King!

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sábado, 4 de octubre de 2014

Brad Sundberg y su amistad con Michael Jackson / Brad Sundberg and his friendship with Michael Jackson





Se ha cumplido un año del aniversario de su muerte. Estos días se escucha su música, noticias sobre sus herederos o hijos, chistes, rumores. Su enorme deuda ha bajado de 500 a 300 millones con el dinero fluyendo gracias a los hombres de negocios que controlan su patrimonio. Según Sony Music, se han vendido 31 millones de albumes desde su muerte. La película "This Is It" ha generado 260 millones de dólares en el mundo. Sus videos se ponen en TV y Captain Eo sigue atrayendo a gente en Disneyland y Epcot Center de Walt Disney World.

La gente está empezando a recordar que detrás de todas esas historias de tabloides, excentricidades y acusaciones, había un chico con un increíble talento que creó la banda sonora para millones de personas. Era un artista, así de simple, dentro y fuera del escenario. También fue un gran cliente, jefe y amigo.
Muchos de vosotros sabéis que trabajé con él en incontables proyectos a lo largo de 18 años. He tenido la oportunidad de conocer a y trabajar con muchos "famosos", pero ninguno fue más interesante ni polarizador que este hombre. Cuando la gente se entera de que trabajé con él durante tanto tiempo tienen una entendible curiosidad. Lo más típico es que empiecen con, "Entonces, ¿era tan raro como parecía?". No les culpo. Los medios hicieron un gran trabajo describiéndole de tal forma que parecía que iba por ahí en pijama subido a un mono con los huesos del Hombre Elefante en la mochila de camino a un campamento de Boy Scouts.

Mi trabajo no es convencer a nadie sobre si era inocente o si era "normal". Sólo puedo compartir mis recuerdos de haber trabajado con él en el estudio de su casa, conocida como Neverland Valley Ranch.
Cuando escribí el siguente artículo, poco después de su muerte, recibí muchas notas de aprecio por mostrarle a la gente al artista que conocí. Continuaré escribiendo y recopilando estas historias, ya que él fue un individúo verdaderamente único, e impactó profundamente en mi vida y mi carrera.
Si puedes dejar de lado la locura de los medios durante unos minutos, te hablaré de un amigo que murió hace un año. Su nombre es Michael Jackson.



 Gone Too Soon

Me casé en 1985, conseguí mi primer trabajo en un estudio de grabación (Westlake Audio), y conocí a una de las mejores personas que he visto en mi vida, Michael Jackson. Menudo año. Simplemente intentar recumir casi 20 años de relación y amistad con Michael en un artículo es imposible, pero dejadme intentar ofreceros un vistazo en el increíble mundo del que tuve el privilegio de formar parte.
Michael trabajaba en Captain Eo para Disneyland y Epcot Center. Había acabado el Victory Tour, el disco Thriller, su dominio en la MTV, y estaba de vuelta en el estudio. Me gustaría recordar la primera vez que le ví, pero seguramente nos cruzamos por los pasillos. Siempre era cálido, pero tímido. De vez en cuando charlábamos un poco, pero llevó tiempo conseguir confianza.
Por aquella época había hecho también un disco a menudo olvidado, The ET Storybook. Ahí fue cuando conocí a Quincy Jones y Bruce Swedien. A principios de 1986 el equipo se mudó al Westlake Studio D de Hollywood para grabar el album Bad, y me dieron la bienvenida. Yo trabajaba en las sesiones durante el día, pero estaba invitado a acudir a las nocturnas como oyente para aprender. Eventualmente trabajé hasta llegar a director técnico del equipo, y así solidifiqué la confianza. Fue en este tiempo cuando Michael me apodó "Really Really Brad," un giño al coro "Bad, Bad, Really Really Bad." Mira los créditos del disco, ahí lo pone.

Durante los diez años siguientes trabajé con Michael en los preparativos de su BAD Tour en 1988, luego volvimos al estudio para grabar Dangerous en Los Ángeles, seguido de HIStory en New York. También en incontables vídeos musicales, el HIStory Tour, el proyecto Moonwalker, el disco Blood On The Dance Floor, y otros proyectos, así llegué a conocerle muy bien.
Entonces, quién era Michael Jackson, y porqué tuvo un efecto tan profundo en mi vida? Ni por un momento pretendí ser su mejor amigo ni su confidente. En su lugar, trabajaba para él y con él y lo consideraba un honor.
Era un profesional consumado. Si tenía que grabar su voz a media mañana, a las 10 de la mañana ya estaba allí con su entrenador vocal Seth, cantando escalas. Si, escalas. Yo colocaba el micro, comprobaba los equipos, hacía café, y todo esto mientras él cantaba escalas durante dos horas.
Normalmente venía conduciendo él sólo hasta el estudio. Durante un tiempo llevaba un gran Ford Bronco con golpes y arañazos. No era un gran conductor. Más de una vez llamó para decir que llegaría tarde tras haber sufrido alguna pequeña colisión.
Era intensamente curioso sobre "la vida normal". Una vez me preguntó por la Navidad, y no podía entender cómo los niños podían esperar hasta la mañana de Navidad para abrir los regalos. Fue criado como Testigo de Jehovah, así que en la familia Jackson no hubo celebraciones de Navidad.

Como conocía su mundo, dejadme ofrecerles unos detalles. Un álbum "típico" de MJ solía llevarnos entre 10 y 16 meses en el estudio. El presupuesto daba para que se grabaran tantas como 100 canciones para cualquier proyecto. Algunas se descartaban pronto, mientras otras se iban perfilando. Llamábamos a músicos para que añadieran sus texturas e ideas, pero en el centro de todo siempre estaba Michael. El equipo era bastante pequeño dado el nivel de los proyectos. Cada proyecto era ligeramente distinto, pero lo típico era que fuésemos menos de ocho personas trabajando día a día, desde el primer día hasta que el proyecto estaba masterizado. No había séquito. Ni huesos del hombre elefante. Ni grupies. Ni drogas. Sólo música. Y comida.
Durante el álbum BAD, los viernes se convirtieron en el "día de la familia". Solía traer a sus dos chefs, conocidas cariñosamente como las Slam Dunk Sisters, que preparaban una gran cena para el equipo, músicos y otros miembros de la familia que estuvieran allí. Ya que solíamos trabajar a veces hasta 80 horas semanales, no era raro que Deb viniera a cenar con nosotros. A Michael le gustaba ver a las familias juntas. En otros proyectos posteriores, yo llevé a mis hijas, a las que él quería y con las que jugaba. Hubo un momento que tengo grabado, cuando Deb trajo a mi hija Amanda, que era un bebé por entonces, al estudio por la tarde. Puso una alfombra de goma y trajo algunos juguetes, Michael se sentó y estuvo un rato jugando con ella. Miró a Deb y le dijo, "Este es su pequeño mundo privado ¿verdad?"


Jugando a la Jenga con MJ

Cuando trabajas en un ambiente así, empieza a emerger un sentido de normalidad. No era raro que pasaran por allí famosos o VIPs. Un día el Servicio Secreto rastreó el edificio durante horas antes de recibir una visita de Nancy Reagan. La siguiente fue la Princesa Estefanía de Mónaco, (que hacía un cameo en el tema "In The Closet.") Los monos eran invitados comunes en el estudio, así como una serpiente gigante, a ambos les tenía que acabar sujetando yo mientras Michael grababa voces. A Michael le gustaba mezclar trabajo y diversión, pero siempre iba antes el trabajo.
Le he visto componer muchos temas, y el proceso es increíble. Le pregunté de dónde venían, y me dijo que eran regalos de Dios. Podía escuchar la canción completa en su cabeza antes de que nos diera tiempo a colocar cinta grabadora en las máquinas. A veces cantaba el sonido de la batería, del bajo, la percusión, los teclados, etc... y luego se lo dábamos a los músicos para que reemplazaran sus demos.
Su sala solía estar decorada con posters de Disney y memorabilia del viejo Hollywood. Adoraba la inocencia, y mostraba amabilidad, humor y paciencia.
La ética del trabajo también tenía algún punto de escape de vez en cuando. Había días en los que, al llegar al estudio, descubríamos que había volado a Europa o Japón a pasar unos días y se le había olvidado decírnoslo. Eso a veces significaba que teníamos unos días libres de sorpresa, lo que era genial.

Eso también recordaba los interminables viajes y horas de trabajo que hizo de niño. Recuerdo que me habló de mujeres adulta que se tiraban a él cuando sólo tenía 9 o 10 años. No se me olvidará una que me contó sobre un vuelo que hizo con su padre y sus hermanos durante una tormenta nocturna de rayos. El avión se movía de un lado a otro, iluminado por los rayos y él comenzó a llorar de miedo. Su padre le ignoró avergonzado. Una azafata se sentó con él hasta que acabó la tormenta. Escucharle contar aquello, con lágrimas en sus ojos, te da una pista de lo que ha sido su vida.
Hay poca gente con la que haya trabajado de forma tan cercana o tanto tiempo como con Michael Jackson. Hubo varios meses en los que estuve más tiempo con él que con mi propia esposa. En algún momento alrededor de 1991 me pidió visitar un rancho que había comprado, para diseñar un sistema de sonido para un carrusel. Lo siguiente que supe es que estaba en Neverland Valley Ranch, en Santa Ynez, California. Había construcciones por todas partes, el parque de atracciones estaba en sus primeras fases de instalación. Durante los años siguientes Michael me pidió que le construyera un sistema tras otro, que pusiera música a sus coches de choque, por el zoo, en dos trenes, todo alrededor del parque de atracciones, el lago, las estaciones de tren, y dentro de la casa, y dentro del su dormitorio y su baño. A Deb le gusta contar que Michael llamó a vedes a las 2 de la madrugada (sus horas de sueño nunca fueron normales) para hablar conmigo sobre una nueva atracción que había conseguido para Neverland, y si le podría poner música. Todavía tengo viejas cintas con mensajes en el contestador en los que me daba las gracias por los sistemas que le había construido.
Michael tenía muy poca paciencia cuando se trataba de nuevas atracciones. Cuando encargó el segundo tren para el rancho, volamos hasta Ohio para instalar luces y música antes de que lo llevaran a California. Así, tan pronto como lo sacaran del camión y lo pusieran sobre la vía, estaría preparado para Michael. ¡Vivía por esos momentos!
En su día, Neverland Valley fue uno de los lugares más preciosos que he visto jamás. Él adoraba el rancho. Podía comportarse como un niño, conducir cochecitos de golf, tirar globos de agua y pasarlo bien. Semana tras semana iban autocares con niños pobres, niños de Make A Wish, amigos y familia. Yo estuve allí con esos niños enfermos cuyo deseo antes de morir era pasar un día con Michael.
Neverland crecía y a mí me picó el gusanillo de seguir construyendo sistemas y dejar un poco los estudios de grabación. Pronto me vi trabajando para Elizabeth Taylor, construyéndole un gran sistema de audio exterior, seguida por mi gran amigo Quincy Jones.
Este era el Michael que conocí. Inocente, quizá aniñado a veces, pero no infantil. Un profesional que trabajó para ser el mejor artista del mundo y siempre sin dejar de disfrutar. Si estaba cómodo, se podía reír y bromear con cualquiera, pero si algo le hacía estar incómodo, desaparecía.
Solíamos decir que había dos Michaels: aquel con el que trabajamos, y el que salía ante un escenario de 100.000 personas y actuaba para ellos. Siempre ha habido cantantes y bailarines, pero Michael era una categoría en sí mismo. Habré estado en unos 12 de sus conciertos (mi hija Amanda subió con él al escenario en Paris junto a otros niños para cantar "Heal The World"), y realmente no hay nada que se pueda acercar a ese nivel artístico.

 
Si, hubo acusaciones. No, no me creí nada.

Si, cambió su color y la forma de su cara. No, realmente me da igual.

He trabajado con mucha gente que parecía normal y estaba llena de dolor y odio. Trabajé con alguien que podría parecer anormal y excéntrico y aun así mostraba bondad, amor, generosidad, paciencia, humor y humildad todos los días de la semana. Podría escribir páginas y páginas sólo con los simples actos de bondad que he visto con mis ojos.
Pero las excentricidades continuaron.

La última vez que hablé con Michael fue alrededor de 2003. Quería que hiciera trabajo adicional en el rancho, pero claramente las cosas habían cambado. Tuvimos una incómoda conversación en la que decliné hacer el trabajo por lo que me ofrecía. Luego se fue en su carrito de golf. Cuando subí en mi coche, supe que era la última vez que le vería. Recuerdo haber mirado hacia el valle con el parque de atracciones ya no tan resplandeciente, con el cesped no tan verde como fue un día, y con Michael conduciendo sobre el puente de camino a casa. Había pasado mucho tiempo desde aquellos pasillos en un estudio donde nos cruzamos hacía 20 años.

Pero no cambiaría un minuto de los que he vivido.

Gracias Michael, por dejarme ser una pequeña parte de tu mundo. Me enseñaste más de lo que nunca imaginaste. Tu amistad es algo que guardo como oro en paño. Descansa en paz amigo.