DESDE
EL PARQUE HASTA EL ESPACIO EXTERIOR
“Quiero un traje
brillante de cromo de la cabeza a los pies con el que pueda bailar”,
dijo Michael.
La idea fue tomada
con reservas por otros que decían preocupados que Michael no podría bailar con
un traje de metal. Era demasiado peligroso. Incluso Dennis y yo le dijimos que
era muy voluminoso y le podría hacer daño. Pero Michael estaba seguro de que
podría funcionar.
Para inspirarnos,
Michael nos prestó una colección de libros del artista japonés Soroyama, quien
había diseñado una forma robótica que se convirtió en el famoso perro “AIBO”,
actualmente presente en el Museo de Arte Moderno del Instituto Smithsonian de
Tecnología. Dennis y yo sabíamos que si podíamos hacer aparecer a Michael con
una segunda piel hecha de metal, como Soroyama había hecho con sus robots
sexys, habríamos no solo alcanzado el objetivo siguiente, sino que lo habríamos
rebasado también.
Encontramos un
aluminio ambivalente y elástico que entallamos a las medidas de Michael y
personalizamos a su cuerpo. El material era fino como un pañuelo de papel, no
pesaba nada y pasaba perfectamente por un cromado brillante. Bajo los focos
parecía que Michael estaba pintado de cromo y plata como un robot de Soroyama.
Como con todos los
trajes de gira de Michael, tuvimos que hacer muchos duplicados del traje
cromado debido a que se rompía en poco tiempo dejando ver el color azul marino
elástico que había debajo.
Quisimos terminarlo
con una carcasa rígida. El plan era hacer una placa para el pecho que nadie
pudiera imaginar que era de plástico duro. Escogimos un plástico metalizado y
lo cortamos con una sierra según las medidas de Michael. Después Dennis lo
pulió y alisó y lo mandó chapar en cromo. En primer lugar, Michael probó la
versión en plástico blanco y bailó sus movimientos más agresivos, incluidas las
patadas más altas para poder evaluarlo. Cuando se quedó quieto pude marcar con
rotulador las partes que después modificaría Dennis.
A pesar de ser solo
una pieza de plástico, los ojos de Michael brillaban vislumbrando el resultado
final. Y de repente me preguntó: “Bush, ¿cuándo será mi turno?”
“¿Tu turno para
qué?”,
en ese momento estaba marcando una línea fina en el pliegue.
“Para que yo
pueda dibujar sobre ti”, Michael agarró el rotulador y lo agitó
como si fuera un spray de pintura.
De modo que cambiamos
de puesto cuando acabé con el traje. De pie y con los brazos extendidos,
Michael me marcó con el rotulador en el plástico él también. Se lo estaba
pasando bomba imitándome y dibujando en una superficie en la que nunca había
dibujado antes. Incluso en algo tan mundano como una prueba de ropa encontraba
diversión.
Pero hacer una coraza
que encajara en Michael no era el reto. La verdadera prueba consistía en cómo
diseñarla para que se pudiera quitar fácilmente. En el número de apertura,
Michael aparecía en el escenario con un casco y la coraza y unos treinta
segundos después tenía que quitársela él mismo. Necesitábamos que se pudiera
quitar sin que Michael tuviera que luchar con ella, que saliera de un tirón
desde el frente. Dentro de la coraza pusimos un gancho que enganchaba a un
cinturón colocado alrededor de su cintura, cerrado por su lado izquierdo con
velcro. El velcro era tan delgado que si hubiera respirado demasiado
profundamente, la coraza se habría partido. Debía llevarla con mucho cuidado
para no romper la magia.
Cuando se quitaba la
armadura la lanzaba fuera del escenario a mí o a un tramoyista. Eso siempre era
estresante. Si no la arrojaba apropiadamente (lo que era posible) y yo no la recogía
(más posible todavía) se podía partir contra el suelo. Por eso Dennis hizo tres
copias.
Lo mismo hicimos con
el casco.
El casco estaba
compuesto de siete piezas: Una para cada lado de la cabeza; frente y trasera.
El visor sobre los ojos y dos piezas sobre cada oreja para permitir abrir el
visor. Utilizamos uno de los maniquíes de la cabeza que quedaron de los días de
Thriller y con él, Dennis esculpió su diseño. Quería que la cabeza fuera
futurista, sexy y elegante, pero su prototipo no parecía humano, así que
esculpió los labios en él. Cuando se cerraba el visor, ya no parecía una bola
sino un ser humano.
El casco era tan
ceñido que hacía falta un calzador para ponérselo a Michael antes de cada show.
Tenía que encajar tan cerca de su cara como fuera posible para lograr el
aspecto que iba buscando. “No quiero parecer un hombre
en traje espacial. Quiero parecer una forma humana hecha de cromo”.
Para poder quitárselo
suavemente, Dennis tuvo que cortar unos centímetros desde la nuca al cuello, de
modo que quedaba más como una máscara que como un casco. Eso le permitía
quitárselo desde la barbilla hacia arriba sin que le quedara encajado. Michael
sabía cuánto debía girar la cabeza a derecha o izquierda para que no se
revelara el truco mientras su adorado público le gritaba.
Uno de los mayores
enigmas fue construir el casco de modo que permitiera dejar sitio a los
auriculares. Y en cada sitio eran diferentes. Busquen los más voluminosos y
complicados auriculares y colóquenlos en la cabeza de un maniquí, y esculpan a
su alrededor. Eso es lo que tuvimos que hacer. Teníamos un mes para hacer el
traje entero, incluidas las piezas de brazos y piernas y el casco, antes de
probar el prototipo en Bucarest, en 1996.
Lo que no sabe nadie
es que en la armadura, en el lado derecho de la zona de la entrepierna,
perforamos un agujero de una pulgada de diámetro. La intención de Michael era
enganchar una manguera en ese espacio y mediante una válvula conectada al
agujero, rociar al público con humo. “A los fans les
va a encantar”, dijo Michael entusiasmado con la idea que tuvo
en Bucarest, durante la gira. “Y nadie lo ha hecho antes”.
Sí,
bueno. Y me pregunto por qué.
Tan extravagante como
sonaba, y sin embargo era típico de Michael. Estuve rebuscando el modo de
hacerlo y creo que lo hubiera conseguido si no hubiera sido por la advertencia
del técnico en pirotecnia.
Continuará el lunes...