En
Seúl tuvo lugar el primero de los dos conciertos llamados “Michael Jackson and Friends”,
a beneficio de los niños de Kosovo, y contó con la presencia de Slash, Boyz II
Men, Andrea Bocelli y Luciano Pavarotti.
Al
concluir el concierto, yo estaba con Michael entre bastidores cuando llegó Mariah
Carey, que acababa de actuar, con su novio de aquel entonces, el cantante
mexicano Luis Miguel.
Luis
y yo hablamos de fútbol, mientras Michael y Mariah conversaban. Estaban
debatiendo quién cantaba mejor: la canción era “I’ll be there” y tanto la
versión de los Jackson 5 de 1970 como la que hizo Mariah con Trey Lorenz veinte
años después habían llegado al número uno de las listas de singles más
vendidos.
“Michael” insistía Mariah con una sonrisa de oreja a oreja “No hay nadie que cante esa canción mejor
que tú.”
Las
mejillas de Michael no tardaron en ruborizarse.
“No, no”
se apresuró a decir. “Te lo digo en serio, tu versión es mejor.”
Para
Mariah era un honor estar en presencia de Michael (se comportaba como una admiradora
fascinada) y según hablaban las dos estrellas, me percate que la sonrisa de
Luis Miguel se iba desvaneciendo. Me dio la impresión de que le molestaba un
poco que Mariah le prestase tanta atención a Michael. A mí me sorprendía que
Mariah, que era una estrella por mérito propio, estuviera tan fascinada por
Michael, pero con los años vi a muchas estrellas comportarse así en su
presencia.
Volviéndose
hacia mí, Mariah le preguntó a Michael:
“¿Cómo se llama tu amigo? Es muy
guapo.”
Comenzó
a acariciarme el cabello (inexplicablemente) anaranjado.
“Por favor, no pares” dije inclinándome hacia ella como un cachorro.
“Frank, basta” interrumpió Michael. “Mariah no quiere acariciarte la cabeza.”
Sólo
Dios sabe lo que tienes ahí.
Luis
Miguel estaba algo incómodo y perplejo, esperando ahí de pie, con su traje
ajustadísimo. No pude evitarlo. Comencé a dar rienda suelta a mi vieja broma
preferida.
“Cómo me gusta tu traje” le dije.
“Basta” farfulló Michael, pero yo ya era presa de un
impulso irresistible.
“¿De qué marca es?” pregunté.
Por
el rabillo del ojo vi que Michael trataba de contener la risa.
Luis
Miguel masculló el nombre de un diseñador, pero no sonreía.
Definitivamente
no le había gustado que Mariah me acariciara la cabeza ni que coqueteara con
Michael de forma amistosa.
Cuando
se despidieron, Michael aprovechó el momento para vengarse y le dijo a Mariah:
“Frank es un gran admirador tuyo
y está enamoradísimo de ti.”
Me
puse rojo. ¿Estaba enamorado de ella? Ahora mismo me lo pregunto y no lo sé,
pero sí recuerdo que me pareció muy sexy.
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