Michael Jackson se empeñó en que su música fuera
vista como una fuerza para hacer el bien, inspirarse y unirse – y el planeta
entero fue su escenario.
El día que se celebró la Super Bowl XXVII fue muy grande
para los aficionados del fútbol americano, pero el espectáculo del medio tiempo
fue excitante para todo el mundo. Como por arte de magia, Michael Jackson apareció,
inmóvil como una estatua, con una deslumbrante chaqueta negra rodeada de bandas
de oro que cruzaban su esbelto pecho, en una postura que evocaba la enérgica
apertura de su Dangerous World Tour. Una guitarra eléctrica empezó a rugir
mientras lentamente Michael se quitaba sus oscuras gafas de aviador. La
incertidumbre era tan densa como columnas de humo. El ritmo estalló y ligero
como una pluma, se sumió hábilmente en una rutina de baile, elegante y
magníficamente funky a la vez. Y antes incluso de que la multitud que le
aclamaba pudiera asumir lo que
Michael Jackson acababa de hacer, se quitó la chaqueta,
agarró el sombrero – solo para lanzarlo momentos después – y dejó ver una
sinuosa camisa blanca para después ser absorbido por el éxtasis de “Billie
Jean”. Cuando la seductora línea de bajo se deslizó sobre la contundente
batería, incluso los aficionados al fútbol más fornidos se vieron obligados a gritar
como adolescentes. Fue un acontecimiento histórico. Michael Jackson ofreció el
mayor espectáculo de medio tiempo en la historia de la Super Bowl, batiendo un
record sin precedentes de 148 millones de espectadores.
Hacer historia siempre estuvo entre los mayores logros
del curriculum de Michael. Él ha sido y sigue siendo el artista más vendido de
todos los tiempos y un modelo de inspiración que infundió alegría e iluminó al
mundo entero. Aunque el título de ‘Rey del Pop’ es absolutamente acertado,
parece quedarse corto. Michael ha sido más bien un fenómeno planetario,
colisionando contra la Tierra a una velocidad vertiginosa, transformando el
ecosistema de la vida misma. Él no solo ha dominado la música pop, la
ha redefinido. Ha tenido una carrera trascendente, pero lo más
importante es que ha sido un ser humano trascendente
– comprometiéndose a ser mejor de lo que podía ser, detrás de los decorados y
fuera del estudio de grabación.
A lo largo de las décadas, Michael siguió rompiendo de
una en una todas las barreras. Lo hizo sin esfuerzo. Con los Jackson 5, fue el
cantante principal del primer súper-grupo negro, que era poco menos que
revolucionario. En la MTV no acababan de romper la barrera de la raza, y
terminó dominando el canal con sus épicos videos musicales que se convirtieron
en un fenómeno de la cultura pop. Los fans han devorado sus álbumes en todos
los rincones del mundo, desde las Islas Salomón al corazón de China. Para amar
a Michael Jackson no es necesario ser ciudadanos de nuestras ciudades, sino
ciudadanos del Planeta Tierra.
Generaciones de artistas han analizado – y seguirán
haciéndolo – todos los movimientos de Michael, tratando de resolver el misterio
que se halla tras su carisma y elegancia. Aunque algunos de estos cantantes y
raperos son demasiado jóvenes para recordar su reinado durante los años 80, han
crecido en un mundo en el que su música, su alma, su presencia y su legado han
sido tan constantes como el aire que respiramos. Estrellas como Britney Spears simulan
sus movimientos y sus espléndidas producciones. Justin Timberlake deconstruye
el lirismo de Michael y su maestría escénica. Mariah Carey aprendió de él su
reparto vocal y fraseado. Beyoncé destila su glamour, su sentido de la moda y
sobre todo, su contoneo. De hecho, allí donde miremos – desde la conmovedora
forma de cantar de Ne-Yo hasta las vestimentas militares de Rihanna – vemos la
obra de Michael.
Sin embargo, mientras observamos a Michael cómo un
artista absoluto – un lote completo que incluye coreografía, interpretación y
composición, todo en la misma superestrella, podemos ver que la esencia misma
del hombre siempre ha estado ahí, en su voz. Siendo un niño ya era un
instrumento finamente pulido de inimaginable fuerza y ternura. Podía emocionar
al público hasta las lágrimas con una desgarradora interpretación a capella de “I’ll
Be There”: “Tú
y yo hemos de hacer un pacto/debemos traer la salvación de regreso”. A medida que fue madurando, su voz creció en
complejidad y alcance. En las sensuales baladas de amor, como “Human Nature” su
voz de tenor podía entrecortarse y volverse temblorosa mientras miraba hacia
afuera “A
través de la noche/La ciudad parpadea insomne” También ha sido un maestro del embellecimiento vocal,
sus improvisados y característicos “hee” y distintivos “hoos” transmitían exhuberancia
en su forma más pura. Aunque él también recurría a estos tics para aumentar el
drama, los utilizó durante las primeras líneas de “Man In The Mirror”, el
temblor de su voz revela destellos de ira en un momento y expresa desesperadas
súplicas en los próximos.
Usando su cuerpo, extraía la esencia de sus canciones,
haciendo hincapié en cada nota lanzando un puño al aire, con un movimiento de
hip hop, bailando y pavoneándose por el escenario, y, quizá lo más
espectacular, haciendo pausas para quedarse totalmente quieto. Michael siempre
tuvo el cuerpo perfecto de un bailarín: delgado y ágil. Sus pasos de baile
fusionan a la perfección los robóticos y precisos movimientos de break dance
con la fluida gracia de Fred Astaire y Gene Kelly. Él modernizó alguno de los
llamativos pasos de baile de Little Richard y James Brown, como moverse y
detenerse súbitamente, y los interpretó para que una nueva generación en todo
el mundo pudiera disfrutarlos.
En el curso de su vida, inventó tantos movimientos
característicos con marca propia que ahora es imposible ver cualquier tipo de
actuación pop y no detectar un poco – o mucho – de Michael en la coreografía.
Y él hizo todo esto y más con sofisticación y estilo.
Como showman, usaba su armario para hacer una manifestación dramática: una
camisa blanca desabotonada ondeando al viento, un sombrero de fieltro
protegiendo sus ojos, un único y misterioso guante cubriendo su mano o una
chaqueta militar decorada con bandas. Desde que apareció en las pantallas de
televisión en los años 70 impecablemente vestido con un chaleco de lentejuelas
y un sombrero púrpura cuidadosamente inclinado hacia un lado, Michael Jackson
siempre exhibió un estilo a la altura de las pasarelas de alta costura. Pero
cuando se lanzó en solitario, se convirtió en un icono de la moda, con un
estilo totalmente original que elevó el
listón para todas las estrellas del pop. Comenzó a llevar pantalones hasta
los tobillos sobre sus característicos calcetines blancos y mocasines negros,
luciéndolos con elegancia mientras que le servían para acentuar su juego de piernas.
Ya sea con un traje o con una camiseta básica, en sus prendas se advertía
seguridad en sí mismo y elegancia.
Desde muy temprano, Michael utilizó el poder del video
musical para contar una historia. Si bien muchos videos de rock de la época
utilizaban tomas del tipo: un estadio donde se veía a todos los integrantes de
una banda retorciéndose con poses típicas de guitar-hero mientras las groupies
obligatorias se movían a su lado, él concibió y creó un espectáculo inigualable
con “Thriller”, un cortometraje de terror con zombies, un escalofriante verso
con la voz en off de
Vincent Price, y terroríficos e impresionantes efectos
especiales. (Y todos pensábamos que las baldosas iluminadas de “Billie Jean”
eran ¡Increíbles!)
Los videos musicales de Michael fueron acontecimientos
que le llevaron a colaborar con otros autores, Steven Spielberg contó con
Michael para narrar el audio-book de E.T. (E.T. The Storybook). Cuando
Spielberg estuvo demasiado ocupado para hacerle un hueco en su agenda, nada
menos que Francis Ford Coppola se puso a dirigir el cortometraje de ciencia
ficción Capitán Eo con Michael en el papel protagonista. Michael reclutó a
Martin Scorsese para dirigir “Bad”, una meditación cinematográfica de 18
minutos sobre la moralidad en los barrios pobres, el reparto cuenta con Wesley
Snipes en el papel de villano. A mediados de los 90 nos maravilló una vez más,
esta vez con “Scream”. Para este video, ganador de un Premio Grammy, se asoció
con su hermana Janet y exigió ser dueño de su propia historia.
Juntos buscaron refugio en una nave espacial de color
blanco herméticamente cerrada. Para los que siempre pensamos que Michael estaba fuera de este mundo, “Scream” fue la prueba
definitiva.
Sin embargo, no acabada de salir de este mundo – estaba
por todas partes, revolucionando los escenarios del mismo modo que lo había
hecho en la pequeña pantalla. Cuatro años después del triunfo de Thriller, emprendió su primera gira mundial en solitario batiendo records como el
mismísimo mensajero alado de la “Maldad”10. Por supuesto, los fans se
desmayaban y caían presos de la histeria colectiva producida – incluso Bubbles,
que tomo su propio vuelo a Japón, se encontró con 300 periodistas en el
Aeropuerto Internacional de Narita. De allí, Michael visitó hospitales infantiles
en Roma, Inglaterra y Austria, donando dinero para mejorar sus instalaciones.
En su concierto en el Madison Square Garden, entregó un cheque de 600,000
dólares para becas al presidente del United Negro College Fund; en Atlanta,
regaló 100 entradas para el concierto a niños con enfermedades terminales.
Cuando la gira finalmente llegó a su fin en 1989, visitó a los niños de la
escuela primaria en Stockton, California, que acababan de sobrevivir a un
horrible ataque por parte de un francotirador.
Aunque el Bad Tour lo dejó exhausto, anunció que iba a
salir de gira para apoyar su álbum Dangerous, y que
emplearía las ganancias para financiar la Fundación Heal The World. Este ambicioso
grupo trabaja en estrecha colaboración con organizaciones benéficas estadounidenses
para ayudar a niños gravemente enfermos, orquestando el transporte aéreo
internacional a las naciones devastadas por la guerra e instruyendo programas
de educación sobre el abuso de alcohol y drogas tras los disturbios de Los
Ángeles. El set list del Dangerous World Tour reveló el compromise continuo de
Michael con el humanitarismo. Todavía interpretaba muchos de sus clásicos como
“Wanna Be Startin’ Somethin’” y “Billie Jean”, por supuesto, pero decidió
cerrar sus espectáculos con un medley de canciones de causa, cómo “Heal The
World” y “Man In The Mirror”.
Para entonces, Michael había renunciado al cuero de la
calle y para algunos de sus números adoptó el aspecto de un gángster de la
pantalla de plata. Vestido con un sombrero de fieltro y un reluciente traje
blanco hecho a medida, ya no era solo “Bad”, era “Smooth Criminal”. Aunque el
aspecto era afilado e incisivo, eso también transmitía enteramente otro
mensaje. Estaba utilizando su posición como celebridad y el poder que esto
conllevaba para dárselo a los pobres – un hábil y moderno Robin Hood, que nunca
perdió de vista su meta final: Ayudar a los necesitados a través de visitas a hospitales
y masivas donaciones de caridad mientras estaba de gira por el Medio Oriente,
Sudamérica y el Sudeste Asiático.
Mientras Dangerous estaba centrada en el exterior,
HIStory giró los focos hacia la carrera de Michael. Eran tantos los millones
que había ganado, los discos vendidos y los premios y honores recibidos que la
huella que había dejado en la cultura pop era imborrable. Antes de comenzar la
nueva gira, el sultán de Brunei le pidió que actuara en un concierto especial
para celebrar su 50 cumpleaños en el Jerudong Park Amphitheatre. El concierto
real dio a Michael la oportunidad de realizar la transición desde Dangerous y
prepararse para su última gira mundial. HIStory comenzó oficialmente en Praga,
donde 125,000 aficionados acudieron al Letna Park para vivir la mágica
experiencia en primera persona. Ya sea actuando para la realeza o para la gente
común, siempre entrega a la audiencia esta máxima: Durante las dos etapas de la
gira, actuó sin cesar, a menudo teniendo tan solo un descanso de 24 horas entre
los conciertos, deslumbrando a las multitudes en Europa Oriental, Asia,
Australia y África.
Para la gira HIStory, volvió a confiar en sus chaquetas
de cuero – en esta ocasión, utilizó brillante cuero charolado de color rojo
para encarnar “Beat It” y una versión en blanco para “Thriller”. Deleitó a la
audiencia con un combinado de sus éxitos de Thriller y Off the Wall, incluyendo “Billie Jean”, “Don’t Stop ‘Til You Get
Enough” y “The Way You Make Me Feel”. Y entonces estrenó su nuevo material,
como la balada sobre el medio ambiente y el bienestar de los animales nominada
a un Grammy “Earth Song”, que presentó con un nuevo y sensacional espectáculo,
subiendo hacia el techo levantado por una grúa. Durante 60 mágicos segundos en
Corea, Michael se elevó en el aire soportando todo el peso de un exultante y
maravillado fan con un brazo mientras cantaba a todo pulmón: “¿Qué hay de
nosotros?”. El joven, que mantenía sus brazos
alzados en señal de triunfo, parecía estar en el cielo.
Los admiradores de Michael son tan variados como la
población de la Tierra misma e incluye cada posibilidad demográfica, desde
adolescentes israelíes a presos filipinos. Han agotado las entradas en
conciertos alrededor del mundo, y se han congregado en masa para ver a su amado
héroe. Han plasmado con cariño su imagen en sus pinturas y bocetos. Han colgado
sus pósters en las paredes de sus dormitorios, sin importar que esas
habitaciones se encuentren en Rusia o en Ruanda. Desde Seattle a Estocolmo han
organizado flash mobs interpretando “Beat It”. Y fans de todo el mundo han
memorizado todas sus letras y movimientos.
Sesenta y dos de ellos, de hecho, se reunieron en un
salón social en Canadá, ataviados con sus atuendos de zombies para establecer
un Guinness World Record al baile simultáneo de Thriller en una localización.
Sin dejar que
Canadá se escapara con el record establecido, los fans
de Michael Jackson en Estado Unidos llegaron en masa – maquillaje zombie
incluido – al museo de cera Madame Tussaud en Nueva York. Y aunque sólo 73
pudieron entrar en el edificio, lograron superar el récord que establecieron
sus vecinos del norte en 2006 – solo para luego ser superados por 147
estudiantes británicos. En todo el mundo, los fans de Michael han aprovechado
el poder de Internet para organizar congregaciones aún más grandes. En 2008,
alcanzaron la asombrosa cifra de 4.179 personas procedentes de diez países, muchos
de ellos aprendieron los pasos con un vídeo instructivo de YouTube creado por
la profesora de baile Ines Markelle. Multitud de fans de Michael Jackson de
cada raza, color y credo se movieron juntos en perfecta sincronía, creando un
punto de referencia cultural colectivo que no necesita traducción.
Sin embargo, esto es sólo un aspecto del impacto de
Michael en todo el mundo. A través de su coreografía, vídeos musicales y
filantropía, ha actuado como embajador global de la cultura americana y la
buena voluntad.
Todo el mundo conoce la escena de Spider Man en la que Ben le dice a su sobrino Peter: “Un gran poder conlleva una
gran responsabilidad”. Michael tenía ese aforismo codificado en su ADN. Desde
que era un niño pequeño ensayando con su familia en Gary, Indiana, sabía que
había sido dotado con un gran poder. Podía romper corazones, provocar histeria
y levantar el ánimo de cualquiera. Pero nunca se aprovechó de su poder para
abusar de él, era como si hubiera sabido desde siempre que había recibido un don
especial, tal vez directamente desde arriba. Considerando su amistad con David
Smithee, un niño enfermo terminal de Tulsa, Oklahoma. Michael podía haber
donado su emblemática chaqueta de cuero rojo a cualquier institución del mundo
siendo ensalzado y obteniendo un provecho adicional. Podía haber pasado su
tiempo con personalidades – incluso de la realeza – para aumentar su celebridad.
Pero, en cambio, no sólo le dio David su chaqueta, le dio algo aún más
importante, su tiempo. Actos similares de generosidad fueron realizados una y
otra vez.
A pesar de las luces y destellos del esplandor de
Michael, nunca perdió contacto con el simple deseo de hacer lo correcto.
Trabajó sin descanso, regalando millones de su fortuna personal a las personas
más pobres y vulnerables. Usó el pedestal de su fama para crear una conciencia
sobre el SIDA, el cáncer y la leucemia. Su humanitarismo lo guió e inspiró. Él
no solo creía que era posible, sino un imperativo absoluto “Sanar el Mundo” a
través de la música. Si era capaz de deslumbrarnos con un impresionante
espectáculo o con un asombroso video musical, tal vez nosotros podríamos
encontrar la inspiración para hacer nuestro propio rincón del mundo un lugar
mejor. Michael ha intentando mostrarnos repetidamente cómo utilizar la música,
el arte y la cultura para unir a la gente, la importancia de realizar actos desinteresados
de bondad y, cómo utilizar la tecnología para difundir positividad. Tal vez,
ahora el mundo necesite a Michael más que nunca, pero todo lo que tenemos que hacer
es mirar hacia su notable y transcendental vida para comprender que los regalos
que nos ha dado son eternos.
Y aún así, el don del talento era sólo una pequeña parte
de su aura. También nos mostró un alma extraordinaria, una luz ancestral que
heredó a través de generaciones. Su alma impregnó sus letras de significado, su
baile de gracia, sus visiones de esperanza, y sus acciones de humanidad. Su
cuerpo no limitó su alma, pues la podemos hallar en cualquier parte donde suene
su música, cuando ilumina a aburridas discotecas, cuando la pasión compartida
por sus éxitos consigue unir a la gente de todo tipo y, cuando se articula un
deseo muy personal para la aceptación y el amor.
Y su alma ciertamente ondeó a través de su
interpretación de “Black or White” en el espectáculo de la Super Bowl, con la
icónica guitarrista de cabellos de algodón de azúcar Jennifer Batten rasgueando
la melodía. Desde una perspectiva aérea se apreciaban dos pancartas cubriendo
los lados opuestos del campo, repitiendo una imagen muy poderosa: una mano
blanca y una mano negra cerradas en unidad. Michael nunca vio la raza como una
línea divisoria, todas las personas, a sus ojos, eran básicamente iguales.
Después de que el humo se disipara, dedicó su atención a
un impresionante coro de niños de Los Ángeles, que apareció en el campo
cantando “We Are The World” y “Heal The World” mientras miembros de la
audiencia sostenían dibujos de niños de todas las naciones alrededor del enorme
estadio. Mientras Michael permanecía en un escenario con miles de niños
vestidos con los trajes de sus lugares de origen, un enorme globo terráqueo de
color azul claro se alzó por encima de ellos. El espectáculo parecía la Super
Bowl, los Juegos Olímpicos y los Grammy combinados en un espectacular evento.
Esta había sido siempre la visión de Michael: reunir a
todos los niños del mundo con felicidad y música, de la más imponente y épica
forma imaginable. De pronto, no importaba que equipo fuera a ganar la Super
Bowl. De hecho, todo en el estadio parecía completamente trivial, a excepción
de esta gran declaración de ideales del artista más grande de la historia.
Tanto si apreciamos al hombre del guante haciendo el
moonwalk de antaño como al generoso humanitario de las pasadas décadas, una
cosa es cierta: Michael Jackson siempre será el Rey del Pop – una especie de
guardián benevolente que nunca huyó de las responsabilidades que acompañaron a
su corona.