El 6 de junio de 1990 el productor y músico Teddy Riley se
suponía que debía estar en la fiesta de cumpleaños de su compañero de banda y
amigo. En su lugar, pasó la noche en el Estudio Soundworks de la Avenida 23 en
Queens trabajando en los surcos para nada menos que el Rey del Pop, Michael
Jackson.
“Le dije al grupo que tenía mucho trabajo que hacer”,
recuerda Riley. Michael era mi prioridad. Iba a California para encontrarme con
él pronto y quería que llevara mi mejor trabajo”.
Fue una decisión fortuita.
Más tarde esa noche Riley se enteró de que habían disparado
a alguien en la pista de baile de esa fiesta a la que no había asistido. Estaba
estremecido. Con solo 23 años, la violencia y la muerte se habían convertido ya
en un tema recurrente en su vida. En ese mismo año, su medio hermano y su mejor
amigo habían sido también asesinados.
El ritmo en el que Riley estaba trabajando esa noche era
agresivo, fatídico, amenazante. Pero no tenía letra ni título ni melodía.
El sábado siguiente iba camino de Neverland para encontrarse
con Michael Jackson. Riley estaba nervioso. Jackson había probado a un puñado
de gente para reemplazar a su legendario productor, Quincy Jones, incluidos
L.A. Reid, Babyface y Bryan Loren. Ninguno se quedó.
Sin embargo, Jackson tenía puestas grandes esperanzas en
Teddy Riley, cuyo estilo New Jack Swing callejero fusionaba brillantemente
jazz, gospel, R&B y hip hop. Efectivamente, quizás su mayor logro estuvo en
buscar un puente para la división entre el R&B y el hip hop, un puente que,
incidentalmente, Jackson había estado esperando encontrar desde que trabajaba
en Bad.
Jackson escuchó cuidadosamente las cintas que llevó Riley e
instantáneamente se enamoró de lo que escuchó. Las pistas usaban diferentes
acordes a los que estaba acostumbrado. Los ritmos eran frescos y afilados. Los
compases oscilaban con velocidad y golpeaban como martillos.
Entre las varias pistas que Jackson escuchó ese día estaba
el surco en el que Riley trabajó la noche de la fiesta. Jackson no tenía idea
del contexto. “No sabía nada sobre ello”, dice Riley, “Nunca
le conté nada sobre el tema”.
Un par de semanas más tarde, sin embargo, Riley dice que se
quedó pasmado cuando supo el título que Jackson le había puesto a la pista:
“Blood on the Dance Floor”. A Riley se le puso la piel de gallina. “Fue
como si profetizara ese disco. Sintió su estado de ánimo”.
A lo largo de los meses siguientes, Jackson y Riley
empezaron a trabajar febrilmente en una variedad de pistas, unas veces
separados y otros juntos en los estudios Larabee en Los Ángeles. “Recuerdo
que volvió con esta melodía, ‘Blood on the dance floor, blood on the dance
floor’. Y yo decía: Wow! Llegó
con esas letras y armonías. Después empezamos a construirla, capa a capa”.
Riley usó una vieja batería (MPC 3000) para el compás. El tambor
estaba comprimido para hacer un sonido explosivo (“lo
quiero seco y en la cara”, solía decir Jackson). Era un sonido que utilizaron para el
álbum Dangerous. “Escuchen ‘Remember the Time’” dice Riley, “Es
muy similar”.
Finalmente, sin embargo, “Blood on the Dance Floor” no acabó
dentro del álbum Dangerous. “No estaba completamente terminada”, dice
Riley. “Faltaban todavía algunas partes vocales. A Michael le gustaba
la canción pero la escuchaba y decía: ‘Me gusta lo que hiciste pero aún
necesitamos algo aquí’. Era un perfeccionista”.
Mientras continuaban las sesiones de Dangerous otros temas
empezaron a tener prioridad, incluidos “Remember The Time” y “In The Closet”.
Jackson no reanudó el trabajo en “Blood…” hasta casi siete años más tarde.
Ahora estábamos en enero de 1997. Jackson estaba en medio del HIStory World
Tour y había decidido visitar Montreaux, Suiza, durante un descanso entre la
primera y segunda parte (según las noticias de la prensa, mientras estuvo allí
intentó comprar la casa de su ídolo de siempre, Charlie Chaplin).
Allí, en Mountain Studio, Jackson fue a trabajar en la vieja
demo. “Cogimos el DAT de Teddy (Digital Audio Tape) y trabajamos sobre él con
un equipo de cuatro personas, recuerda el músico Brad Buxer. La multi-pista
completada, creada y mezclada por Mick Guzauski fue modelada muy parecida a la
última versión que Jackson y Riley grabaron.
“Cuando la escuché terminada deseé haber sido yo quien la
terminara”, dice Riley, “Pero Michael sabe lo
que quiere y estaba feliz con ella”.
Era, de alguna manera, una canción de baile inusual. Igual
que en “Billie Jean”, el tema del que trataba era oscuro y perturbador (en este
caso cuenta sobre ser acuchillado por la espalda en el lugar menos sospechado:
la pista de baile). Las vocales rasposas y recortadas de Jackson evocan una
sensación de presentimiento mientras el lienzo electro-industrial conjura un
moderno escenario urbano. Aún así, la canción parece cualquier cosa menos
desoladora. El compás revienta los altavoces como un látigo y el gancho es
irresistible.
Jackson le dijo a Riley que la canción iba ser “(un éxito)
aplastante”. “Lo explicaba de este modo: Un éxito es una
canción que dura en las listas una semana o dos. Un éxito aplastante es una
canción que se queda unas seis semanas”, dice Riley. “Él
sentía que ‘Blood on the Dance Floor’ iba a ser ‘aplastante’.
“Blood on the Dance Floor” fue lanzada el 21 de Marzo de
1997. Extrañamente no fue ni siquiera promocionada como single en Estados
Unidos. Riley dice que a Jackson no le importó en este caso. “Se
imaginaba que la gente en América la encontraría si realmente la querían. No
estaba preocupado por eso”. Mundialmente, sin embargo, la canción salió adelante
alcanzando el Top Ten en 15 países y el número 1 en tres (incluida Gran
Bretaña). También se hicieron remixes y se tocó frecuentemente en clubes y
programas de baile. Dejada fuera de los dos mayores álbumes de Jackson de esa
década, irónicamente, “Blood” se convirtió en uno de los temas rítmicos más
duraderos de los 90.
Quince años después, ¿qué hace de esta canción algo
único?, pregunto a Riley. “Era solo un sonido directo y agresivo para
Michael. Él siempre se esforzaba por (buscar) algo más fuerte. Pero lo
realmente asombros fue cómo premeditó la energía de la canción. Él sabía de qué
se trataba incluso antes de decirle qué sucedió esa noche. Nunca he presenciado
nada ni nadie tan poderoso como Michael”.
Artículo por Joe Vogel. 21 de marzo 2012
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Aquí sabrás otro
dato interesante respecto al corto ‘Blood On The Dance Floor’ contada por el
coreógrafo Vicent Paterson; cuenta que hay otra versión muy parecida pero con
alguna que otro toma inédita.