Pido disculpas, ya que el anterior
sábado no subí el siguiente capítulo más del libro “Michael Jackson: En busca de Neverland” por
cuestiones de tiempo. Espero que retomes la lectura :)
CAPÍTULO
6º
Hagamos
un trato
El viaje de vuelta a
casa nos dio una buena oportunidad de hablar. Le dije a Michael que quería
saber qué tenía en su mente. Él contestó, “Hagamos un trato. Compremos este
rancho a mi nombre enseguida. Quiero comprarlo, y quiero que me ayudes, Gloria.
Sólo tengo once millones de dólares para pagar. No tengo los fondos suficientes
para pagarle al contado. ¿Cuál crees que sería un buen precio para este
rancho?”
Mi investigación me
había dicho que Sycamore Valley Ranch, con 2.700 acres, era el rancho más caro
de todos los Estados Unidos; estaba también exageradamente sobrevalorado, pero,
no obstante, el potencial comprador podría hacer una contraoferta a los 35
millones de dólares que pedía Bill Bone. Y yo sabía que ésta sería una
transacción difícil, no solo porque Michael salía a la primera parte del Bad
World Tour, su primera gira en solitario, sino también porque los que rodeaban
a Michael no querían que comprara ese rancho.
Ellos tenían otros
ranchos en mente, otras propiedades que tenían sus amigos o parientes. Estaban
ansiosos por venderle lo que ellos pensaban que podría beneficiarles a ellos,
mejor que lo que podría beneficiar a Michael. (También estaban interesados en
conseguir la comisión de esta venta; que sería conocida como la venta
inmobiliaria del siglo.) Y yo estaba enterada de que Michael Jackson había
trabajado con varios agentes en los años anteriores y nunca había encontrado lo
que quería.
Le dije, “Ahora
mismo, creo que, en un consenso de opinión sobre precios de ranchos por todos
los Estados Unidos, 17 millones de dólares serían probablemente un buen precio.
Sería una ganga si podemos conseguirlo a ese precio, considerando todas las
casas y demás construcciones. Todas son construcciones nuevas diseñadas por
Bill. Los 1300m2 de la casa principal, los 930.000m2 de espacio alrededor de la
casa, las otras cinco casas de la propiedad, los establos, cuadras, oficinas,
garaje para diez coches. Todo eso es muy valioso. La casa misma está amueblada
con arte y mobiliario por valor de tres millones y medio de dólares, y el
rancho entero está completamente equipado. Realmente estás consiguiendo una
ganga si puedes obtenerlo por 17 millones de dólares. Además, estás
consiguiendo el rancho como una compra cerrada. No tienes más que trasladarte
al rancho con tu propio personal, o contratar el de Bone.”
El siguiente paso era
que teníamos que hacer una oferta. Pero, incluso antes de que presentáramos la
primera oferta de Michael, teníamos que obtener la cooperación de su entorno de
asesores. Poco después de haber enseñado a Michael el rancho del Valle del
Sicomoro, su abogado John Branca sugirió (sin consultarlo conmigo) que Michael
hiciera una oferta de 10 millones de dólares. De hecho, quería hacerla incluso
más baja, 9 millones de dólares.
Cuando escuché
aquello, le avisé, “Michael, sabes, vas a ofender al propietario y va a ser
difícil influir en él si nos ponemos en contra. Sería como darle una bofetada
en la cara. Esto no es una venta forzosa o la extinción de una hipoteca. Cuando
eres muy rico, como Bill Bone, no vas a aceptarlo. Ese hombre es muy rico y
conocido como el constructor de la década. Ni siquiera tiene que vender el
rancho si no quiere. Ellos no tienen por qué aceptar.”
Después de hablar con
Michael sobre la oferta, me autorizó a hacer una por 13 millones de dólares y
un cheque en efectivo de 200,000 dólares. A pesar de que Michael había
autorizado una cantidad para ofrecer, tenía que ser estudiada por John Branca,
Frank Dileo y Marshall Gelfand para su aprobación e inversión. Sus asesores
seguían interfiriendo, diciendo que debería ofrecerse menos dinero, que no
deberíamos hacer una oferta de esa magnitud. Me parecía que estaban tratando de
prevenir a Michael de conseguir lo que quería.
John Branca
finalmente capituló e hizo una oferta en nombre de Michael, como su abogado. La
oferta debía hacerse en nombre de John Branca y no de Michael Jackson, con la
intención de acelerar la venta, y de proteger la transacción del escrutinio de
los medios. (Más tarde, fue puesta en una sociedad bajo el nombre de Michael
Jackson, pero el nombre de John Branca fue usado en los documentos originales
de adquisición; el hecho de que la oferta fuera hecha a nombre de John Branca
acabó complicando la transacción.) Branca realmente hubiera preferido que yo no
fuera parte en la transacción, pero siendo agente inmobiliaria y representante
de Michael, la oferta tenía que ser presentada por mí.
También habíamos
escuchado de la secretaria del Sr. Bone, GiGi De Long, que inversores japoneses
habían estado inspeccionando el rancho y estaban interesados en comprarlo. Esto
ciertamente puso una presión adicional sobre nosotros para conseguir que el
dueño aceptara nuestra oferta.
Para hacer llegar la
oferta a Bill Bone, Bill Bray y yo tuvimos que volar hasta Denver con un cheque
de $ 200.000y la oferta. El Sr. Bone estaba esquiando en Aspen y no quería
volver a Palm Desert.
Encontramos a Bill en
el Pilot Lounge y le presentamos la oferta. Él la miró y se sintió
absolutamente devastado. Sus ojos se llenaron de lágrimas y empezó a llorar.
Dijo, “No me puedo creer que me hagan esto. Esta oferta es totalmente
inaceptable. Ni siquiera voy a discutirla, no hay nada de qué hablar. No me voy
a tomar la molestia de contestar.” Acabó diciéndome que si yo hubiera sido un
hombre, me habría dado un puñetazo.
Bill Bray nos miraba
con la boca abierta alternativamente a Bill Bone y a mí. No se ofreció a
protegerme y parecía que hubiera preferido estar en cualquier otra parte mejor
que ser testigo de esa conversación.
Yo no sabía qué
hacer. Dije, “Bill, este es solo el comienzo del proceso para conseguir el
precio que tú quieres por tu rancho. Por favor perdóname, pero a las
celebridades les gusta conseguir una ganga tanto como a cualquier otra
persona.”
Bill contestó, “He
tratado con celebridades. Todas quieren algo por nada. No me impresionan.”
Le pedí al Sr. Bone
que hiciera una contraoferta pero rehusó. No tuvimos otra elección que volver a
Los Ángeles. Advertí a John Branca de lo que había sucedido y me dijo que sus
manos estaban atadas y que todo dependía de Michael.
Afortunadamente,
Michael me llamó desde el tour y me dijo, “¿Qué vamos a hacer ahora?”
Le dije que tenía que
elevar la oferta y que teníamos conscientes de que los inversores japoneses
estaban también interesados en hacer una oferta.
Michael dijo, “Él no
puede venderles el rancho a ellos.”
Pero, de nuevo,
delegó en John Branca, quien dejó a un lado el hecho de que los inversores
japoneses estaban interesados y autorizó una nueva oferta de sólo un millón
más.
Una oferta de 14
millones de dólares fue hecha el 20 de Julio de 1987. Esta oferta también fue
inaceptable y otro insulto para Bill Bone cuya cara se volvió roja de ira. Yo
protesté fuertemente diciendo que esas ofertas eran ridículas y por eso el Sr.
Branca autorizó una tercera oferta el 4 de Septiembre por valor de $14,250,000.
En ese momento yo ya
desesperaba de que la transacción fuera a finalizar alguna vez. La secretaria
de Bill Bone me dijo que él había perdido totalmente la fe en mí para manejar
esta enorme venta y conseguir la oferta apropiada para su magnífico rancho. Mi
respuesta fue recordarle a ella que yo podía presentar legalmente todas las
ofertas sin tener en cuenta lo altas que pudieran ser. Secretamente, comprendía
su frustración, tanto como la de mi cliente, Michael Jackson.
Michael estaba viajando
por la gira y llamándome constantemente a todas horas del día y de la noche
para asegurarse de que no había perdido el rancho en manos de nadie y para
recibir respuesta de lo que habían respondido a la última oferta hecha. Él
quería enterarse minuto a minuto detalladamente por mí, estaba claro que quería
comprar ese rancho. Estaba preocupado temiendo que los japoneses pudieran
comprárselo a Bill Bone.
Por imposible que
parezca, este proceso continuó unos pocos meses más. Después de que una oferta
fuera recibida y rehusada, yo discutía la situación con el Sr. Branca y
finalmente se autorizaba otra que podía ser $250,000 superior a la anterior.
Fue una parodia que continuó avergonzando a Bill Bone, GiGi De Long y a mí
misma.
Las negociaciones con
Bill Bone no iban bien pues él seguía manteniendo el precio por encima del
valor del mercado. Estaba furioso porque las ofertas fueran tan bajas que ni
siquiera se tomaba la molestia de estudiarlas.
Yo intercedí ante él
en nombre de Michael y en el mío propio. “Puesto que no ha conseguido lograr
acercarse a su propio precio con nadie,” le dije a Bill Bone, “¿Por qué no
acepta ya la oferta de Michael?”
Bill Bone de nuevo
sostenía que prefería dividir en partes la propiedad en pequeños ranchos, en
parcelas de cinco acres, y de esa manera obtener los treinta y cinco millones
de dólares.
Yo sabía que no podía
hacerlo, así que respondí, “Usted no puede hacer eso porque el Acta Williamson
no se lo permite.” (El Acta Wiliamson era firme, una ley especial para prevenir
que grandes propiedades de tierra fueran subdivididas, de modo que ranchos
dedicados a la agricultura no fueran paridos en parcelas de cinco acres.) Bill
Bone asumía que yo conocía la ley de la propiedad inmobiliaria. Pero mi marido
y yo fuimos dueños de una compañía de urbanización de terrenos, y nuestro
negocio consistía en subdividirlos en parcelas de cinco y diez acres para
venderlos a inversores de Japón, China y Hawaii. A causa del Acta Williamson,
dejamos de vender tierras en pequeñas parcelas.
Finalmente, el 18 de
Diciembre de 1987, hicimos una oferta por 17 millones de dólares por el rancho
y resultó ser un éxito. El Sr. Branca, quien siempre concluía todos los
contratos para Michael Jackson, comenzó la tarea de redactar todos los
documentos y finalizar todas las negociaciones para final de Diciembre de 1987.
El contrato de compraventa fue firmado el 28 de Febrero de 1988.
El Rancho del Valle
del Sicomoro se convirtió en Neverland.
Michael Jackson y el matrimonio; Christy Bone y Bill Bone en Sycamore Valley Ranch. Foto del día en que se llegó a concretar la compra de la finca que después sería Neverland. |
CARTA DE WILL BERLIN
Nunca olvidaré una de las
primeras llamadas que Michael hizo a nuestra oficina un día de 1987, cuando yo
estaba allí dirigiéndola. Contesté el teléfono, “Hola, Berlin Financial, ¿puedo
ayudarle?”
Una muy profunda voz, sonando
casi como un robot electrónico pero suficientemente real para parecer humana se
escuchó al otro lado y preguntó, “¿Está Gloria ahí?”
Yo contesté después de un
momento de pausa, puesto que nunca había escuchado una voz como esa en mi vida.
Le dije a la persona, “No Gloria no está aquí. Está fuera, trabajando en el
campo hoy.”
La voz profunda dijo, “¿Estará
más tarde esta noche? Necesito hablar con ella.”
“Sí, estará de vuelta a las
cinco o las seis para la cena, contesté, después pregunté, “¿Por qué? ¿Quién es
usted?”
De repente, escuché un click en
la línea, después una risa y al mismo momento una aguda voz que decía “Es el
Sr. Jackson.”
“Michael, ¿cómo has podido
cambiar tu voz así?” pregunté.
“Es un aparato electrónico que
llevo conmigo,” me dijo. “Así, cuando llamo a gente importante con la que
necesito hablar, no tengo que hablar también con todo el mundo que está a su
lado.”
“Genial, Michael,” le dije.
“Eso debe pasarte a menudo.”
El aparato del que hablaba
Michael era tan delgado que cabía en la palma de la mano, pero podía cambiar tu
voz a una profunda voz masculina, y, con un click de un botón, podías sonar con
la aguda voz de una mujer. Michael usaba este aparato frecuentemente para
disfrazar su voz, así, cuando hacía llamadas, podía evitar hablar con los
amigos, o socios, o niños que podrían querer hablar con Michael si supieran que
estaba al teléfono. Ese aparato hacía la vida de Michael más sencilla, y creo
que se sentía muy apegado a él. Se reía cuando llamaba a gente como Elizabeth
Taylor, a sus hermanos o amigos y hablaba con ellos con esa voz profunda que
podía asustar terriblemente a la persona que contestaba el teléfono.
Michael siempre estaba a la
última en tecnología. Él fue una de las primeras personas en tener, a
principios de los 80, un teléfono celular, para poder hacer llamadas por todo
el mundo desde su limusina. En ese momento era uno de esos modelos como
ladrillos, no como los de tamaño de bolsillo que conocemos ahora.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario