Esta histroria es
contada por Gil Scott-Heron en su biografía. ¿Quién fue Gil Scott-Heron?
Era poeta y músico, principalmente conocido a finales de la década del 1960 y
principio de los años 1970 por sus actuaciones de poesía cantada y hablada,
relacionada con los activistas afroamericanos.
Extracto
de la biografía de Gil Scott-Heron: "The Last Holiday: A Memoir"
Por 1980, ya había
tocado mucho en el Madison Square Garden. De haber seguido viviendo en New
York, podía haber bostezado una o dos veces en mi segunda noche allí con
Stevie. Los neoyorkinos tienen una coraza de chulería y no prestan atención al
Garden, el Empire State Building, y hasta al Estatua de la Libertad.
De hecho hay millones
de neoyorkinos que nunca han visitado estos sitios y sólo saben que el Garden
está cerda de Times Square y que allí se juega al baloncesto.
Sólo los fans de la
música más cultos mencionan que el Madison Square Garden es también un local de
conciertos. (...)
Debí haber perdido
por entonces mi actitud de estadiofobia. Ya habíamos hecho siete
conciertos sin esos ecos que nunca mueren, el "efecto hangar". (...)
Había una razón
ventajosa innegable sobre tocar en un local como el Madison Square Garden. Hay,
en ciertos momentos, una energía que se genera que convierte el concierto en un
evento, que convierte una actuación de interior en un festival al aire libre,
con un aura de celebración. Ese era el rumor especial, un tarareo inaudible de
excitación y energía que vibraba a través de cada uno de los asistentes. (...)
Junto a las luces de
Broadway y las avenidas atascadas de tráfico, existían otros mundos; mundos de
magia y música y milagros. Y esta noche ese iba a ser el mundo de Michael
Jackson.
Otro Jackson. Lo que
yo necesitaba.
Miles de fans que
fantaseaban con ser como Mike, o simplemente les gustaba Mike, tendrían un
espectáculo especial esa noche porque el Príncipe del Pop estaba en el local y
se rumoreaba que y se rumorea que estaba moviendo sus miembros casi líquidos en
algún palco privado mientras yo acababa mi actuación. Cuando cerramos el
concierto se unió a Stevie y a mí. He visto a distintos artistas unirse a
nosotros en el escenario desde Houston a Hollywood. No podías prever la
siguiente sorpresa que Stevie regalaría a su público a lo largo de nuestra gira
por USA y Canadá. Se había convertido en una rutina para los músicos y los
trabajadores y casi no prestaban atención ya a los finales, pero el rumor de
Michael Jackson provocó escalofríos entre ambos, jefes y trabajadores.
Yo estaba contento al
ver a todos contentos. Desde los representantes de la gira de Dick Griffey’s
Concerts West hasta algunos venerables de la jerarquía del Madison Square
Garden, había una neurosis notable y se sentía el ruido en el local durante esa
velada.
Yo había estado con
Michael y un par de sus hermanos antes, pero no puedo decir que le conociera o
si él me recordaría. Le admiraba, por supuesto, ya que no hay forma de no
admirar a un artista que había vendido tantos discos como hamburguesas había
vendido el McDonalds. Había sido invitado de Greg Phillinganes una calurosa
tarde en un estudio de Los Ángeles donde los Jacksons se habían reagrupado para
grabar un disco. Michael era uno de los pocos fenómenos que quedaban cuando
llegué y Greg nos presentó brevemente. Me gustó aquello, sobre todo conocerles
en persona. No había sido tan eléctrico como conocer a Quincy Jones o Miles
Davis, pero no puedo olvidar que así ocurrió. ¿Pero qué sabía yo? Sólo que este
jovencito, con el pelo cayendo sobre un ojo y una voz tan suave y tranquila que
tus oídos tenían que estirarse para recogerla, era la realeza de la industria
musical.
(...) Haber tenido
encuentros casuales con artistas fuera del trabajo no me había preparado para
cómo la electricidad se podía elevar, cómo podía crecer el nivel de excitación
en un concierto cuando Michael Jackson se unió a nosotros cuando la banda se
metió en el ritmo reggae de “Master Blaster.” Subió el voltaje.
Suelo intentar contar
a la gente lo especial que fue Michael Jackson, porque creo que no lo saben.
Porque ni yo lo sé. Pensaba que lo sabía, hasta que salió a cantar “Master
Blaster” en el Madison Square Garden.
Stevie avisó al
técnico que para que mantuviera la base rítmica y con una amplia
sonrisa recibió a su “invitado especial” alguien que no necesitaba
introducción. Miré tras de mi cuando él se acercó con tres pasos, pausó el
ritmo, y se quedó allí más tieso y más alto, convirtiéndose en un ser sólido
como si pasara de ser niebla a ser hombre. No se ve eso muchas veces.
No salió simplemente
al escenario. Se solidificó según entró. Un truco de iluminación. Se deslizó a
mi lado hacia el cañón de luz. Hubo una subida de energía desde el público que
elevó el sonido del local de estéreo a cuadrafónico e incluso la temperatura pareció
subir cuando él tocó el perímetro de la foto de la luz. Y las sospechas del
público se confirmaron al reconocerle, el rumor se convirtió un rugido activo.
El volumen de los altavoces se había superado y la sonrisa de Stevie se había ampliado
más mientras tocaba las palmas contra su pecho y esperaba el turno, luego abrió
la canción y el rugido del público se deslizó hacia el ruido del
trueno de nuevo.
Cuando llegó el
estribillo y fue como una gran carga aterrizando sobre espuma: “Didn’t know you would be jammin’ until the
break of dawn...” Michael y yo comenzamos con el ritmo y en la misma nota
de armonía, pero tan suavemente como había llegado flotando desde las sombras
hasta mi sitio su voz saltó a la siguiente armonía donde parecía acabar con
nuestra colisión y sentirse como en casa, dos notas por encima de la escala.
Tras otro coro
conmigo sujetando el micro para Mike me dí
cuenta de lo preparado que estaba para hacer esto y lo poco preparado que
estaba yo para hacerlo con él.
Conocía la canción.
Toda ella. La letra, los cambios, y todas las partes armónicas. Demonios, yo no
hice bien mi parte hasta que la gira llegó a Hartford. Esta noche me sentí como
un maniquí de metro ochenta sujetando la base de un cono de helado gigantesco,
congelado en posición de extender mi brazo entre nosotros, intentando captar
las voces de nosotros dos. Me sentí como intentando coger agua con un
atrapamariposas. Estaba dispuesto a quedarme allí clavado y sujetar el soporte
del micrófono. Michael podía haberlo hecho, pero incluso estando parado parecía
fluir en todas direcciones. Sin otro pensamiento agarré el micro y lo llevé
hacia las sombras de nuestro lado del escenario.
En esencia pude ver
dos maravillas a la vez. De cerca: a un sonriente Stevie en el centro del
escenario tras su teclado con la cabeza ligeramente inclinada en lo que debía
ser mi dirección; y deslizándose dentro y fuera del círculo de luz que
normalmente me indica donde debo estar y viendo a este joven, arqueándose con
un equilibrio imposible, retorciendo el tempo de la canción a su alrededor como
un cordón que se enrolla en una peonza. Y luego a la inversa, girando como un
patinador de hielo sin esqueleto. La simetría era perfecta porque se quedó
quieto como una estatua cuando comenzó de nuevo el verso y volvió Stevie. Miré
adelante y pensé que todavía tenía treinta conciertos más para intentar eso, hacerlo
como Mike. Posiblemente no.
Fuente: mjhideout
Aquí un video de Steve Wonder cantando solo "Master Blaster" en vivo
Nota:
Lamentablemente no hay video, audio e imagen de esta presentación.
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¡¡Gracias
por leer!! Espero que hayas disfrutado de este post.