Como cada semana les dejo un nuevo capítulo del libro “Michael Jackson: En Busca de Neverland” por Gloria Rhoads Berlin.
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CAPÍTULO 2º
Comienza
un asombroso viaje
A
veces, después de este episodio de conmovedora generosidad por parte de Michael
hacia esta familia, me llamaba y me decía que quería un lugar para él. Me decía
que recordaba una carta que le había escrito previamente ofreciéndole mis
servicios como agente inmobiliaria especializada en la venta de ranchos.
Michael
estaba ensayando; preparando para irse de gira con el Bad World Tour, en la que
sería su primera gira en solitario, cuando comenzamos la búsqueda de Neverland.
Entonces era un hombre de 27 años que no había vivido solo; todavía vivía en
Encino con sus padres y tres de sus hermanos: Janet, LaToya y Randy. Él había
vivido bajo la protección de sus padres toda su vida, incluso cuando iba de
gira y actuaba como parte de los Jackson 5, y realmente, nunca había tenido
vivienda propia.
Michael
siempre había querido tener un lugar ideal donde poder trabajar y ser él mismo
y no tener que estar en los brazos de sus padres ni de sus otros hermanos. Él
quería independencia: por sí mismo y porque la familia también se independizara
de él también. Más o menos quería cortar el cordón, algo que aún no había
sucedido.
Yo
no sé por qué él nunca pudo conseguir tener un lugar para sí mismo antes, a
menos que estuviera demasiado ocupado todo el tiempo como para poder encontrarlo.
De hecho, había recibido como regalo dos condominios en Orlando, Florida por
parte de Disney Corporation, por haber formado parte de sus dibujos animados,
pero nunca los utilizó.
Había
otra razón para mudarse también: los animales.
Decir
que Michael adoraba a los animales es insuficiente. La finca de Encino, de
cerca de dos acres de terreno (8.000 m2 aprox.), era el hogar de llamas, renos,
un pequeño elefante (regalo de Elizabeth Taylor), una pitón, monos, dos jirafas,
cabras, ovejas, cisnes blancos y negros y palomas. (Los cisnes vivían en un
riachuelo que corría por detrás de la casa y en varias ocasiones pillé a
Michael bailando de roca en roca en el riachuelo ensayando nuevos pasos de
baile.)
Todos
estos animales eran atendidos por personal profesional. Sin embargo, todos esos
cuidados y atención no impidieron que la pitón de 21 pies (6.40 metros) se
escapara y encontrara refugio temporal en la piscina de una casa vecina.
El
Departamento de Regulación Animal hacía visitas regulares a la casa de los
Jackson y llegó a ser obvio que algo tenía que cambiar. Michael decidió lo que
quería, y secretamente comenzó a buscar un nuevo hogar donde pudiera mantener a
sus animales en paz y tranquilidad. El tenía completa fe y confianza puestas en
mí para localizar el más seguro lugar para convertirse en su nuevo hogar.
Cuando
Michael Jackson quería algo, realmente iba tras ello, como fue enseñado desde
muy joven en la vida para centrarse en sus metas. La búsqueda de Neverland fue
como la caza del tesoro más grande del mundo y yo estaba muy orgullosa de
formar parte de ello.
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Si quieres leer el primer capítulo:
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