King!

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sábado, 8 de noviembre de 2014

“Michael Jackson: En Busca de Neverland” por Gloria Rhoads Berlin (Capítulo 5°) / "Michael Jackson: In Search of Neverland" by Gloria Rhoads Berlin (Chapter 5°)



CAPÍTULO CINCO

Encontrando Neverland

En una transacción de este tamaño, es importante realizar un inventario de todo lo que hay en la casa y en la propiedad que esté incluido en la compra, hasta las cosas más pequeñas, como cubiertos y vajilla.
Michael y yo realizamos la mayor parte del trabajo de inventario por nuestra cuenta. Bill Bray se quedó con nosotros parte de la semana, pero pasaba mucho tiempo en Los Olivos, en Santa Bárbara. La paz y la tranquilidad no le sientan bien a todo el mundo. Volvió a la ciudad tan pronto como inspeccionó la propiedad y nos dejó con nuestro trabajo.
Bill nos había dado una lista de inventario para cada una de las habitaciones y Michael y yo nos pasamos horas y horas revisándola y viendo las cosas que estaban incluidas. Había muchas antigüedades bonitas y caras en la casa que habían sido importadas de todas partes del mundo. La repisa de la chimenea en la habitación principal había sido traída desde Roma, Italia. Tenía también la tarea de completar las listas con lo que iba a ser incluido en la venta y lo que iba a ser excluido.
Mientras trabajaba a fondo haciendo toda esta tarea, Michael insistía en jugar conmigo. Michael preguntaba, “¿Recuerdas cómo se juega a la pata coja?”
Yo negaba con la cabeza, “No, no recuerdo cómo!”
“¿Qué te parece jugar al escondite?” Me pedía Michael, riendo.
“Sí, a ese juego siempre le he ganado a mis hermanos y hermanas. Pero déjame esconderme primero y te apuesto a que no serás capaz de encontrarme,” le decía.
Michael saltaba riendo y diciendo, “Este será el día!”
“Dame cinco minutos para esconderme mientras te das la vuelta, con los ojos tapados, y después tratas de encontrarme!”, le decía mientras reía.
Michael aceptó mi reto con un montón de bravatas, y me aseguré de que tenía bien tapados sus ojos con un pañuelo negro. Entonces exclamé, ¡El tiempo comienza ahora!”, entonces corrí tanto como mis piernas me permitieron hacia el espeso bosque del Parque Nacional de los Padres. Rápidamente me escondí detrás de un enorme canto rodado esperando que Michael no pudiera encontrarme siguiendo mis huellas dejadas en el camino. Pasados veinte minutos, empecé a volver al lugar donde lo había visto por última vez. No, él no estaba por ninguna parte y empecé a sentir pánico porque podía haberse perdido dentro del bosque.
De repente, cuando empecé a llamarle, saltó súbitamente desde la nada como una gacela y me dio una palmada en la espalda. Me dejó temblando! Grité de alegría por habernos encontrado finalmente los dos. Por supuesto, él ganó el juego del escondite. A pesar de que yo era mayor que él tres décadas, él sacó de mi interior a la niña que llevaba dentro gracias a esos juegos.
Michael decidió probar sus habilidades para hacer equilibrio y escalar vallas y pasear sobre ellas, como si estuviera balanceándose sobre una viga. Yo seguía recordándole que no había ayuda médica alrededor y que iba a comenzar una gira mundial en unos pocos días. Él no tenía miedo y cuanto más protestaba yo, más cosas hacía.
Era muy interesante ayudarle a ponerse al corriente sobre todo lo referente al rancho y conocer cada roca, cada riachuelo, cada manantial y cada cascada. Había un puente donde nos sentábamos, réplica del Puente de Londres, que a Michael le gustaba mucho. Había un jardín alrededor de la casa con plantas de cada una de las cuatro estaciones, de tal modo que siempre había plantas en flor en los jardines, lo que entusiasmaba a Michael porque él adoraba las flores.
Cuando nos quedamos en el rancho la primera noche le pregunté, “Michael, ¿por qué te gustan tanto los animales?”
Michael contestó, “Porque ellos pueden sanar y son criaturas de Dios. Aparecen en la Biblia. Puedo recitarte el salmo 148 que dice, que los animales salvajes y las pequeñas criaturas y las aves, alaben al Señor. “Nosotros debemos alabar al Señor igual que lo hacen los animales.”
“Eso es maravilloso, Michael,” le dije.
“Siempre hay una Biblia en mis habitaciones de hotel cuando viaje alrededor del mundo,” Michael continuó. “A veces me siento terriblemente solo. Bill Bray se veía obligado a encerrarme en mi habitación por seguridad y no me dejaba salir de la habitación, o salir a la calle solo. Yo quería hacer esto en muchas ocasiones. Él no me dejaba. Yo sentía que debía obedecerle porque le veía como a un padre. Él cuida de mí y estoy acostumbrado a dejar en sus manos ciertas decisiones acerca de mi seguridad.”
“Oh, bien, Creo que es maravilloso que él trate de protegerte tanto. Y está verdaderamente interesado en tu seguridad, por no mencionar el hecho de que alguien podría secuéstrate para pedir un rescate”, respondí.
“Sí, lo sé, Gloria, por eso no dejo mi habitación. Trato de no hacer cosas demasiado locas como saltar afuera por una ventana, aunque a veces lo haga. Entonces tengo que volver a subir por la ventana también.
El segundo día que amanecimos en el rancho, era como si Michael hubiera despertado en Las Vegas. Empezó a hablar sobre el emplazamiento del tiovivo y la noria. Y los caballos, quería que hubieran caballos para que los niños pudieran cabalgar. Habría un tren especial al estilo de Disneylandia para recorrer el rancho, porque algunos de los niños no podrían caminar o correr. Los niños, ciertamente, no podrían recorrer a pie la totalidad del rancho, porque hay mucho que caminar a lo largo de 2.700 acres de terreno.
Michael estaba situando todas estas lujosas atracciones en voz alta, buscando mi aprobación. Entonces, de repente, me preguntó. “¿Qué perfume llevas puesto?”
Le dije, “Estoy usando White Diamonds de Elizabeth Taylor.”
Él replicó, “Oh, vaya, pues no te imaginas como me gusta olerlo. Es el perfume de Elizabeth Taylor.”
Empezamos a hablar de Elizabeth Taylor, de quien parecía estar enamorado. Cada vez que mencionaba yo su nombre, a él se le caía la baba y empezaba a cantar canciones de amor. Michael estaba tan loco por ella, que decía que era su mujer ideal.
Le dije, “Hay una gran diferencia de edad entre Elizabeth Taylor y tú. Sé que vais juntos al hipódromo, y parecéis disfrutar con las mismas cosas. Os he visto juntos en el hipódromo en varias ocasiones.”
“Sí, a los dos nos gustan los caballos y los animales, y nos gusta ir al Paddock a ver los caballos de cerca. Nos gusta Hollywood Park.”
Sucede que Elizabeth era miembro del exclusivo Turf Club en Hollywood Park, un lugar con una glamurosa historia y muchas conexiones con Hollywood, desde su fundación en los años 30. Una vez los vi a Michael y a Elizabeth en el Turf Club cuando asistía a un evento para recaudar fondos. Elizabeth y yo nos conocemos desde los años 50, cuando yo era una joven actriz y ambas compartíamos el mismo agente, Kurt Frings. Michael, Elizabeth y yo teníamos algo en común. Los tres hemos trabajado en escena, en películas y en televisión desde que éramos niños.
El papel más querido de Elizabeth fue National Velvet, cuando era niña. Michael la apreciaba y estaban absolutamente identificados el uno con el otro en cuanto al “Deporte de Reyes”.
Durante nuestra estancia en el rancho, Michael estaba desbordado de ideas, como un volcán en erupción, lleno de energía, con sueños y planes acerca de lo que pensaba hacer en aquel lugar. Él hablaba de cómo iba a convertirlo en un refugio para los niños necesitados, para sus amados animales y para sí mismo.
Michael pensaba construir jaulas especiales para los animales y contratar personal especializado para protegerles. Era importante que los animales fueran tratados adecuadamente.
“Michael”, dije, “Caramba, esto va a costarte un montón de dinero, alimentar a todos esos animales y construir tu propio parque de atracciones.” (Bajo la propiedad de Bill Bone, el coste del mantenimiento anual del rancho era de un millón de dólares.)
El tercer día Michael y yo estábamos caminando por el rancho cuando él decidió abrazarse a un árbol y saltar por entre las plantas y vallas de los alrededores. Era realmente maravilloso, podría haber sido un acróbata. Estaba lleno de energía, siempre cantando y bailando.
Mientras bailaba a mi alrededor, me pidió que cerrara los ojos, y así lo hice. “Ahora”, dijo, “Intenta imaginarte el más maravilloso circo al que hayas asistido y el más hermoso zoológico y parque de atracciones. Trata de dibujarlo y descríbemelo. Dime que debería hacer y cómo debo empezar todo esto.”
Dije, “Michael, no tengo la misma imaginación que tú tienes. Tendría que sentarme y dibujar algo y tratar de componer algo así como un puzzle. No soy tan ágil como tú. Estoy más preocupada por los retos financieros que se van a presentar. Estoy pensando más en la parte práctica que implica llevar por ti mismo este lugar tan enorme y todos los gastos que conlleva, cada jaula y cada cosa que quieres hacer cuesta un montón de dinero.”
Michael contestó, “Gloria por favor, no pienses en el dinero. El Señor proveerá. Sé que el Señor proveerá. Tienes que creer que el Señor nos traerá todo lo que necesitemos. Y no es una locura pensar en tener animales para ayudar a sanar, y tampoco es una locura crear una reserva para los animales y un hermoso paraíso para los niños que estén sanos y para los que estén enfermos y que, de otro modo, no podrían tener nunca la oportunidad de estar en este rancho. Realmente quiero hacer esto, Gloria. Pero recuerda que es un secreto entre los dos.”
Durante la semana que pasamos inspeccionando el rancho, hablamos de la vida familiar de los Jackson en Gary, Indiana. Michael decía que todavía recordaba la pequeña casa en la que vivía su familia, y el incómodo y pequeño Wolkswagen en el que tenían que viajar todos. Él recordaba muchos momentos difíciles de su infancia. Michael decía, “Esa es la razón por la que me he fijado tan altos valores y metas para mí mismo, con la intención de llegar a la gente con fe y valor. Por eso quiero bailar, cantar y escribir.” Él sentía orgullo de su pasado con los Jackson five y tenía grandes planes para el futuro. “Me siento completo, Gloria, como nunca antes, porque he alcanzado algunas de las metas de mi familia,” me susurraba Michael.
Yo estaba sorprendida de que él estuviera hablando conmigo de cosas tan íntimas porque, normalmente, los hombres no dicen lo que piensan, y Michael estaba abriéndome su alma y su corazón sobre sus sentimientos más íntimos.
Michael y yo hablamos acerca de la quemadura que sufrió cuando hizo el anuncio para Pepsi. Como siempre usaba sombrero en el rancho, o en la carretera, cuando íbamos al rancho, le pregunté, “Michael, ¿por qué usas siempre sombrero? Parece que no te lo quitas nunca. Me han dicho que la gente se queda calva si usan sombrero todo el tiempo, su pelo se cae. Me han dicho que no lo use.” Michael se rió y respondió, “Quiero que veas que mi pelo ha vuelto a crecer, y no tengo cicatrices de la quemadura. Estoy bien.” Se quitó el sombrero y se inclinó hacia mí. “Sucedió hace alrededor de un año y medio, ahora me encuentro bien. No pasa nada malo y estoy contento.”
Miré su cabeza y examiné su cuero cabelludo. Estaba curado.
“Puedes tocarme,” dijo Michael, “Puedes tocar el cuero cabelludo. Puedes ver por ti misma que estoy curado, le doy gracias a Dios por que las cosas han vuelto a ser como antes,” continuó. “Soy muy afortunado, no tengo cicatrices de ese horrible accidente.”
Le froté el cuero cabelludo, la cabeza y los hombros, dándole un ligero masaje, y Michael, riendo, cantaba el anuncio de Pepsi.
Michael usaba normalmente vaqueros negros, kakis y, a veces, clásicos, o pantalones negros con camisas rojas o blancas. Iba siempre impecable, muy limpio y muy elegante. Empezó a maquillarse un poco más a partir del momento en que el color de su piel comenzó a cambiar. Michael realmente padecía vitíligo, y mostraba manchas a causa del mismo en algunas ocasiones. Dijo que iba a ponerse en tratamiento porque no le gustaba. Entonces comparó el color de su piel con el mío.
Michael también comparó su nariz con la mía. De repente me preguntó, “¿Quién te hizo la nariz?”
“Nadie, nací así.” Repliqué.
Michael dijo, “¿Te importaría venir conmigo cuando me arreglen la nariz?”
Le repliqué, “Me encantaría ser tu modelo, sin embargo creo que tienes una bonita nariz que va perfectamente con tu cara.”
Michael contestó, “Todavía veo mi nariz más ancha de lo que quiero!” Sin embargo, Michael nunca me llamó para fijar una cita con su doctor.
En las noches que pasamos en el rancho, dormí en la más hermosa habitación con vistas al lago, la habitación que pertenecía a la hija de Bill Bone. Estaba emocionada por vivir brevemente en este mundo de cuento de hadas que pronto pertenecería a Michael.
Una de las cosas de las que hablamos fue del hecho de que debería haber una iglesia en la ciudad si él quería asistir a ella, pero el hecho es que no había templo de los Testigos de Jehová allí. Le dije, “De todos modos, tu les habías dejado, ¿no?”
“Sí,” dijo, Porque estaba bailando demasiado sexy para ellos. Se quejaban de que mi baile es muy sexy, y ellos prohíben los movimientos sensuales. Me pidieron dejarles. Este es el modo en que me gano la vida, bailando y cantando, y ellos me pidieron que dejara de hacerlo. Yo decidí que no podía hacerlo. No puedo dejar de cantar y bailar. Y ciertamente, todo lo que hago, lo estoy haciendo por mi madre. Tú sabes que quiero a mi madre. Ella es la mujer más hermosa y maravillosa de mi vida.”
Me sentía muy inspirada comenzando cada mañana despertando con los pájaros y Michael Jackson cantando su música.
Tomaba el desayuno todos los días con Michael y discutíamos sus planes sobre cómo viviría allí. Yo le expresaba mi preocupación acerca de un hombre tan joven asumiendo semejante responsabilidad. Le dije a Michael que mi propia familia había sido propietaria de varios ranchos en México; algunos de ellos abandonados hoy día, por el hecho de que nuestra familia no quiere la responsabilidad de cuidar de los ranchos, incluso habiéndolos heredado libres de cargas. Mi abuelo, Don Vicente Anaya Jr. Era un próspero hacendado, y mi bisabuelo, el General Don Vicente Anaya, era propietario de 200.000 acres de ranchos en Chihuahua, México. Así que tengo conocimiento de primera mano sobre el manejo y operatividad de grandes ranchos y no deseaba que Michael se sobrecargara con la responsabilidad de tan enorme rancho.


Continuará la segunda parte del 5° capítulo... 

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