EL PEZ QUE TENÍA SED
Una
noche un bebé pez estaba durmiendo debajo de unos corales cuando Dios se le
apareció en un sueño. “Quiero que les des un mensajes a todos los peces del
mar” dijo Dios.
“¿Qué
debo de decirles?” preguntó el pequeño pez.
“Sólo
diles que tienes sed,” contestó Dios. “Y observa lo que hacen.”
Entonces
sin ninguna otra palabra, desapareció.
A
la mañana siguiente el pequeño pez se despertó y recordó su sueño. “Qué cosa más
extraña quiere Dios que haga” pensó para sí mismo. Pero tan pronto como vio a
un gran atún nadando cerca de él, el pequeño pez le hizo señales. “Perdone,
pero tengo sed.”
“Entonces
debes de ser tonto” dijo el atún. Y con un golpecito de desdén con su cola, se
fue nadando.
El
pequeño pez realmente se sintió bastante tonto, pero tenía sus órdenes. El
siguiente pez que vio fue un tiburón sonriente. Salvando una distancia de seguridad,
el pequeño pez dijo, “Perdone, señor, pero tengo sed.”
“Entonces
debes de estar loco” contestó el tiburón. Notando una mirada de hambre en sus
ojos, el pequeño pez huyó nadando rápidamente.
Durante
todo el día se encontró con bacalaos, caballas, peces espada y meros, pero cada
vez que hacía su corto discurso, se daban la vuelta y no le hacían caso.
Sintiéndose confuso y sin esperanza, el pequeño pez se encontró con la criatura
más sabia del mar, que resultó ser una vieja ballena azul con tres cicatrices
de arpones en el costado.
“¡Perdone,
pero tengo sed!” gritó el pequeño pez, preguntándose si aunque fuera la vieja
ballena podría verlo, él era como una pequeña mota. Pero la sabia ballena hizo
un alto en su camino. “Has visto a Dios, ¿no?” dijo.
“¿Cómo
lo sabe?”
“Porque
yo también tuve sed una vez.” La vieja ballena se rió.
El
pequeño pez parecía muy sorprendido. “Por favor, dígame qué significa este
mensaje de Dios,” le imploró.
“Significa
que lo estamos buscando en los sitios equivocados” explicó la vieja ballena. “Buscamos
a Dios arriba y abajo, pero de alguna manera Él no está ahí. Así que le
culpamos y nos decimos a nosotros mismos que debe de haberse olvidado de
nosotros. O incluso decidimos que se ha ido hace mucho tiempo, si es que alguna
vez estuvo alrededor.”
“Qué
extraño,” dijo el pequeño pez, “echar de menos lo que está en todas partes.”
“Muy
extraño,” asintió la vieja ballena. “¿No te recuerda a peces que dicen que
tienen sed?”
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