por donde Michael había desaparecido la noche del viernes. Siguiendo el camino, pronto vimos su casa, acercándonos despacio por el césped. Se veía tan preciosa y acogedora, y todo el entorno de la casa irradiaba una atmósfera especial de calma y tranquilidad. Era un lugar para sentirse en el hogar. Había otras personas paseando por allí así que nos atrevimos incluso a acercarnos más y finalmente nos detuvimos en un pequeño patio de arena con algunos juguetes y un columpio, justo frente a la casa. Fuimos hasta el columpio un momento, para inhalar la atmósfera e intentar desesperadamente asimilar ese mar de impresiones y emociones. Enfrente nuestra, una pequeña casa de madera y grabada en su pequeña puerta había tres palabras “¡Papa os quiere!”. Cuando leímos esas tres pequeñas pero tan significativas palabras, casi empezamos a llorar. Sabíamos que Michael era un padre maravilloso que amaba profundamente a sus hijos, pero verlo y experimentarlo en ese ambiente era incluso más emotivo.




Un poco más tarde, caminamos más allá alrededor de la casa y llegamos a la piscina. El agua estaba muy cálida por el sol. “¡Qué pena que no haya traído mi traje de baño!” bromeó Sonja y asentí “Sí, qué pena” antes de que nos echáramos a reír por la imaginación. “Bien, es obligatorio mojarse en Neverland” añadí, citando palabras de Michael. Paseamos por allí un poco más, pero no nos atrevimos a mirar a través de las ventanas de la casa. Eso habría sido una equivocación porque él ya nos había abierto mucho, con lo que no queríamos invadir su privacidad. Caminamos hasta a un saco de arena –en el cual Sonja casi se rompe algunos dedos- y un trampolín antes de que oyéramos a los guardas llamar diciendo que era hora de volver al parque de atracciones. Percibimos el ambiente de partida y efectivamente, cuando llegamos allí, el primer tren con fans ya había salido. Un vistazo al reloj nos reveló que ¡ya eran las 6.30 p.m.! ¡De nuevo, el tiempo había volado! Cuando nos dirigíamos hacia allí y pasamos por la casa, vimos a un cocinero a través de la ventana, preparando algo. “Ah, bien, es la hora de la cena” Sonja remarcó “¡¡probablemente esté en casa pronto!!” Y en efecto, pocos minutos después que nos condujeran fuera, Michael llegó en su gran limusina blanca, seguido de varios coches de fans. Le saludamos con la mano y gritamos “¡Gracias, Michael!” hacia su coche pero desafortunadamente no abrió la ventana esa tarde. Imaginamos que quizá podía estar un poco molesto por los acosadores fans y solo quería llegar a casa y cenar con sus niños. Estábamos tan agradecidas y felices, que es difícil expresarlo con palabras.

Nota del día: “… ¡y llegamos hasta su columpio!”



1 de septiembre de 2003

Ese día fue el primero que dormimos hasta tarde desde que llegamos a California. También conseguimos por fin comprar algo más de comida en el supermercado; después de todo, no podíamos contar con las palomitas de Michael, el helado y los caramelos para mantenernos vivas cada día. Sobre la hora del comer habíamos hecho todos nuestros recados, así que naturalmente nos fuimos de nuevo a Neverland. Y de nuevo, había también allí unos pocos fans. Nos dijeron que no habían visto, ni oído nada sobre Michael aún. “Quizá tanto él como los niños hayan dormido hasta tarde también” indicó Sonja, lo que me hizo sonreír de oreja a oreja mientras lo imaginaba. Era un día realmente caluroso y pronto tuvimos que escaparnos bajo uno de los grandes robles. Allí tuvimos un rato de diversión y relax con los otros fans. De hecho, casi se sentía como si fueran unas vacaciones normales después de todas las emociones de los últimos días. Veíamos las vacas pastando por las colinas, las águilas volando en círculos por el cielo y las ardillas jugando alrededor de sus madrigueras. Incluso tratamos de atraer a algunas con galletas pero no hubo éxito. Como teníamos tanto tiempo, nos dimos cuenta que Neverland contaba con muchas casitas para pájaros, visiblemente localizadas no solo en los árboles sino por ejemplo también, cerca de las puertas. Como no teníamos nada más que hacer, reflexionamos cuál podría ser la razón de este detalle. Nuestra teoría era que las casitas debían tener pequeñas cámaras dentro de manera que Michael podía ver lo que estaba ocurriendo dentro y fuera de Neverland sin tener que salir de la casa. Rato después en la tarde, llegó una limusina negra. Sobre una hora después, escuchamos la bocina del tren de vapor y en algunos momentos, el viento nos trajo el sonido de música clásica. Una vez incluso vimos de nuevo el pequeño coche de golf blanco. Pero él, o quién lo condujera, estaba demasiado lejos para darse cuenta de los pocos fans que estábamos. Lo más probable es que Michael estuviera enseñando aquello a los invitados. Poco después de las 8 p.m., un guarda se acercó y nos dijo que teníamos que marcharnos porque era peligroso estar allí por la noche. Y como no había ocurrido nada emocionante en las horas anteriores, de alguna manera eufóricos, seguimos las órdenes. De vuelta en nuestro Bed & Breakfast, tuvimos suficiente tiempo para reflexionar sobre los días pasados, los cuales habías sido los días más emocionantes de nuestra vida con diferencia. Las primeras señales de nostalgia llegaron y tras completar nuestro diario, cada una escribió una carta a Michael en la que le agradecíamos todo. Esperábamos poder darle la carta en mano o a sus guardas de seguridad al siguiente día, nuestro último día. Cubiertas por un manto de felicidad y agradecimiento, por fin nos dormimos.



2 de septiembre de 2003

Nuestra última mañana en el Valle de Santa Ynez llegó y en realidad era nuestra primera mañana sin sentir los efectos del jet lag. ¡Qué injusto!. Después de desayunar, decidimos hacer un pequeño y rápido desvío en nuestro camino hacia Neverland y lo primero que fuimos a ver fue el mar. Era un cálido y soleado día en el Valle de Santa Ynez pero cuando nos acercamos a Gaviota Beach, una niebla intensa nos envolvió. ¡Qué pena! No pudimos ver nada excepto una dócil gaviota llamada Goo Goo y una señal advirtiendo de las serpientes cascabel. Así que en breve, volvimos a nuestra ruta no sin antes hacer otra parada en el Lago Cachuma, donde tuvimos unas maravillosas y claras vistas. Pero ya habíamos hemos suficiente turismo así que nos dirigimos directas hacia Figueroa Mountain Road. “Break of Dawn” resonaba en los altavoces. De nuevo, conducir por este precioso paisaje que Michael llamaba hogar, con su música sonando, era una experiencia por si sola. Teníamos la sensación de entender por fin y por completo las canciones y sus letras. En el caso de “Break of Dawn” era realmente así, como podréis imaginar.

Era un día tranquilo, de nuevo sin señales de Michael. Nuestra última oportunidad para deleitarnos con la tranquila atmósfera frente al camino, nuestra última oportunidad para ver los coches con los trabajadores entrando y saliendo del rancho y nuestra última oportunidad para disfrutar de la preciosa flora y la particular y terrorífica fauna (tarántulas y serpientes) que había por allí. Pero por mucho que deseamos poder quedarnos, el tiempo no se detuvo para nosotras. Afortunadamente, pudimos darle nuestras cartas a uno de los guardas que nos prometió pasárselas a Michael. Pero eso no hizo que nos fuera más fácil decir adiós. En solo pocos días, habíamos empezado a sentirnos como si estuviéramos en casa. Michael nos había hecho sentir bienvenidas y a gusto. Gracias a su generosidad, amabilidad y amor, algunos de nuestros mayores sueños se habían hecho realidad.

Por la tarde, finalmente nos obligamos juntas a decir adiós a Neverland y a los pocos fans que había. Fue muy duro. Camino de Los Ángeles lloramos mucho pero entonces recordamos uno de los carteles de Neverland. En este cartel había tres pequeños angelitos mirando desde una nube y bajo ellos las palabras “¡Adiós por ahora!”. Nos gustó esa idea de “por ahora”.


Realmente nos reconfortó profundamente en ese momento. Aunque teníamos que irnos, podríamos volver en cualquier momento para ver Neverland y estar cerca de Michael de nuevo. Ese día, Sonja y yo hicimos una promesa de volver tan pronto como nuestras cuentas corrientes nos lo permitieran. Aunque poco imaginábamos que un incidente nos traería de vuelta mucho más pronto de lo que imaginábamos. Pero esa es otra historia –pero no tan feliz porque fue el comienzo del final.

Ahora, solo unos pocos años después, esas tres pequeñas palabras “Adiós por ahora” que una vez fui tan afortunada de leer en ese mágico, precioso y tranquilo lugar llamado una vez Neverland, un lugar donde los sueños se hicieron realidad para miles de personas –niños y los que parecían niños- han llegado a ser las palabras más significativas para mí. Una vez, esas palabras nos reconfortaron a mi amiga y a mí cuando tuvimos que volver a casa tras un fantástico viaje que no queríamos terminar. Pero ahora esas palabras han llegado a ser mucho más importante porque son todo lo que quedan y en ellas descansa la esperanza del mundo. La esperanza de encontrarnos de nuevo en algún lugar con todas las personas queridas que hemos perdido –y estar juntos de nuevo.

Michael, ¡quiero darte tanto las gracias por todo lo que has hecho! Nunca podré agradecerte lo suficiente que cambiaras mi vida y me dieras los mejores años de ella, grandes amigos e increíbles y maravillosos recuerdos así como valores que son tan importantes en tiempos como estos.

Eras demasiado bueno para este mundo. Estabas más allá de tu tiempo. En la promesa de otro mañana, adiós por ahora, querido Michael. ¡Te querré siempre!


 

El caso de Michael Jackson, listo para sentencia



La demanda por muerte por negligencia presentada por la familia de Michael Jackson contra el promotor de sus conciertos está ahora en manos de un jurado, y el veredicto podría tener implicaciones de largo alcance de cómo la industria del entretenimiento hace negocios con sus grandes estrellas.
   El juicio de 21 semanas, que ha abierto una ventana a la vida privada y últimos días del Rey del Pop, ha puesto en el estrado no solo al promotor de conciertos AEG Live sino a todo el modelo de los espectáculos en vivo de la industria del entretenimiento, dicen analistas.
   Tras concluir la fase de los argumentos el jueves, el juez envió al jurado a deliberar y se espera un veredicto en algún momento de la próxima semana, o antes. Los abogados de la familia Jackson han sugerido en documentos judiciales que los daños podrían exceder los 1.000 millones de dólares.
   "Si AEG es hallado responsable, eso coloca a las empresas ante la posibilidad de tener que pagar millones y miles de millones de dólares, y eso ya está provocando que la industria se esté replanteando su estructura", dijo Jo Piazza, autora de 'Celebrity, Inc.' y famosa consultora.
   Actualmente, los productores de entretenimiento suelen pagar sumas por adelantado, que pueden llegar a millones de dólares, a los artistas a cambio de tener un mayor control sobre algunos de sus asuntos.
   La demanda alegaba que AEG llegó a controlar en exceso de la vida de Jackson. La casa en la que Jackson vivía se la proporcionó AEG, y sus bienes estaban asegurados por si él no podía actuar". Esos bienes incluían el catálogo de música de Sony/ATV propiedad de Jackson, que contiene incluso canciones emblemáticas de los Beatles.
   El veredicto "podría tener un efecto negativo en la cantidad de microgestión de la vida de un artista que tienen empresas como AEG", dijo Piazza.
   "Pero la razón por la que existe esa microgestión es para garantizar que los famosos, el talento, está en la mejor posición posible para generar dinero para la empresa de producción", añadió.
   Esa clase de control es la clave de la demanda de muerte por negligencia presentada por la madre de Jackson, Katherine Jackson, y sus tres hijos.