Mucha gente me conoce por mis años de cobertura política,
pero siendo un joven reportero me tocaba cubrir de todo, incluyendo
espectáculos. Michael Jackson y yo teníamos la misma edad, y yo sabía mucho
sobre su carrera. También había sido músico profesional y disc-jockey de 1978 a
1984; y, como muchos de nuestra generación, tenía ambiciones de convertirme en
una estrella de la música. Jackson obviamente lo había conseguido; yo no.
Aun así, a lo largo de los años tuve que echar mano de mi
conocimiento musical, por ejemplo en entrevistas con los legendarios
compositores Ben Fong-Torres y Joel Selvin. Mi experiencia como músico también
me llevó a cruzarme con gente como Brenda Lee, Gregg Allman, Eddie Fisher,
Latoya London, y, si, Michael Jackson.
En febrero de 1988, Michael Jackson se embarcaba en una gira
en solitario por todo el mundo, pero necesitaba un lugar para ensayar. Jackson
eligió alquilar el Pensacola Civic Center, en Florida. Yo era reportero para la
WEAR-TV3, la afiliada de ABC en Pensacola. ¡Tuvimos suerte! Dan Shugart,
nuestro presentador de deportes, también era el locutor del equipo de
baloncesto profesional Pensacola Tornadoes. Dan y el equipo estaba en un vuelo
de vuelta hacia Pensacola, y ¿adivináis quién iba a bordo? ¡Michael Jackson y
su gente!
Salí disparado al aeropuerto con un cámara y, disparando
desde a través de una valla metálica, pudimos conseguir un pequeño clip de
Jackson saliendo del avión y entrando en una furgoneta. Imitando a Sam
Donaldson, grité “Michael, ¿vas a actuar en Pensacola?” Mi grito
quedó ahogado entre el ruido y no me respondió. Había un gran problema,
mientras Jackson ensayaba en Pensacola a lo largo de dos semanas, no había ningún
concierto programado para la ciudad.
Jackson entró en una furgoneta gris y salió pitando de la
pista. Cuando llegó a la puerta principal, se les unieron dos furgonetas
idénticas, todas con cristales tintados. Cuando llegamos a la carretera, las
furgonetas se separaron y tomaron tres caminos distintos. Fue una táctica de
separación y no supimos cuál elegir.
En las dos semanas siguientes, acampamos fuera del Pensacola
Civic Center, como habían hecho cientos de fans. Entre ellos había un trio de
chicas canadienses, todas de 14 años. Sus padres les habían dejado viajar a
Florida sólo para seguir a Jackson (¡o al menos eso decían!). Las legiones de
seguidores llenan buenas entrevistas. En todo el tiempo, al menos pudimos
escuchar el retumbar del bajo y la batería que salía de dentro. Ocasionalmente,
llegaba un débil sonido con la voz de Jackson. El edificio no aislaba
completamente el sonido, pero casi.
Hicimos llamadas a su discográfica para solicitar
entrevistas, pero no nos concedieron nada. Todos los días las tres furgonetas
idénticas salían del Pensacola Hilton, pero nunca averiguamos en cuál de ellas
viajaba la leyenda de la música. Había noticias de sus extraños hábitos de
comida y que pidió una corona de orquídeas de una floristería local, no para
decorar su habitación, sino ¡para comer!
Quizá la mayor sorpresa del viaje fue que más de
cuatrocientos niños de la Hallmark Elementary School hicieron una excursión al
Civic Center para ver un ensayo privado de Michael Jackson.
Hoy, el "Pensacola News-Journal" ha entrevistado a
Kim Kirchharr, que era profesor durante aquél viaje. “Cuando
llegamos allí, fue surrealista. Los niños y los profesores quedamos abrumados.
Michael Jackson hizo un concierto completo para los niños, con todos los
efectos especiales, con todo,” dijo Kirchharr al diario. “No podíamos creer que
Michael Jackson estuviera haciendo aquello para nosotros.”
Fueron dos semanas excitantes e incluso ganamos varios
premios por nuestra cobertura. Nunca llegué a conocer o entrevistar a Michael
Jackson, excepto por la pregunta que le grité en el aeropuerto. Su carrera
obviamente tomó varios giros extraños en los más de veinte años desde nuestro
encuentro, pero ¡fue un momento en mi carrera que jamás olvidaré!
Pensacola News-Journal & Charlie Steed
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