Más del libro Dancing the Dream por MJ muy poco conocidas.
Cuando
era pequeño solía recostarme sobre mi espalda en la hierba por la noche.
Empezaba a contar estrellas y deseaba que una de ellas pudiera ser mía, como un
amigo imaginario.
Primero,
cogí la Estrella Polar, porque es la más fácil de encontrar para un niño, una
vez que sabes que puedes atrapar a la Osa Mayor. Pero quería una estrella
móvil, y no una estrella constante. Además, los marineros podrían perderse en
el mar sin la Estrella Polar que los guiara.
Después
cogí dos estrellas especiales en el centro del Cisne. Todas las demás estrellas
parecían blancas, pero esta era de un brillo azul y dorado. Me recordaban a dos
joyas gemelas, pero antes de poder elegir, me detuve. Se pertenecían una a la
otra, y no sería justo coger sólo una.
El
cinturón de Orión llamó mi atención un momento, pero no soy un cazador. Tuve
que dejar mejor en paz la Estrella Perro, también, con su nariz apretada en la
estela celestial y su cola golpeando el cielo.
Por
último, me volví a mis favoritas, las Siete Hermanas. Para mí, eran como damas
elegantes preparándose para un baile envueltas en una nube azul de gasa. Pero,
¿quién tiene corazón para separar a siete hermanas?
Mi
juego me enseñó mucho acerca del cielo nocturno, pero estaba creciendo. La idea
de tener mi propia estrella se desvanecía, y era difícil recordar si alguna vez
había elegido una por fin. La gente comenzó a decirme que la palabra “estrella”
significaba algo completamente diferente. Casi les creí, entonces, una noche
estaba echado en la cama, dolido y preocupado. Mi corazón se sentía cargado de
problemas. De un salto, miré por la ventana. Espesas nubes cubrían el cielo por
la noche. No había estrellas!
Temblé
al pensar en un mundo sin estrellas. Sin guía en la que poder confiar para los
marineros en el mar, sin joyas que deslumbren nuestro sentido de la belleza,
sin que el cazador pueda señalar al horizonte, sin adorables damas dejando una
estela de perfume en los salones de baile del cielo. Pero, alrededor del
planeta, el aire es tan sucio y las luces de las ciudades son tan brillantes,
que, para algunas personas, las estrellas ya no pueden ser vistas. Una generación
de niños puede crecer viendo un cielo en blanco y preguntando, “¿Allí solían
estar las estrellas?”
Devolvámosles
el cielo y hagámoslo ahora, antes de que sea tarde. Voy a buscar mi estrella
hasta que la encuentre. Está oculta en el cajón de la inocencia, envuelta en un
pañuelo de asombro. Necesitaré un mapa que me diga qué agujero debería llenar,
y será uno pequeño. Pero somos casi cinco mil personas en la tierra, y todos
necesitamos el cielo. Encuentra tu estrella y lánzala al cielo. Todavía la tienes,
¿verdad?
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¡¡Gracias
por leer!! Espero que hayas disfrutado de la publicación.
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