King!

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jueves, 9 de julio de 2015

Suzanne De Passe & Tony Jones Viviendo Con Casper / Suzanne De Passe & Tony Jones Living With Casper



Los empleados de Motown Suzanne de Passe y Tony Jones tuvieron la responsabilidad de cuidar de los Jackson 5 fuera del escenario durante su ascenso a la fama y no pudieron evitar quedar cautivados por el alegre espíritu del joven Michael…

 


TJ: En el verano del 69 Suzanne había alquilado una casa que tenía una habitación en Sunset Boulebard. El señor Gordy convocó a todo el mundo y dejó muy claro que aquellos chicos iban a llegar a lo más alto. Michael, Jermaine y Jackie llegaron a Los Ángeles para grabar “I Want You Back” y otras dos canciones para el álbum.
La otra parte del álbum se grabaría en Detroit. Los muchachos se quedaron en casa con nosotros, así que desde el principio Suzanne y yo nos convertimos enuna especie de padres sustitutos para ellos, éramos lo suficientemente adultos y teníamos el suficiente poder para decirles qué hacer, pero al mismo tiempo lo suficientemente jóvenes para divertirnos con ellos. Por ejemplo, Jackie es solo cinco años más joven que yo.
Eso crea una relación única y muy especial.

SdP: Tony y yo teníamos una conexión con los chicos de Motown, se podría decir, para todo además de las grabaciones. La relación que desarrollamos fue intensamente personal porque de repente nos vimos envueltos en cada aspecto de la vida de los chicos.
Esto se aplica a Tony en particular porque había cosas de chicos de las que había que ocuparse que francamente, yo no podía hacer. Creo que si conoces a alguien antes de hacerse famoso y terminas acompañándolo durante el trayecto es completamente diferente a conocer a alguien cuando ya es famoso.
Tony y yo tuvimos la oportunidad de formar parte de la construcción de la vida de esos jóvenes, como sea, nosotros teníamos la responsabilidad de hacerlo, y lo hicimos.

TJ: La dinámica del grupo era interesante, especialmente con Michael.

SdP: Desde el principio, Michael estaba claramente al frente y a cargo de todo, a pesar de que él era el más pequeño del clan. Era un verdadero fenómeno y un showman. Desde el primer día supo lo que era el trabajo y lo que se esperaba de él así que en todo momento daba el 1.000 por cien.
Incluso cuando no tenía ganas encontraba algo dentro de él que le hacía esforzarse más para conseguirlo, cuando llegaba la hora, nunca le ví dar una actuación a medias.

TJ: Nunca. Siempre fue diferente al resto de ellos.
También hacía payasadas pero siempre lo clavaba. Los otros muchachos a veces se atascaban, ya sabes, eran niños. Pero Michael era único. Se detenía en seco cuando se le ocurría algo y preguntaba que era exactamente lo que tenía que hacer para tenerlo todo bajo control. Él podría coger la idea y hacerla suya porque siempre estaba atento para aprender. Yo lo llamaba la esponja humana porque lo absorbía todo…

SdP: Michael definitivamente estaba al mando en el centro del escenario, pero fuera la balanza se equilibraba y de repente sólo era un niño que tenía cuatro hermanos mayores.

TJ: Le tenían a él como el elemento de control porque la verdad es que él era todo para el show y ellos se encontraban a su sombra. Pero fuera del escenario ellos trataban de que fuera a la inversa y él les dejaba hacerlo de un modo muy inteligente. Y sabía cómo hacerse oír cuando era necesario, especialmente con el Sr. Gordy.
Creo que Michael realmente brillaba donde otros no lo hacían. Lo podías ver. Disfrutaba del negocio como un niño.

SdP: Michael era muy travieso también. Empecé a llamarle “Casper” [como el simpático fantasma] porque le encantaba esconderse. Cuando estábamos de gira todo el mundo solía dejar las puertas abiertas y había mucho ajetreo por los pasillos. Siempre que iba a la habitación de Tony y luego volvía notaba algo diferente,
Michael estaba tras la cortina de la ducha o escondido en el armario. Le divertía esconderse en cualquier parte de la habitación. Entonces salía y hacía como si hubiera oído toda la conversación, cosa que no era cierta. Decía “¡Te he oído decir esto, te he oído decir lo otro, sí lo he hecho!” Era muy divertido.
A partir de entonces, fue “Casper” para mí y no creo haberle llamado Michael después de eso, jamás.
Recuerdo un momento en particular entre bastidores en una entrega de premios, Michael tenía un montón de premios entre sus brazos, yo tenía a toda su seguridad de por medio y todo el mundo lo llamaba “Michael,
Michael, Michael”. Yo le grité “¡Casper!” entonces él se detuvo, vino hacía mí, me saludo afectuosamente y tuvimos una agradable charla tras haber pasado un tiempo sin vernos.

TJ: Era completamente adorable. Simplemente tenías que quererlo y dejarte conquistar por él. Tenía una luz interior que realmente te dejaba ver quien era. No querías dejarlo. Era duro decirle adiós al final del día.
Solo querías llevártelo a casa contigo.

SdP: Si hubiera alguna vez un espíritu que se pudiera decir que tenía una cualidad mágica en cuanto a su personalidad... Era tan dulce, adorable, tenía tal magnetismo... Especialmente cuando se reía con alguien que le hacía gracia, tenía una risa.




Extraído del Libro The Official Michael Jacskon Opus


Fuera De Este Mundo / Out Of This World



Michael Jackson se empeñó en que su música fuera vista como una fuerza para hacer el bien, inspirarse y unirse – y el planeta entero fue su escenario.

El día que se celebró la Super Bowl XXVII fue muy grande para los aficionados del fútbol americano, pero el espectáculo del medio tiempo fue excitante para todo el mundo. Como por arte de magia, Michael Jackson apareció, inmóvil como una estatua, con una deslumbrante chaqueta negra rodeada de bandas de oro que cruzaban su esbelto pecho, en una postura que evocaba la enérgica apertura de su Dangerous World Tour. Una guitarra eléctrica empezó a rugir mientras lentamente Michael se quitaba sus oscuras gafas de aviador. La incertidumbre era tan densa como columnas de humo. El ritmo estalló y ligero como una pluma, se sumió hábilmente en una rutina de baile, elegante y magníficamente funky a la vez. Y antes incluso de que la multitud que le aclamaba pudiera asumir lo que
Michael Jackson acababa de hacer, se quitó la chaqueta, agarró el sombrero – solo para lanzarlo momentos después – y dejó ver una sinuosa camisa blanca para después ser absorbido por el éxtasis de “Billie Jean”. Cuando la seductora línea de bajo se deslizó sobre la contundente batería, incluso los aficionados al fútbol más fornidos se vieron obligados a gritar como adolescentes. Fue un acontecimiento histórico. Michael Jackson ofreció el mayor espectáculo de medio tiempo en la historia de la Super Bowl, batiendo un record sin precedentes de 148 millones de espectadores.
Hacer historia siempre estuvo entre los mayores logros del curriculum de Michael. Él ha sido y sigue siendo el artista más vendido de todos los tiempos y un modelo de inspiración que infundió alegría e iluminó al mundo entero. Aunque el título de ‘Rey del Pop’ es absolutamente acertado, parece quedarse corto. Michael ha sido más bien un fenómeno planetario, colisionando contra la Tierra a una velocidad vertiginosa, transformando el ecosistema de la vida misma. Él no solo ha dominado la música pop, la ha redefinido. Ha tenido una carrera trascendente, pero lo más importante es que ha sido un ser humano trascendente – comprometiéndose a ser mejor de lo que podía ser, detrás de los decorados y fuera del estudio de grabación.
A lo largo de las décadas, Michael siguió rompiendo de una en una todas las barreras. Lo hizo sin esfuerzo. Con los Jackson 5, fue el cantante principal del primer súper-grupo negro, que era poco menos que revolucionario. En la MTV no acababan de romper la barrera de la raza, y terminó dominando el canal con sus épicos videos musicales que se convirtieron en un fenómeno de la cultura pop. Los fans han devorado sus álbumes en todos los rincones del mundo, desde las Islas Salomón al corazón de China. Para amar a Michael Jackson no es necesario ser ciudadanos de nuestras ciudades, sino ciudadanos del Planeta Tierra.
Generaciones de artistas han analizado – y seguirán haciéndolo – todos los movimientos de Michael, tratando de resolver el misterio que se halla tras su carisma y elegancia. Aunque algunos de estos cantantes y raperos son demasiado jóvenes para recordar su reinado durante los años 80, han crecido en un mundo en el que su música, su alma, su presencia y su legado han sido tan constantes como el aire que respiramos. Estrellas como Britney Spears simulan sus movimientos y sus espléndidas producciones. Justin Timberlake deconstruye el lirismo de Michael y su maestría escénica. Mariah Carey aprendió de él su reparto vocal y fraseado. Beyoncé destila su glamour, su sentido de la moda y sobre todo, su contoneo. De hecho, allí donde miremos – desde la conmovedora forma de cantar de Ne-Yo hasta las vestimentas militares de Rihanna – vemos la obra de Michael.
Sin embargo, mientras observamos a Michael cómo un artista absoluto – un lote completo que incluye coreografía, interpretación y composición, todo en la misma superestrella, podemos ver que la esencia misma del hombre siempre ha estado ahí, en su voz. Siendo un niño ya era un instrumento finamente pulido de inimaginable fuerza y ternura. Podía emocionar al público hasta las lágrimas con una desgarradora interpretación a capella de “I’ll Be There”: “Tú y yo hemos de hacer un pacto/debemos traer la salvación de regreso”. A medida que fue madurando, su voz creció en complejidad y alcance. En las sensuales baladas de amor, como “Human Nature” su voz de tenor podía entrecortarse y volverse temblorosa mientras miraba hacia afuera “A través de la noche/La ciudad parpadea insomne” También ha sido un maestro del embellecimiento vocal, sus improvisados y característicos “hee” y distintivos “hoos” transmitían exhuberancia en su forma más pura. Aunque él también recurría a estos tics para aumentar el drama, los utilizó durante las primeras líneas de “Man In The Mirror”, el temblor de su voz revela destellos de ira en un momento y expresa desesperadas súplicas en los próximos.
Usando su cuerpo, extraía la esencia de sus canciones, haciendo hincapié en cada nota lanzando un puño al aire, con un movimiento de hip hop, bailando y pavoneándose por el escenario, y, quizá lo más espectacular, haciendo pausas para quedarse totalmente quieto. Michael siempre tuvo el cuerpo perfecto de un bailarín: delgado y ágil. Sus pasos de baile fusionan a la perfección los robóticos y precisos movimientos de break dance con la fluida gracia de Fred Astaire y Gene Kelly. Él modernizó alguno de los llamativos pasos de baile de Little Richard y James Brown, como moverse y detenerse súbitamente, y los interpretó para que una nueva generación en todo el mundo pudiera disfrutarlos.
En el curso de su vida, inventó tantos movimientos característicos con marca propia que ahora es imposible ver cualquier tipo de actuación pop y no detectar un poco – o mucho – de Michael en la coreografía.
Y él hizo todo esto y más con sofisticación y estilo. Como showman, usaba su armario para hacer una manifestación dramática: una camisa blanca desabotonada ondeando al viento, un sombrero de fieltro protegiendo sus ojos, un único y misterioso guante cubriendo su mano o una chaqueta militar decorada con bandas. Desde que apareció en las pantallas de televisión en los años 70 impecablemente vestido con un chaleco de lentejuelas y un sombrero púrpura cuidadosamente inclinado hacia un lado, Michael Jackson siempre exhibió un estilo a la altura de las pasarelas de alta costura. Pero cuando se lanzó en solitario, se convirtió en un icono de la moda, con un estilo totalmente original que elevó el listón para todas las estrellas del pop. Comenzó a llevar pantalones hasta los tobillos sobre sus característicos calcetines blancos y mocasines negros, luciéndolos con elegancia mientras que le servían para acentuar su juego de piernas. Ya sea con un traje o con una camiseta básica, en sus prendas se advertía seguridad en sí mismo y elegancia.
Desde muy temprano, Michael utilizó el poder del video musical para contar una historia. Si bien muchos videos de rock de la época utilizaban tomas del tipo: un estadio donde se veía a todos los integrantes de una banda retorciéndose con poses típicas de guitar-hero mientras las groupies obligatorias se movían a su lado, él concibió y creó un espectáculo inigualable con “Thriller”, un cortometraje de terror con zombies, un escalofriante verso con la voz en off de
Vincent Price, y terroríficos e impresionantes efectos especiales. (Y todos pensábamos que las baldosas iluminadas de “Billie Jean” eran ¡Increíbles!)
Los videos musicales de Michael fueron acontecimientos que le llevaron a colaborar con otros autores, Steven Spielberg contó con Michael para narrar el audio-book de E.T. (E.T. The Storybook). Cuando Spielberg estuvo demasiado ocupado para hacerle un hueco en su agenda, nada menos que Francis Ford Coppola se puso a dirigir el cortometraje de ciencia ficción Capitán Eo con Michael en el papel protagonista. Michael reclutó a Martin Scorsese para dirigir “Bad”, una meditación cinematográfica de 18 minutos sobre la moralidad en los barrios pobres, el reparto cuenta con Wesley Snipes en el papel de villano. A mediados de los 90 nos maravilló una vez más, esta vez con “Scream”. Para este video, ganador de un Premio Grammy, se asoció con su hermana Janet y exigió ser dueño de su propia historia.
Juntos buscaron refugio en una nave espacial de color blanco herméticamente cerrada. Para los que siempre pensamos que Michael estaba fuera de este mundo, “Scream” fue la prueba definitiva.
Sin embargo, no acabada de salir de este mundo – estaba por todas partes, revolucionando los escenarios del mismo modo que lo había hecho en la pequeña pantalla. Cuatro años después del triunfo de Thriller, emprendió su primera gira  mundial en solitario batiendo records como el mismísimo mensajero alado de la “Maldad”10. Por supuesto, los fans se desmayaban y caían presos de la histeria colectiva producida – incluso Bubbles, que tomo su propio vuelo a Japón, se encontró con 300 periodistas en el Aeropuerto Internacional de Narita. De allí, Michael visitó hospitales infantiles en Roma, Inglaterra y Austria, donando dinero para mejorar sus instalaciones. En su concierto en el Madison Square Garden, entregó un cheque de 600,000 dólares para becas al presidente del United Negro College Fund; en Atlanta, regaló 100 entradas para el concierto a niños con enfermedades terminales. Cuando la gira finalmente llegó a su fin en 1989, visitó a los niños de la escuela primaria en Stockton, California, que acababan de sobrevivir a un horrible ataque por parte de un francotirador.
Aunque el Bad Tour lo dejó exhausto, anunció que iba a salir de gira para apoyar su álbum Dangerous, y que emplearía las ganancias para financiar la Fundación Heal The World. Este ambicioso grupo trabaja en estrecha colaboración con organizaciones benéficas estadounidenses para ayudar a niños gravemente enfermos, orquestando el transporte aéreo internacional a las naciones devastadas por la guerra e instruyendo programas de educación sobre el abuso de alcohol y drogas tras los disturbios de Los Ángeles. El set list del Dangerous World Tour reveló el compromise continuo de Michael con el humanitarismo. Todavía interpretaba muchos de sus clásicos como “Wanna Be Startin’ Somethin’” y “Billie Jean”, por supuesto, pero decidió cerrar sus espectáculos con un medley de canciones de causa, cómo “Heal The World” y “Man In The Mirror”.
Para entonces, Michael había renunciado al cuero de la calle y para algunos de sus números adoptó el aspecto de un gángster de la pantalla de plata. Vestido con un sombrero de fieltro y un reluciente traje blanco hecho a medida, ya no era solo “Bad”, era “Smooth Criminal”. Aunque el aspecto era afilado e incisivo, eso también transmitía enteramente otro mensaje. Estaba utilizando su posición como celebridad y el poder que esto conllevaba para dárselo a los pobres – un hábil y moderno Robin Hood, que nunca perdió de vista su meta final: Ayudar a los necesitados a través de visitas a hospitales y masivas donaciones de caridad mientras estaba de gira por el Medio Oriente, Sudamérica y el Sudeste Asiático.
Mientras Dangerous estaba centrada en el exterior, HIStory giró los focos hacia la carrera de Michael. Eran tantos los millones que había ganado, los discos vendidos y los premios y honores recibidos que la huella que había dejado en la cultura pop era imborrable. Antes de comenzar la nueva gira, el sultán de Brunei le pidió que actuara en un concierto especial para celebrar su 50 cumpleaños en el Jerudong Park Amphitheatre. El concierto real dio a Michael la oportunidad de realizar la transición desde Dangerous y prepararse para su última gira mundial. HIStory comenzó oficialmente en Praga, donde 125,000 aficionados acudieron al Letna Park para vivir la mágica experiencia en primera persona. Ya sea actuando para la realeza o para la gente común, siempre entrega a la audiencia esta máxima: Durante las dos etapas de la gira, actuó sin cesar, a menudo teniendo tan solo un descanso de 24 horas entre los conciertos, deslumbrando a las multitudes en Europa Oriental, Asia, Australia y África.
Para la gira HIStory, volvió a confiar en sus chaquetas de cuero – en esta ocasión, utilizó brillante cuero charolado de color rojo para encarnar “Beat It” y una versión en blanco para “Thriller”. Deleitó a la audiencia con un combinado de sus éxitos de Thriller y Off the Wall, incluyendo “Billie Jean”, “Don’t Stop ‘Til You Get Enough” y “The Way You Make Me Feel”. Y entonces estrenó su nuevo material, como la balada sobre el medio ambiente y el bienestar de los animales nominada a un Grammy “Earth Song”, que presentó con un nuevo y sensacional espectáculo, subiendo hacia el techo levantado por una grúa. Durante 60 mágicos segundos en Corea, Michael se elevó en el aire soportando todo el peso de un exultante y maravillado fan con un brazo mientras cantaba a todo pulmón: “¿Qué hay de nosotros?”. El joven, que mantenía sus brazos alzados en señal de triunfo, parecía estar en el cielo.
Los admiradores de Michael son tan variados como la población de la Tierra misma e incluye cada posibilidad demográfica, desde adolescentes israelíes a presos filipinos. Han agotado las entradas en conciertos alrededor del mundo, y se han congregado en masa para ver a su amado héroe. Han plasmado con cariño su imagen en sus pinturas y bocetos. Han colgado sus pósters en las paredes de sus dormitorios, sin importar que esas habitaciones se encuentren en Rusia o en Ruanda. Desde Seattle a Estocolmo han organizado flash mobs interpretando “Beat It”. Y fans de todo el mundo han memorizado todas sus letras y movimientos.
Sesenta y dos de ellos, de hecho, se reunieron en un salón social en Canadá, ataviados con sus atuendos de zombies para establecer un Guinness World Record al baile simultáneo de Thriller en una localización. Sin dejar que
Canadá se escapara con el record establecido, los fans de Michael Jackson en Estado Unidos llegaron en masa – maquillaje zombie incluido – al museo de cera Madame Tussaud en Nueva York. Y aunque sólo 73 pudieron entrar en el edificio, lograron superar el récord que establecieron sus vecinos del norte en 2006 – solo para luego ser superados por 147 estudiantes británicos. En todo el mundo, los fans de Michael han aprovechado el poder de Internet para organizar congregaciones aún más grandes. En 2008, alcanzaron la asombrosa cifra de 4.179 personas procedentes de diez países, muchos de ellos aprendieron los pasos con un vídeo instructivo de YouTube creado por la profesora de baile Ines Markelle. Multitud de fans de Michael Jackson de cada raza, color y credo se movieron juntos en perfecta sincronía, creando un punto de referencia cultural colectivo que no necesita traducción.
Sin embargo, esto es sólo un aspecto del impacto de Michael en todo el mundo. A través de su coreografía, vídeos musicales y filantropía, ha actuado como embajador global de la cultura americana y la buena voluntad.
Todo el mundo conoce la escena de Spider Man en la que Ben le dice a su sobrino Peter: “Un gran poder conlleva una gran responsabilidad”. Michael tenía ese aforismo codificado en su ADN. Desde que era un niño pequeño ensayando con su familia en Gary, Indiana, sabía que había sido dotado con un gran poder. Podía romper corazones, provocar histeria y levantar el ánimo de cualquiera. Pero nunca se aprovechó de su poder para abusar de él, era como si hubiera sabido desde siempre que había recibido un don especial, tal vez directamente desde arriba. Considerando su amistad con David Smithee, un niño enfermo terminal de Tulsa, Oklahoma. Michael podía haber donado su emblemática chaqueta de cuero rojo a cualquier institución del mundo siendo ensalzado y obteniendo un provecho adicional. Podía haber pasado su tiempo con personalidades – incluso de la realeza – para aumentar su celebridad. Pero, en cambio, no sólo le dio David su chaqueta, le dio algo aún más importante, su tiempo. Actos similares de generosidad fueron realizados una y otra vez.
A pesar de las luces y destellos del esplandor de Michael, nunca perdió contacto con el simple deseo de hacer lo correcto. Trabajó sin descanso, regalando millones de su fortuna personal a las personas más pobres y vulnerables. Usó el pedestal de su fama para crear una conciencia sobre el SIDA, el cáncer y la leucemia. Su humanitarismo lo guió e inspiró. Él no solo creía que era posible, sino un imperativo absoluto “Sanar el Mundo” a través de la música. Si era capaz de deslumbrarnos con un impresionante espectáculo o con un asombroso video musical, tal vez nosotros podríamos encontrar la inspiración para hacer nuestro propio rincón del mundo un lugar mejor. Michael ha intentando mostrarnos repetidamente cómo utilizar la música, el arte y la cultura para unir a la gente, la importancia de realizar actos desinteresados de bondad y, cómo utilizar la tecnología para difundir positividad. Tal vez, ahora el mundo necesite a Michael más que nunca, pero todo lo que tenemos que hacer es mirar hacia su notable y transcendental vida para comprender que los regalos que nos ha dado son eternos.
Y aún así, el don del talento era sólo una pequeña parte de su aura. También nos mostró un alma extraordinaria, una luz ancestral que heredó a través de generaciones. Su alma impregnó sus letras de significado, su baile de gracia, sus visiones de esperanza, y sus acciones de humanidad. Su cuerpo no limitó su alma, pues la podemos hallar en cualquier parte donde suene su música, cuando ilumina a aburridas discotecas, cuando la pasión compartida por sus éxitos consigue unir a la gente de todo tipo y, cuando se articula un deseo muy personal para la aceptación y el amor.
Y su alma ciertamente ondeó a través de su interpretación de “Black or White” en el espectáculo de la Super Bowl, con la icónica guitarrista de cabellos de algodón de azúcar Jennifer Batten rasgueando la melodía. Desde una perspectiva aérea se apreciaban dos pancartas cubriendo los lados opuestos del campo, repitiendo una imagen muy poderosa: una mano blanca y una mano negra cerradas en unidad. Michael nunca vio la raza como una línea divisoria, todas las personas, a sus ojos, eran básicamente iguales.
Después de que el humo se disipara, dedicó su atención a un impresionante coro de niños de Los Ángeles, que apareció en el campo cantando “We Are The World” y “Heal The World” mientras miembros de la audiencia sostenían dibujos de niños de todas las naciones alrededor del enorme estadio. Mientras Michael permanecía en un escenario con miles de niños vestidos con los trajes de sus lugares de origen, un enorme globo terráqueo de color azul claro se alzó por encima de ellos. El espectáculo parecía la Super Bowl, los Juegos Olímpicos y los Grammy combinados en un espectacular evento.
Esta había sido siempre la visión de Michael: reunir a todos los niños del mundo con felicidad y música, de la más imponente y épica forma imaginable. De pronto, no importaba que equipo fuera a ganar la Super Bowl. De hecho, todo en el estadio parecía completamente trivial, a excepción de esta gran declaración de ideales del artista más grande de la historia.
Tanto si apreciamos al hombre del guante haciendo el moonwalk de antaño como al generoso humanitario de las pasadas décadas, una cosa es cierta: Michael Jackson siempre será el Rey del Pop – una especie de guardián benevolente que nunca huyó de las responsabilidades que acompañaron a su corona.