LOS
AÑOS INTERMEDIOS
LA
ÉPOCA DE HAYVENHURST
CAPÍTULO
OCHO: Lecciones de Vida
Cuando Michael vio la
piscina con los dos delfines en el fondo, no tuvo ninguna duda: Hayvenhurst era
su casa soñada –y la habíamos obtenido gracias a la música. Fue en mayo de 1971
cuando nos instalamos en Encino, un suburbio de Los Ángeles en el Valle de San
Fernando. En principio era una casa de una sola planta que después Michael
remodeló. Su anterior propietario era Earle Hagen, un compositor de música para
televisión, por eso la casa contaba con su propio estudio, además de seis
dormitorios, piscina, pista de baloncesto y unos 8.000 m2 de terreno. Podíamos
nadar en la piscina hasta el atardecer y sentarnos a desayunar en el patio
rodeados de naranjos y limoneros. Por primera vez teníamos espacio, éramos 13
personas con las adiciones de Jack Richardson y Johnny Jackson.
La nueva casa era un
signo de que estábamos ganando dinero y cada uno recibíamos una paga de cinco
dólares a la semana. Michael los gastaba en material de dibujo. También
desarrolló una gran fascinación por los trucos de magia. Cuanto más se
sorprendía nuestra madre -mientras convertía un paraguas en un ramo de flores y
hacía desaparecer una moneda de su mano- más feliz estaba él.
A pesar de nuestra
nueva fortuna, nuestros padres no nos malcriaron nunca. Todavía teníamos
tareas. Si alguien nos hubiera visitado cualquier fin de semana, se habría
encontrado a Tito y a mí pasando la aspiradora y lavando, a Michael, Randy y a
Janet limpiando las ventanas y a Jackie y a La Toya fregando el suelo y
recogiendo hojas del jardín.
***
Michael recibió
algunas amenazas de muerte, no recuerdo los detalles pero eso fue suficiente
para cambiarnos a la escuela privada. No queríamos tentar a la suerte,
especialmente después de que una de las Supremes, Cindy Birdsong, fuera atacada
y secuestrada en su casa el mismo año en que nos mudamos a California. Tal vez
por eso llegaron a casa Lobo y Heavy, dos perros pastores alemanes. Lobo gruñía
de tal modo que cada periodista que visitaba la casa lo mencionaba en su
entrevista.
Tito, Marlon, Michael
y yo asistíamos a la escuela Walton en Panorama City. Su actitud liberal nos
permitía faltar cuando era necesario salir de gira y nos trataban igual que a
los demás. Michael incluso tuvo que hacer una audición para la obra que se representó
en el colegio, Guys and Dolls.
Un día estábamos en
la puerta del colegio cuando vimos aparecer un coche fúnebre. Un muchacho alto,
guapo y con un afro todavía más impresionante que los nuestros salió del coche
junto a una persona mayor, creo que su madre, discutiendo que no quería
quedarse allí. Entonces se dio la vuelta y vio a Tito. “Espera… ¿todos ustedes están en esta escuela?”
“Sí,
todos menos Jackie,” dijo Tito.
Nunca he visto a un
chico que cambiara más rápido del enfado a la sonrisa. Antes de darnos cuenta,
John McClain, el hijo del director de la funeraria, estaba despidiendo a su
madre y pensando que había llegado a la escuela más guay del mundo. Desde
entonces se convirtió en amigo nuestro y compartía sus aficiones musicales
tocando con Tito, su fascinación por Motown y su lado travieso con Michael.
Cuando los dos estaban juntos, el problema era doble.
Una tarde estaba con
ellos en el patio de la escuela cuando vi a ese chico, George, en los
columpios, a unos 50 metros de donde estábamos. “Te
apuesto a que no le lanzas este melocotón a la cabeza y le das!”
dijo Michael, retándome y olvidándose de mi puntería.
“¿Cuánto?”
“Dos
dólares.”
Hora de jugar. Me dio
el melocotón, ajusté mi puntería y… BOOM!
Michael daba saltos
arriba y abajo y salió corriendo mientras George se preguntaba quién y qué le
habría golpeado.
Pero su mayor broma
fue cuando decidieron darle una lección a Sean, un chico algo impertinente.
John, sin duda aplicando sus conocimientos en el tema funerario, cavó un agujero
en el patio del colegio de poco más de un metro de profundidad. No tengo idea
de cómo hicieron para llevarle hasta allí pero Sean –rubio y con un corte de
pelo a lo Beatles- acabó de rodillas en el agujero mientras Michael y John lo
enterraban lanzándole tierra con los pies hasta el pecho. Entonces salió una
profesora.
“¿Quién
hizo esto? ¡Sáquenlo de ahí ahora mismo!”
Esa fue una de las
pocas ocasiones en que escuché a una maestra estas palabras: “¡Estoy sorprendida contigo, Michael
Jackson!”
Michael siempre
estaba pegado a mí fuera de las clases, como el pegamento. Una vez que pensé
que me lo había conseguido despegar, desaparecí con una chica en el cuarto
oscuro de la clase de fotografía. Estábamos allí con la puerta cerrada y a
punto de besarnos cuando… “TE
PILLÉ, TE PILLÉ!” Gritó Michael súbitamente.
Causó tal escándalo
que llegó una profesora a ver qué pasaba y mientras yo trataba de explicarle
qué hacía allí, escuché a Michael riendo mientras se iba a toda prisa.
En otra ocasión,
estaba yo con una chica en mi habitación del hotel. La cosa se estaba poniendo
seria, besándonos y acariciándonos de una forma que yo no creía posible. “Me encanta cómo me acaricias los muslos…” decía…
[“Yo no estoy acariciándote los muslos.”] Me las arreglé para echar un rápido
vistazo debajo de la cama y fue cuando vi el brazo de Michael saliendo y
haciendo círculos con la mano en el muslo de ella.
“¡¡MICHAEL!!”,
salté. La chica abochornada y Michael riendo y gateando ya hasta la puerta.
Me negué a hablar con
él aquella noche. Cuando apagamos las luces y me dijo buenas noches, no le
contesté. Esperó unos minutos en la oscuridad y entonces hicimos las paces. “¡Tenía unos muslos muy suaves!”,
dijo. Y los dos estallamos en risas.
***
Cuando actuamos en el
Coliseum de Memphis estábamos muy contentos porque eso significaba que no solo
íbamos a reunirnos con Rebbie, sino también con su hija, nuestra nueva sobrina,
Stacee, de 10 meses de edad entonces. Rebbie condujo desde Kentucky durante la
noche hasta nuestro hotel y pidió una cuna para ponerla en la habitación de al
lado. Nadie estaba más contento que Michael cuando llegó nuestra hermana mayor
y se comportó como el más cariñoso de los tíos. Pasó más tiempo que nadie con
Stacee haciéndole reír con muecas. De hecho, no sé quién entretenía más a quién
mientras andaban a gatas de un lado a otro. Les dejamos a los dos solos
mientras nos fuimos con Rebbie a la habitación de al lado cuando, después de
una hora, nos preguntamos, “¿Está Michael
todavía ahí?”
Rebbie fue a mirar. Un
segundo después se asomó a la puerta, con un dedo en los labios haciendo
señales para que nos acercáramos sin hacer ruido y vimos la escena más linda y
divertida –Michael se había subido a la cuna, se había acurrucado junto a
Stacee y se habían quedado los dos dormidos. Era una imagen angelical. Michael
tenía entonces 13 años y ya entonces su empatía, amabilidad y conexión con los
niños era siempre una parte intrínseca e inocente de él.
Fuente: aquí
***
Deseas leer otra vez los
extractos del libro YOU ARE NOT ALONE. MICHAEL: A TRAVÉS DE LOS OJOS DE UN
HERMANO por Jermaine Jackson, aquí los ocho capítulos:
AHHHHH Q BONITO LEER COSAS LINDAS Y DIVERTIDAS DE MIKE!!! ERA UN AMOR Y M GUSTA VER Q TENIAA RATOS D FELICIDAD !!! LEERE LOS DEMAS CAPITULOS :) GRACIAS GEMY ATTE DIANA...
ResponderBorrarEs muy hermoso leer bonitas anécdotas sobre Michael nos hace conocerlo un poquito más por eso me encanta subir anécdotas, recuerdos y demás. Oh que bien, espero que disfrutes los extractos del libro. Saludos ( ͡° ͜ʖ ͡°) ✋
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