Se ha cumplido un año
del aniversario de su muerte. Estos días se escucha su música, noticias sobre
sus herederos o hijos, chistes, rumores. Su enorme deuda ha bajado de 500 a 300
millones con el dinero fluyendo gracias a los hombres de negocios que controlan
su patrimonio. Según Sony Music, se han vendido 31 millones de albumes desde su
muerte. La película "This Is It" ha generado 260 millones de dólares
en el mundo. Sus videos se ponen en TV y Captain Eo sigue atrayendo a gente en
Disneyland y Epcot Center de Walt Disney World.
La gente está
empezando a recordar que detrás de todas esas historias de tabloides,
excentricidades y acusaciones, había un chico con un increíble talento que creó
la banda sonora para millones de personas. Era un artista, así de simple,
dentro y fuera del escenario. También fue un gran cliente, jefe y amigo.
Muchos de vosotros
sabéis que trabajé con él en incontables proyectos a lo largo de 18 años. He
tenido la oportunidad de conocer a y trabajar con muchos "famosos",
pero ninguno fue más interesante ni polarizador que este hombre. Cuando la
gente se entera de que trabajé con él durante tanto tiempo tienen una
entendible curiosidad. Lo más típico es que empiecen con, "Entonces, ¿era
tan raro como parecía?". No les culpo. Los medios hicieron un gran trabajo
describiéndole de tal forma que parecía que iba por ahí en pijama subido a un
mono con los huesos del Hombre Elefante en la mochila de camino a un campamento
de Boy Scouts.
Mi trabajo no es
convencer a nadie sobre si era inocente o si era "normal". Sólo puedo
compartir mis recuerdos de haber trabajado con él en el estudio de su casa,
conocida como Neverland Valley Ranch.
Cuando escribí el
siguente artículo, poco después de su muerte, recibí muchas notas de aprecio
por mostrarle a la gente al artista que conocí. Continuaré escribiendo y
recopilando estas historias, ya que él fue un individúo verdaderamente único, e
impactó profundamente en mi vida y mi carrera.
Si puedes dejar de
lado la locura de los medios durante unos minutos, te hablaré de un amigo que
murió hace un año. Su nombre es Michael Jackson.
Gone Too Soon
Me casé en 1985,
conseguí mi primer trabajo en un estudio de grabación (Westlake Audio), y
conocí a una de las mejores personas que he visto en mi vida, Michael Jackson.
Menudo año. Simplemente intentar recumir casi 20 años de relación y amistad con
Michael en un artículo es imposible, pero dejadme intentar ofreceros un vistazo
en el increíble mundo del que tuve el privilegio de formar parte.
Michael trabajaba en
Captain Eo para Disneyland y Epcot Center. Había acabado el Victory Tour, el
disco Thriller, su dominio en la MTV, y estaba de vuelta en el estudio. Me
gustaría recordar la primera vez que le ví, pero seguramente nos cruzamos por
los pasillos. Siempre era cálido, pero tímido. De vez en cuando charlábamos un
poco, pero llevó tiempo conseguir confianza.
Por aquella época
había hecho también un disco a menudo olvidado, The ET Storybook. Ahí fue
cuando conocí a Quincy Jones y Bruce Swedien. A principios de 1986 el equipo se
mudó al Westlake Studio D de Hollywood para grabar el album Bad, y me dieron la
bienvenida. Yo trabajaba en las sesiones durante el día, pero estaba invitado a
acudir a las nocturnas como oyente para aprender. Eventualmente trabajé hasta
llegar a director técnico del equipo, y así solidifiqué la confianza. Fue en
este tiempo cuando Michael me apodó "Really Really Brad," un giño al
coro "Bad, Bad, Really Really Bad." Mira los créditos del disco, ahí
lo pone.
Durante los diez años
siguientes trabajé con Michael en los preparativos de su BAD Tour en 1988,
luego volvimos al estudio para grabar Dangerous en Los Ángeles, seguido de
HIStory en New York. También en incontables vídeos musicales, el HIStory Tour,
el proyecto Moonwalker, el disco Blood On The Dance Floor, y otros proyectos,
así llegué a conocerle muy bien.
Entonces, quién era
Michael Jackson, y porqué tuvo un efecto tan profundo en mi vida? Ni por un
momento pretendí ser su mejor amigo ni su confidente. En su lugar, trabajaba
para él y con él y lo consideraba un honor.
Era un profesional
consumado. Si tenía que grabar su voz a media mañana, a las 10 de la mañana ya
estaba allí con su entrenador vocal Seth, cantando escalas. Si, escalas. Yo
colocaba el micro, comprobaba los equipos, hacía café, y todo esto mientras él
cantaba escalas durante dos horas.
Normalmente venía
conduciendo él sólo hasta el estudio. Durante un tiempo llevaba un gran Ford
Bronco con golpes y arañazos. No era un gran conductor. Más de una vez llamó
para decir que llegaría tarde tras haber sufrido alguna pequeña colisión.
Era intensamente
curioso sobre "la vida normal". Una vez me preguntó por la Navidad, y
no podía entender cómo los niños podían esperar hasta la mañana de Navidad para
abrir los regalos. Fue criado como Testigo de Jehovah, así que en la familia
Jackson no hubo celebraciones de Navidad.
Como conocía su
mundo, dejadme ofrecerles unos detalles. Un álbum "típico" de MJ
solía llevarnos entre 10 y 16 meses en el estudio. El presupuesto daba para que
se grabaran tantas como 100 canciones para cualquier proyecto. Algunas se
descartaban pronto, mientras otras se iban perfilando. Llamábamos a músicos
para que añadieran sus texturas e ideas, pero en el centro de todo siempre
estaba Michael. El equipo era bastante pequeño dado el nivel de los proyectos.
Cada proyecto era ligeramente distinto, pero lo típico era que fuésemos menos
de ocho personas trabajando día a día, desde el primer día hasta que el
proyecto estaba masterizado. No había séquito. Ni huesos del hombre elefante.
Ni grupies. Ni drogas. Sólo música. Y comida.
Durante el álbum BAD,
los viernes se convirtieron en el "día de la familia". Solía traer a
sus dos chefs, conocidas cariñosamente como las Slam Dunk Sisters, que
preparaban una gran cena para el equipo, músicos y otros miembros de la familia
que estuvieran allí. Ya que solíamos trabajar a veces hasta 80 horas semanales,
no era raro que Deb viniera a cenar con nosotros. A Michael le gustaba ver a
las familias juntas. En otros proyectos posteriores, yo llevé a mis hijas, a
las que él quería y con las que jugaba. Hubo un momento que tengo grabado,
cuando Deb trajo a mi hija Amanda, que era un bebé por entonces, al estudio por
la tarde. Puso una alfombra de goma y trajo algunos juguetes, Michael se sentó
y estuvo un rato jugando con ella. Miró a Deb y le dijo, "Este es su pequeño
mundo privado ¿verdad?"
Jugando a la Jenga con MJ
Cuando trabajas en un
ambiente así, empieza a emerger un sentido de normalidad. No era raro que
pasaran por allí famosos o VIPs. Un día el Servicio Secreto rastreó el edificio
durante horas antes de recibir una visita de Nancy Reagan. La siguiente fue la
Princesa Estefanía de Mónaco, (que hacía un cameo en el tema "In The
Closet.") Los monos eran invitados comunes en el estudio, así como una
serpiente gigante, a ambos les tenía que acabar sujetando yo mientras Michael
grababa voces. A Michael le gustaba mezclar trabajo y diversión, pero siempre
iba antes el trabajo.
Le he visto componer
muchos temas, y el proceso es increíble. Le pregunté de dónde venían, y me dijo
que eran regalos de Dios. Podía escuchar la canción completa en su cabeza antes
de que nos diera tiempo a colocar cinta grabadora en las máquinas. A veces
cantaba el sonido de la batería, del bajo, la percusión, los teclados, etc... y
luego se lo dábamos a los músicos para que reemplazaran sus demos.
Su sala solía estar
decorada con posters de Disney y memorabilia del viejo Hollywood. Adoraba la
inocencia, y mostraba amabilidad, humor y paciencia.
La ética del trabajo
también tenía algún punto de escape de vez en cuando. Había días en los que, al
llegar al estudio, descubríamos que había volado a Europa o Japón a pasar unos
días y se le había olvidado decírnoslo. Eso a veces significaba que teníamos
unos días libres de sorpresa, lo que era genial.
Eso también recordaba
los interminables viajes y horas de trabajo que hizo de niño. Recuerdo que me
habló de mujeres adulta que se tiraban a él cuando sólo tenía 9 o 10 años. No
se me olvidará una que me contó sobre un vuelo que hizo con su padre y sus
hermanos durante una tormenta nocturna de rayos. El avión se movía de un lado a
otro, iluminado por los rayos y él comenzó a llorar de miedo. Su padre le
ignoró avergonzado. Una azafata se sentó con él hasta que acabó la tormenta.
Escucharle contar aquello, con lágrimas en sus ojos, te da una pista de lo que
ha sido su vida.
Hay poca gente con la
que haya trabajado de forma tan cercana o tanto tiempo como con Michael
Jackson. Hubo varios meses en los que estuve más tiempo con él que con mi
propia esposa. En algún momento alrededor de 1991 me pidió visitar un rancho
que había comprado, para diseñar un sistema de sonido para un carrusel. Lo
siguiente que supe es que estaba en Neverland Valley Ranch, en Santa Ynez,
California. Había construcciones por todas partes, el parque de atracciones
estaba en sus primeras fases de instalación. Durante los años siguientes
Michael me pidió que le construyera un sistema tras otro, que pusiera música a
sus coches de choque, por el zoo, en dos trenes, todo alrededor del parque de
atracciones, el lago, las estaciones de tren, y dentro de la casa, y dentro del
su dormitorio y su baño. A Deb le gusta contar que Michael llamó a vedes a las
2 de la madrugada (sus horas de sueño nunca fueron normales) para hablar
conmigo sobre una nueva atracción que había conseguido para Neverland, y si le
podría poner música. Todavía tengo viejas cintas con mensajes en el contestador
en los que me daba las gracias por los sistemas que le había construido.
Michael tenía muy
poca paciencia cuando se trataba de nuevas atracciones. Cuando encargó el
segundo tren para el rancho, volamos hasta Ohio para instalar luces y música
antes de que lo llevaran a California. Así, tan pronto como lo sacaran del
camión y lo pusieran sobre la vía, estaría preparado para Michael. ¡Vivía por esos
momentos!
En su día, Neverland
Valley fue uno de los lugares más preciosos que he visto jamás. Él adoraba el
rancho. Podía comportarse como un niño, conducir cochecitos de golf, tirar
globos de agua y pasarlo bien. Semana tras semana iban autocares con niños
pobres, niños de Make A Wish, amigos y familia. Yo estuve allí con esos niños
enfermos cuyo deseo antes de morir era pasar un día con Michael.
Neverland crecía y a
mí me picó el gusanillo de seguir construyendo sistemas y dejar un poco los
estudios de grabación. Pronto me vi trabajando para Elizabeth Taylor, construyéndole
un gran sistema de audio exterior, seguida por mi gran amigo Quincy Jones.
Este era el Michael
que conocí. Inocente, quizá aniñado a veces, pero no infantil. Un profesional
que trabajó para ser el mejor artista del mundo y siempre sin dejar de
disfrutar. Si estaba cómodo, se podía reír y bromear con cualquiera, pero si
algo le hacía estar incómodo, desaparecía.
Solíamos decir que
había dos Michaels: aquel con el que trabajamos, y el que salía ante un
escenario de 100.000 personas y actuaba para ellos. Siempre ha habido cantantes
y bailarines, pero Michael era una categoría en sí mismo. Habré estado en unos
12 de sus conciertos (mi hija Amanda subió con él al escenario en Paris junto a
otros niños para cantar "Heal The World"), y realmente no hay nada
que se pueda acercar a ese nivel artístico.
Si, hubo acusaciones.
No, no me creí nada.
Si, cambió su color y
la forma de su cara. No, realmente me da igual.
He trabajado con
mucha gente que parecía normal y estaba llena de dolor y odio. Trabajé con
alguien que podría parecer anormal y excéntrico y aun así mostraba bondad, amor,
generosidad, paciencia, humor y humildad todos los días de la semana. Podría
escribir páginas y páginas sólo con los simples actos de bondad que he visto
con mis ojos.
Pero las
excentricidades continuaron.
La última vez que
hablé con Michael fue alrededor de 2003. Quería que hiciera trabajo adicional
en el rancho, pero claramente las cosas habían cambado. Tuvimos una incómoda
conversación en la que decliné hacer el trabajo por lo que me ofrecía. Luego se
fue en su carrito de golf. Cuando subí en mi coche, supe que era la última vez
que le vería. Recuerdo haber mirado hacia el valle con el parque de atracciones
ya no tan resplandeciente, con el cesped no tan verde como fue un día, y con
Michael conduciendo sobre el puente de camino a casa. Había pasado mucho tiempo
desde aquellos pasillos en un estudio donde nos cruzamos hacía 20 años.
Pero no cambiaría un
minuto de los que he vivido.
Gracias Michael, por
dejarme ser una pequeña parte de tu mundo. Me enseñaste más de lo que nunca
imaginaste. Tu amistad es algo que guardo como oro en paño. Descansa en paz
amigo.
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