Han pasado quince años desde que se hizo el vídeo
“Blood on the Dance Floor”. Hablamos del tema y dije que lo que realmente
quería era hacer algo sexy, excitante. Michael con chicas y de un modo un poco
más sexy, accesible y excitante. Él dijo: OK! Hagámoslo! No pensaba en usar un
enorme decorado sino algo más contemporáneo y él estaba de acuerdo con eso.
Rodamos con Conrad Hall, era el director de fotografía. Yo tenía un buen amigo
que trabajaba como director de fotografía para mí en ocasiones. Le pedí que se
llevara su Super 8 y empezamos a grabar por encima del hombro de Conrad Hall,
probando cosas diferentes. Lo juntamos todo y pensé que era exactamente lo que
Michael necesitaba en ese momento. Era excitante y sexy! Él se veía tan
excitante! Ese baile, esa energía!
Se la envié
a Sony y recibí un montón de críticas negativas diciendo que no es la clase de
pieza que Michael Jackson se merece. No hace más de un par de años que los fans
oyeron hablar de esa otra versión de BOTDF y nos pidieron que la subiéramos a
YouTube, así que lo hicimos, pero poca gente sabe de este tema.
Yo conocía
ese Michael, conocía a ese chico! Sabía que era sexy y divertido! Haciendo
bromas divertidas sobre lo bonita que era esa chica de allá, lo guapa que es,
mira qué piernas tiene…! Conocía a ese chico y así es como aparece para mí en
esa versión de Blood. Realmente ves a un chico, no ves a un ídolo intocable,
ves a un hombre! Por eso me gusta tanto esa versión.
En esta
versión no es Michael por un lado y los bailarines por otro; él es parte del
conjunto. Es lo que intentamos hacer y él lo quería así también. El problema
con la versión de 35 mm es que él estaba ausente a menudo y no era la versión
final que quería rodar. Había partes que no podía rodar porque él no estaba
allí. Tuve que seguir adelante con lo que tenía. Así que estaba bastante
satisfecho con ella pero definitivamente mucho más feliz con la versión en
Super 8.
Entre las
partes que hubiera querido rodar estaba una entera sección de baile muy
interesante, con Michael con los chicos por un lado y las chicas por otro con
un baile que aprendí en Buenos Aires, durante Evita, llamado Kashangai, mezcla
entre Salsa y Tango. Ese baile se lo enseñé a él y al grupo. Había tres grandes
secciones de baile. Pero está bien. Cuando tienes a Michael frente a la cámara
te olvidas del enfado; te olvidas de que no apareció en los últimos dos días.
Para que conste: si no aparecía, todo el mundo cobraba igual, desde los
bailarines hasta las cámaras. Era realmente bueno con eso; siempre pagaba a
todo el mundo por su tiempo.
Michael
está acreditado por primera vez como director pero para ser honestos, él no
hizo realmente nada. Nunca se puso detrás de la cámara para ver que estaba
pasando ni se sentó conmigo para crear ideas pero así es como son los cosas. Yo
tuve la oportunidad de trabajar con él, me pagó bien, siempre me trató
gloriosamente y aunque se dio su propio crédito nunca me quitó el mío. A
diferencia de lo que hacen hoy día otros coreógrafos, usando mi trabajo y el de
Michael Peters, poniendo un pequeño crédito en el último rincón de la última
página que nadie se queda a mirar en el cine. Es muy injusto y si Michael
estuviera no lo permitiría.
Puedo
seguir la pista de cada trabajo que he hecho a 6 grados de separación de
Michael. En términos de una constante en mi carrera, tengo que decir que ese es
Michael. Fue un gran hombre. Fui lo bastante afortunado como para ser alguien
en quien confió lo suficiente para conversar sobre situaciones problemáticas
personales que se le presentaron. Me emociono mucho con eso… Se sentaba conmigo
y lloraba por cosas que le herían o le perturbaban bien de su familia o por la
prensa. No entendía por qué la gente puede ser tan malvada y querían hacerle
pedazos cuando la única cosa que él quería era darle a todo el mundo algo nuevo
todo el tiempo, algo grande! Lo siento, eso hace que me emocione…
Michael adoraba las puestas en escena teatrales.
Quería que creara momentos en el espectáculo que le recordaran a Sammy Davis
Jr., uno de sus mayores ídolos. Le parecía genial cuando Sammy interpretaba una
canción, se detenía y todo el mundo esperaba a ver lo que iba a pasar, y
después continuaba cantando. Eso es algo que Michael comenzó a introducir en
sus shows. No recuerdo si ya estaba presente en Australia y Japón (Bad Tour),
pero me lo pidió claramente: “Encontremos momentos determinados donde se pueda
hacer ese efecto en el espectáculo. Creémoslos, que tengo ganas de trabajar
esta idea de pausa”. Al cabo de un tiempo se convirtió en una de sus firmas
características. En “She’s Out Of My Life” se paraba y la gente se ponía a
gritar. En lugar de detenerse cinco o seis segundos ¡llegaba a pararse uno o
dos minutos! Aguantando de pie allí, después hacía un pequeño gesto y eso
volvía a la gente aún más loca.
Más
adelante quiso hacer algo un poco divertido con “Thriller”, imaginando esa
secuencia un poco loca con Greg Phillinganes surgiendo con la máscara de lobo
puesta… Era muy divertido. Eran los comienzos de aquellos conciertos en que las
puestas en escena eran más elaboradas. Recordando esta gira ahora todo me
parece muy infantil y simple, comparado con lo que se puede ver hoy día, pero
en aquella época, todas esas pequeñas cosas, como la famosa grúa en “Beat It”,
eran grandes novedades. Era algo enorme. Y además, esos pequeños toques de
magia, como el de Greg Phillinganes en la carpa surgiendo como un lobo mientras
Michael aparece vestido igual en el otro lado del escenario, fueron geniales en
su época.
Recuerdo
cuando hicimos “Black or White”, Michael me dijo: “¡Vincent, ven aquí!”
“¿Para
qué?”, le respondí.
“Vamos, ¡ven aquí!”
Estaba con
alguien y tenía una caja.
Subí por la
escalera de servicio que llevaba hasta la azotea.
¡La caja
estaba llena de bombas de agua!
Las tiraba
a la gente que pasaba debajo. ¡Parecíamos dos niños de seis años!
Tirábamos
las bombas y después nos escondíamos para que la gente no nos viera, y Michael
decía: “Vincent, mira a
ver si pasa alguien”,
y yo le respondía: “No, mira
TÚ a ver si hay alguien”.
Parecíamos dos niños.
Durante el
rodaje de “Beat It”, en los suburbios, en unos barrios verdaderamente
marginales, ya muy de noche, estaba hablando con Michael en un rincón de un
edificio cuando, de repente, algo empieza a gotear sobre la camisa roja de
Michael. Cuando pasé mi dedo para limpiarla me di cuenta de que era sangre.
Miré arriba y había un individuo. Imposible decir si le habían apuñalado o
disparado, pero estaba a punto de salir por la ventana arrastrándose para irse
por la escalera de seguridad. La sangre procedía de él. Estaba tratando de
llegar a la otra escalera para entrar en otro apartamento por la ventana. Fue
un momento muy extraño, pero no se puede olvidar que estábamos en pleno corazón
de la acción en aquel barrio.