Cuando
Michael visitó el orfanato St. Ecatarina antes de su concierto HIStory en
Bucarest, éramos los únicos periodistas autorizados a acompañarlo. Michael
estaba angustiado. Me dijo: “Hay miles de niños en orfanatos de Rumanía. La mayoría de
ellos han perdido a sus padres, pero algunos fueron rechazados por sus
familias…”
Michael
se sentó en el suelo, con decenas de niños alrededor. Él estaba muy relajado y
sonreía mucho. Los niños de entre dos y cuatro años, primero lo miraban con
curiosidad, pero cuando Michael comenzó a juntar algunas piezas de Lego, rápidamente
se unieron al juego. Michael no tenía miedo a su contacto, incluso algunos de
los niños tenían SIDA.
Tomó con cuidado un bebé que había sido abandonado en la
puerta del instituto apenas unos días antes. Una niña llamada Mary comenzó a
ponerle caramelos en su boca, lo cual fue un momento muy emocionante.
Estos niños nunca habían conocido el calor del hogar, nadie los quería. Sus ojos estaban tristes y con miedo. Pero un día, Michael trajo un poco de sol en sus vidas. Durante su visita, todo el orfanato estaba lleno de un ambiente animado, a diferencia de la tristeza habitual. Repartió regalos, flores, juguetes y jugó con los niños durante horas. Un miembro del personal me dijo: “Nunca he visto niños tan felices. ¡Para ellos es como la Navidad!”
Michael
donó una suma considerable a la directora del Instituto en nombre de la
‘Fundación Heal the World’, que fundó para ayudar a los niños. Era obvio que
Michael no lo hizo con fines publicitarios, salía de su corazón, porque no tenían
acceso ningún periodista; sólo hizo una excepción para la revista Bravo.
Por la noche, Michael camino en Bucarest e hizo un recorrido por el majestuoso palacio, donde también asistió a un espectáculo tradicional en el gran salón y pronunció un discurso acerca de su preocupación por los niños de todo el mundo. “¡Los niños son nuestro futuro! Ellos son lo más importante que tenemos. Mi mayor deseo es que los políticos piensan más antes de enviar a sus hijos a la guerra”.
Otras
superestrellas están en sus jacuzzis, beben champán y disfrutan de su vida, mientras que Michael ocupaba su tiempo y
energía en ayudar a los niños. ¡Y cuando lo hizo, se puede decir que lo hizo
con el corazón!
-Por
Alex Gernandt - Revista alemana Bravo.
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