La
Ley de Murphy estuvo en plena vigencia, y nada iba bien para el director Steve
Barron en el set del video para el primer single de Thriller. Pero como él
detalla en un fragmento de su nuevo libro, Eggs n' Chips and Billie
Jean, una vez que Michael empezó a bailar, todos los problemas desaparecieron.
Ahora es el momento en que la voz coincida con el
movimiento de los labios. De poner el playback. Momento de hacer el coro. Y
este es el sitio para que Michael baile. Y a cualquier lugar del pavimento que
vaya, las baldosas se iluminarán, solo con la presión, solo por ponerse en
ellas, ¿verdad? No.
“Michael, lo siento, pero no somos capaces
de hacer que las baldosas se iluminen con la presión”. Escuchaba de camino al set. “El electricista” –yo estaba
señalando a un tipo de mediana edad con un aspecto duro que estaba de cuclillas
al otro lado del estudio con un sándwich en una mano y un panel de
interruptores en el suelo enfrente de él- “seguirá
tus movimientos y encenderá las luces a medida que toque las baldosas”.
¡Eso es una mierda! Yo estaba furioso con que el
departamento de arte me saliera con eso, y yo tenía que soltárselo a Michael.
Es vergonzoso. ¿Cómo va a funcionar?
“Ok”. La
voz de Michael parece incluso más suave.
Camine con él a lo largo de las baldosas, “Ésta se iluminará, éstas dos no, entonces ésta lo hará y ésta no, entonces
dos de éstas”.
Estaba intentando ser positivo pero todo esto era una
mierda.
Estábamos intentando hacer la actuación principal del
video y todo era un desastre en el último minuto. Quizás esta idea de Midas
Touch es una estupidez. Quizás va a ser una mierda. Quizás debería haberlo hecho
más sencillo. La he cagado y ahora estoy enojado.
“¿Podemos ensayarlo unos poco minutos,
Michael?”
“No, me gustaría grabarlo directamente”.
Oh. ¿De verdad? ¿Es buena idea? Ni si quiera habíamos
visto lo que Michael intentaba hacer. ¿No estaremos poco preparados?
¿Y cuantos rollos de película tenemos en el presupuesto?
No te preocupes por eso. Michael está más cómodo
grabando.
Vamos a ello. Que empiece el playback. El sonido de
Billie Jean lleno el estudio por primera vez. Ese ritmo hipnótico.
Esas jadeantes vocales.
Puse la cámara Arriflex de 16mm sobre mi hombro, puse mi
ojo en el objetivo. Veía a Michael en la acera, moviendo una pierna ligeramente
al ritmo de la canción, quieto, estático, esperando que el verso finalizara
para hacerlo.
¿Y cómo lo ha hecho?
Con una asombrosa y diferente energía corriendo ahora a
través de sus venas. Él se enfrentó a mi cámara. Mirando directamente el cañón
de la lente. Estaba bailando y cantando. ¿Eso es bailar? No es como ningún otro
bailarín que haya visto. Esta fuera de este mundo. Es extraordinario.
El mundo va a ver esto y se va a paralizar. El mundo va a
ver esto y va a tener que aguantar la respiración. Lo sé porque ahora mismo, yo
no puedo respirar. Y la adrenalina corre por mis venas, calentado la cámara a
la que estoy pegado.
Literalmente, la lente por la que miro esta empañada.
Pero a través de la neblina aun puedo ver como Michael se pone de puntillas
sobre sus dedos, como da vueltas y se gira con los reflejos de un gato. Con la
habilidad de Ginger Rogers y Gene Kelly y de cualquiera que alguna vez se haya
movido.
Ahora incluso improvisa. Está incorporando su inquietud a
sus movimientos. Ciertamente no ha practicado esto delante del espejo. Está
jugando con la electricidad que el pobre electricista en la esquina del estudio
está intentando mantener. Está jugando con la manera en la que el pavimento se
ilumina, fusionándolo con la velocidad y la invención de su baile. Es
impresionante. Es brillante. Es Michael Jackson.
Corten.
Corten. Wow. Wow.
Desde hace treinta años, estas imágenes están grabadas de
manera indeleble en mi mente.
Extraído de la revista Newsweek