¡¡¡Hola amigos!!! Aquí de vuelta con una
reflexión muy hermosa escrita por el propio Michael Jackson parte del libro
Dancing the Dream, espero que la disfruten y reflexión acerca de este mensaje y
porque no mirarnos al espejo y ver lo que hay en nuestro interior.
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Yo quería cambiar el mundo, así
que me levanté una mañana y miré al espejo. La persona que se reflejaba dijo,
“No queda mucho tiempo. La tierra está atormentada por el dolor. Los niños están
hambrientos. Las naciones están divididas por la desconfianza y el odio. Por
todas partes el aire y el agua han sido ensuciados más allá de lo soportable. ¡Haz
algo!
El que está tras el espejo se
siente muy enfadado y desesperado. Todo parecía un desorden, una tragedia, un
desastre. Decidí que él debía tener razón. ¿No me sentía yo también
terriblemente mal por estas cosas, como él? El planeta estaba agotándose y
malgastándose inútilmente. Imaginar la vida en la tierra sólo la próxima
generación me hizo sentir pánico.
No era difícil encontrar gente
buena que quisiera resolver los problemas de la tierra. Mientras escuchaba sus
soluciones, pensaba, “Hay tantos buenos deseos aquí, tanta preocupación”. Por
la noche, antes de ir a dormir, el del espejo me miró seriamente. “Ahora
llegaremos a alguna parte”, declaró. “Si todo el mundo cumple su parte.”
Pero todo el mundo no cumplió su
parte. Alguno lo hizo, pero, ¿estaban deteniendo la marcha de los
acontecimientos? ¿Habían resuelto el dolor, el hambre, el odio y la polución?
Sabía que no. Cuando me levanté por la mañana, el del espejo me miró
confundido. “Quizás es desesperanza”, susurró. Entonces una mirada sigilosa
asomó a sus ojos y encogiéndose de hombros dijo “Pero tú y yo sobreviviremos.
Al menos estamos bien.”
Me sentí extraño cuando él dijo
eso. Había algo muy mal allí. Un sospechoso desmayo me asaltó, de un modo tan
claro como nunca antes lo había hecho. ¿Qué pasaría si el que se reflejaba en
el espejo no era yo? Él se siente alejado. Ve los problemas “desde fuera” para
ser resueltos. Puede que lo sean, puede que no. El seguirá adelante. Pero yo no
siento así. Esos problemas no son “desde fuera”, en realidad. Los siento dentro
de mí. Un niño llorando en Etiopía, una gaviota debatiéndose patéticamente en un
vertido de aceite, un gorila siendo cazado despiadadamente, un joven soldado
temblando de terror cuando escucha los aviones sobrevolando: ¿No me suceden a
mí cuando veo y escucho sobre estas cosas?
La siguiente vez que miré al
espejo, mi reflejo había empezado a desaparecer. Era sólo una imagen, después
de todo. Me mostraba una solitaria persona encerrada en un envoltorio de piel y
huesos. “¿Alguna vez pensé que eras yo?” Empecé a preguntarme. No estoy tan
apartado ni asustado. El dolor de la vida me afecta, pero la alegría de vivir
es más fuerte. Y solo eso podrá curar. La vida es la cura de la vida y lo más
que yo puedo hacer por la tierra es ser su niño querido.
El del espejo se estremeció y se
revolvió. No había pensado tanto acerca del amor. Ver “problemas” era mucho más
fácil, porque el amor significa una completa honestidad. ¡Ay!
“Oh, amigo,” le susurré “¿Piensas
que se pueden resolver los problemas sin amor?” El del otro lado del espejo no
estaba seguro. Habiendo estado solo tanto tiempo, no confiando en otros y otros
no confiando en él, provoca una tendencia en uno mismo a desvincularse de la
realidad. “¿Es el amor más real que el dolor?” preguntó.
“No puedo prometer que así sea.
Pero podría serlo. Descubrámoslo.” Le dije.
Toqué el espejo con una sonrisa.
“No estemos solos nunca más. ¿Serás mi compañero? Escucho como comienza una
danza. Ven.” El del otro lado del espejo sonrió tímidamente. Se estaba dando
cuenta de que podíamos ser los mejores amigos. Podíamos ser más pacíficos, más
cariñosos, más honestos el uno con el otro cada día.
¿Cambiaría eso al mundo? Creo que
sí. Porque la Madre Naturaleza quiere que seamos felices y la amemos mientras
atendemos a sus necesidades. Ella necesita personas sin miedo a su lado, cuyo
coraje venga de formar parte de ella, como un niño que es lo suficientemente
valiente para echarse a caminar porque su madre le sostiene en sus brazos para
no caerse. Cuando ese del espejo está lleno de amor hacia sí mismo y hacia mí,
no hay lugar para el miedo. Cuando teníamos miedo y pánico, dejamos de amar
nuestra vida y nuestro planeta. Desconectamos. ¿Así cómo va a poder alguien
ayudar a la tierra si se siente desconectado? Quizás la tierra nos esté
diciendo lo que quiere y por no escuchar, caemos en nuestro propio miedo y
pánico.
Una
cosa sé: Nunca me siento solo cuando soy un hijo de la
tierra. No me tengo que aferrar a mi propia supervivencia hasta el punto en que
me doy cuenta de que, día tras día, toda la vida está en mí. Los niños y su
sufrimiento, los niños y su alegría. La marea en el océano subiendo bajo el
sol; los animales estallando con la absoluta alegría de estar vivos.
Este sentido de “El mundo soy yo”
es como siempre quiero sentirme. Ese del espejo tiene sus dudas a veces. Así
que soy comprensivo. Cada mañana toco el espejo y susurro, “Oh, amigo, escucho
una danza. ¿Serás mi compañero? Ven.