Les
dejo más fragmentos del libro Remember the Time: Protecting MJ in His Final Days son
anécdotas/historias contadas por Bill y Javon guardaespaldas de Michael.
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Parecía
que no tenía ningún interés en trabajar o en los negocios en general, pero
todavía adoraba crear, hacer música. Había un tipo llamado Brad Buxer. Era
productor e ingeniero. Trabajó en Dangerous y HIStory con el Sr. Jackson. Una
vez preparamos el estudio (que nos había encargado montar en su casa), Brad
solía venir a Las Vegas de cuando en cuando y quedarse unos días en un hotel
cercano. Solía venir a la casa, traer algunos instrumentos y ambos se ponían a
hacer música juntos. Cuando Brad comenzó a venir comenzó a sonar más música en
la casa y el Sr. Jackson pareció rejuvenecer y llenarse de energía. Estuvieron
trabajando en canciones que yo no había escuchado antes. Hubo varias reuniones
con distintos artistas y productores. Algunos que trabajaban en remixes de Thriller 25. Will.i.am
de los the Black Eyed Peas trabajaba en varios temas de esos temas. Hubo
reuniones con Babyface, y se sentó un par de veces con Akon. Él también hacía
uno de los temas de Thriller, y colaboraban en un tema juntos titulado “Hold My
Hand.” Escuchamos al Sr. Jackson ensayando mucho en las primeras demos de esa
canción. Muchas de esas reuniones tuvieron lugar en el Palms. (...)
Excepto por Brad, el Sr. Jackson no trabajó mucho tiempo aquellos días cara a cara. Se reunían un par de horas, colaboraban, luego se iban a trabajar en ideas y conceptos por su cuenta. Hablaban y le ponían las pistas por teléfono. A veces me enviaban a mí las canciones por correo electrónico. Yo las grababa en un CD y se lo daba al Sr. Jackson, y él las escuchaba en el coche. Nada de aquello estaba muy organizado.
Siempre hablaba de unir todas aquellas piezas para un gran disco de regreso, pero como tantas otras cosas de su mundo, nunca llegó a materializarse. Durante la mayor parte del tiempo, componía y creaba música sólo por el placer de hacerlo.
También le visitaban coreógrafos en casa regularmente. Estaban durante horas con él en el estudio, aunque no hubiera ningún concierto a la vista. Era por placer, por amor al arte.
Excepto por Brad, el Sr. Jackson no trabajó mucho tiempo aquellos días cara a cara. Se reunían un par de horas, colaboraban, luego se iban a trabajar en ideas y conceptos por su cuenta. Hablaban y le ponían las pistas por teléfono. A veces me enviaban a mí las canciones por correo electrónico. Yo las grababa en un CD y se lo daba al Sr. Jackson, y él las escuchaba en el coche. Nada de aquello estaba muy organizado.
Siempre hablaba de unir todas aquellas piezas para un gran disco de regreso, pero como tantas otras cosas de su mundo, nunca llegó a materializarse. Durante la mayor parte del tiempo, componía y creaba música sólo por el placer de hacerlo.
También le visitaban coreógrafos en casa regularmente. Estaban durante horas con él en el estudio, aunque no hubiera ningún concierto a la vista. Era por placer, por amor al arte.
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Pusimos
una lámpara en una de las ventanas de su dormitorio, y si la luz estaba
encendida, significaba que estaba despierto y podría necesitarnos para algo.
Cuando se apagaba la luz significaba que todo iba bien y se había acostado.
Cuando no podía dormir, le escuchábamos en el estudio. Por la forma en que
estaba montado, podíamos ver las ventanas del estudio desde el tráiler de
seguridad. Podían ser las tres y media de la madrugada, noche cerrada, todo el
vecindario en silencio. Se encendía la luz. Durante un momento no es escuchaba
nada. Allí tenía una TV, quizá estaba viendo vídeos o algo. Luego, unos quince
minutos más tarde, escuchabas una línea de bajo. Le escuchabas ajustando el
volumen, el tempo. Escuchabas sus pies moviéndose y luego aquella voz, la voz
que había vendido millones de discos. Salía de él como brotando. Precioso.
Increíble. Me ponía la piel de gallina. ¿Cómo no iba a ponerte los pelos de
punta escuchar así a Michael Jackson? En la tranquilidad de la noche, sentado
allí y escuchándolo sólo, sin nadie alrededor. Nunca llegamos a acostumbrarnos.
Siempre era increíble, no importa cuántas veces lo escuchásemos.
Nos íbamos dando cuenta de pequeños detalles sobre cómo trabajaba su mente. Llevábamos música en el coche, una sinfonía clásica o algo, y él se quedaba bloqueado en un sonido que escuchaba de fondo, algún instrumento o un tono, y nos pedía que rebobináramos y lo escucháramos de nuevo. Lo volvía a poner, "¿Escucháis eso, chicos?" Lo ponía una y otra vez, "Justo ahí. Ese timbal, justo ahí, ¿lo escucháis?" No escuchábamos nada. Había sonidos en la música que él escuchaba y con los que se obsesionaba, cosas que nosotros ni siquiera podíamos identificar.
Era como si tuviera una banda sonora en su cabeza funcionando siempre. Íbamos en el coche y comenzaba a tararear una melodía o hacer percusión con la boca. En los días siguientes, le escuchabas trabajar aquello que tenía en la cabeza. Sin palabras, sólo con sonidos. Como si lo hiciera inconscientemente, simplemente ocurría. Nos decía que, a veces, le llegaban a la mente canciones completas, la melodía, la letra, y cada parte instrumental. Entonces no podía sacar ese ritmo de su cabeza hasta que la terminaba. Le absorbía completamente. Entonces era cuando le escuchábamos hasta la madrugada en el estudio.
Bill: ¿Escucharlo allí? Era algo que querías contarle al mundo, especialmente cuando era música que nadie había escuchado antes. A veces ponía sus viejas canciones y simplemente las bailaba. Otras veces trabajaba en un nuevo tema o una nueva melodía. Te daban ganas de coger el teléfono y llamar a alguien y decir, "Tío, estoy escuchando cantar a Michael Jackson ahora mismo". Pero no podías.
Javon: Solía subir el volumen. Alto hasta el punto que te preguntabas si no iba a despertar a los niños. Podías asegurar que estaba echando toda su rabia, frustración y energía a través de sus pasos de baile y su música. A veces estaba toda la noche. Yo hacía el último turno hasta la madrugada, y él tenía la luz de su habitación encendida hasta el amanecer. Yo pensaba, "¿Cuándo dormirá?" Yo trabajaba todas esas horas y estaba cansado como un perro, y él estaba totalmente desvelado.
Nos íbamos dando cuenta de pequeños detalles sobre cómo trabajaba su mente. Llevábamos música en el coche, una sinfonía clásica o algo, y él se quedaba bloqueado en un sonido que escuchaba de fondo, algún instrumento o un tono, y nos pedía que rebobináramos y lo escucháramos de nuevo. Lo volvía a poner, "¿Escucháis eso, chicos?" Lo ponía una y otra vez, "Justo ahí. Ese timbal, justo ahí, ¿lo escucháis?" No escuchábamos nada. Había sonidos en la música que él escuchaba y con los que se obsesionaba, cosas que nosotros ni siquiera podíamos identificar.
Era como si tuviera una banda sonora en su cabeza funcionando siempre. Íbamos en el coche y comenzaba a tararear una melodía o hacer percusión con la boca. En los días siguientes, le escuchabas trabajar aquello que tenía en la cabeza. Sin palabras, sólo con sonidos. Como si lo hiciera inconscientemente, simplemente ocurría. Nos decía que, a veces, le llegaban a la mente canciones completas, la melodía, la letra, y cada parte instrumental. Entonces no podía sacar ese ritmo de su cabeza hasta que la terminaba. Le absorbía completamente. Entonces era cuando le escuchábamos hasta la madrugada en el estudio.
Bill: ¿Escucharlo allí? Era algo que querías contarle al mundo, especialmente cuando era música que nadie había escuchado antes. A veces ponía sus viejas canciones y simplemente las bailaba. Otras veces trabajaba en un nuevo tema o una nueva melodía. Te daban ganas de coger el teléfono y llamar a alguien y decir, "Tío, estoy escuchando cantar a Michael Jackson ahora mismo". Pero no podías.
Javon: Solía subir el volumen. Alto hasta el punto que te preguntabas si no iba a despertar a los niños. Podías asegurar que estaba echando toda su rabia, frustración y energía a través de sus pasos de baile y su música. A veces estaba toda la noche. Yo hacía el último turno hasta la madrugada, y él tenía la luz de su habitación encendida hasta el amanecer. Yo pensaba, "¿Cuándo dormirá?" Yo trabajaba todas esas horas y estaba cansado como un perro, y él estaba totalmente desvelado.
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(...) Cuando volamos a Virginia, se habló de montar un estudio de grabación en el Goodstone Inn y llevar a will.i.am y algunos de los tipos que hacían temas para Thriller 25. Aquello todavía coleaba. Pero como tantos otros proyectos y acuerdos, no iba a ninguna parte. Él no quiso trabajar en música mientras estuvo allí. Lo que quería realmente era hacer, y por lo único que tenía interés, era las películas. Quería hacer cine.
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$ony
le había dicho que se metiera en el estudio con algunos de esos jóvenes
artistas e hiciera esos remixes para renovarse y volver a estar de moda. Pero
no lo hacía con entusiasmo. Se notaba. Por eso estaba tan de bajón en aquellas
sesiones de última hora en el Palms. Se ponía y lo de baja, y los remixes
seguían tardando más y más en acabarse. En todo el mes que estuvimos en el
Palms, el Sr. Jackson básicamente no salió del hotel porque estuvo trabajando
con will.i.am en el estudio todo el tiempo.
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Increíble no les parece?? Mike era un genio sin dudas, nunca dejo
de hacer música era algo que amaba y le gustaba hacer. Michael prácticamente
era obligado por $ony a trabajar en Thriller 25 y eso se notaba.
Si quieren seguir leyendo más extractos del libro les dejo está
otra anécdota, muy divertida por cierto Michael de compras, divertida anécdota