Extracto del libro de Gianni Morandi "Diario di un ragazzo italiano":
Vinieron a buscarnos en un gran coche negro, bajamos en unos estudio de grabación y caminamos un largo rato entre los distintos edificios. Vimos a Al Pacino que estaba terminando el rodaje de "Atrapado por su pasado", mientras que en otro estudio Madonna estaba filmando su último videoclip. Distraído por el brillo del star system estadounidense llegamos al centro del bulevar a esperar al número uno. Ramazza y yo entramos en un hangar vacío. Sobre una pared de hormigón gris colgaba un panel con la inscripción de su patrocinador.
Después de unos diez minutos de espera, miré por una ventana pequeña, y de repente le vimos pasar. Llevaba un abrigo azul eléctrico. Se estaba acercando, pero no entró. Poco después, desde la dirección opuesta, otro Michael vestido de rojo hizo su entrada. Nos dimos cuenta de que ambos eran dobles y que Mazzi y Pecchi nos habían gastado una broma. Unos minutos más tarde, bajó por una escalera interior un caballero vestido de negro. Nos dimos la mano. "Buenos días. Vendrá en un momento. Les recibirá exactamente aquí y se pondrá en medio de ustedes..." y señaló a un lugar preciso en el suelo. Ambos miramos en esa dirección. "¿Quién de ustedes se quiere colocar a su derecha?"
Nos miramos el uno al otro. No habíamos tomado ninguna decisión al respecto... "hagan lo que quieran", continuó, "sin embargo, el que esté a la derecha en la foto publicada en la prensa aparecerá a la izquierda y será el primero en llamar la atención." Esta observación nos dejó sin habla. "Bueno, el fotógrafo y un cámara estarán aquí...". Y de nuevo nos miramos al unísono en la dirección indicada. "Se quedará aquí 3-4 minutos, no le miren, incluso cuando se vaya, y sobre todo, no le toquen, asegúrese de no rozarle ni siquiera con la ropa. ¿Está todo claro?" Y por supuesto todo era muy claro. El hombre del traje oscuro se alejó. "¿Pero cómo no vamos a mirarle...? ¿Cómo lo hacemos? ¿Hablamos con él sin mirarle?" Se preguntaba Eros impresionado. "Será ser su forma de ser" intenté decirle, "ya sabes que es un fanático de la higiene, que duerme en una cámara de oxígeno, que siempre lleva guantes, que tiene un cocinero pakistaní que le sigue a todas partes para hacerle arroz Basmati..." Eros no estaba muy convencido.
Después de unos diez minutos de espera, miré por una ventana pequeña, y de repente le vimos pasar. Llevaba un abrigo azul eléctrico. Se estaba acercando, pero no entró. Poco después, desde la dirección opuesta, otro Michael vestido de rojo hizo su entrada. Nos dimos cuenta de que ambos eran dobles y que Mazzi y Pecchi nos habían gastado una broma. Unos minutos más tarde, bajó por una escalera interior un caballero vestido de negro. Nos dimos la mano. "Buenos días. Vendrá en un momento. Les recibirá exactamente aquí y se pondrá en medio de ustedes..." y señaló a un lugar preciso en el suelo. Ambos miramos en esa dirección. "¿Quién de ustedes se quiere colocar a su derecha?"
Nos miramos el uno al otro. No habíamos tomado ninguna decisión al respecto... "hagan lo que quieran", continuó, "sin embargo, el que esté a la derecha en la foto publicada en la prensa aparecerá a la izquierda y será el primero en llamar la atención." Esta observación nos dejó sin habla. "Bueno, el fotógrafo y un cámara estarán aquí...". Y de nuevo nos miramos al unísono en la dirección indicada. "Se quedará aquí 3-4 minutos, no le miren, incluso cuando se vaya, y sobre todo, no le toquen, asegúrese de no rozarle ni siquiera con la ropa. ¿Está todo claro?" Y por supuesto todo era muy claro. El hombre del traje oscuro se alejó. "¿Pero cómo no vamos a mirarle...? ¿Cómo lo hacemos? ¿Hablamos con él sin mirarle?" Se preguntaba Eros impresionado. "Será ser su forma de ser" intenté decirle, "ya sabes que es un fanático de la higiene, que duerme en una cámara de oxígeno, que siempre lleva guantes, que tiene un cocinero pakistaní que le sigue a todas partes para hacerle arroz Basmati..." Eros no estaba muy convencido.
Mientras seguíamos con esas bromas, se abrió la puerta junto a la escalera. Finalmente, seguido de una procesión de seis o siete personas y con una expresión amenazante tras gafas oscuras, apareció Michael Jackson. Tan pronto advertí su presencia, me llevé las manos a la espalda y me giré intentando evitar dar la impresión de que le estábamos esperando y habíamos viajado más de 15.000 km. para conocerle. Eros estaba mirando a un punto fijo en el techo. En medio de la procesión, había un tipo con una túnica, un turbante y una larga barba blanca. Pensamos que era su gurú, algún tipo de santo. Michael se puso entre nosotros y sin haberlo previsto, yo estaba a su derecha.
Empecé a notar luces rojas y flashes de la cámara. Había preparado un discurso en inglés y comencé a decirlo, siempre con cuidado de mirar hacia adelante: "Hola Michael... hmmm... encantados de conocerte... estamos muy felices de estar aquí contigo...". "Gracias, los quiero" interrumpió con una voz que parecía la de un niño. Al hablar con él me sentí tentado a girarme levemente hacia él, pero no pude. También tuve la precaución de no rozarle con la ropa: "Para nosotros es una gran oportunidad... nos gustaría jugar un partido de fútbol en Estados Unidos... para recaudar dinero para los niños... ". "Gracias, os quiero".
Luego se saltó el protocolo: "Bueno, dame el balón, ¿cuál de vosotros es el futbolista?". Con una mirada interrogativa y aterrorizado ante la posibilidad de cometer un error, miramos desde detrás de Michael para no correr el riesgo de cruzar la mirada con él. Eros luego cogió el balón y se lo dio, mientras alguien exclamó: "Michael, coge el balón...". Michael, con cuidado de no contaminarse con el italiano, cogió el balón, "Gracias, los quiero..." El fotógrafo siguió disparando y el cámara grabando a Michael sonriendo con el balón en la mano y colocado perfectamente entre nosotros dos tiesos como estatuas. De repente, Eros abandonó su finura y aplomo y abrazó a la leyenda de la música con fuerza "Michael, dame un abrazo...".
En ese momento, todo se vino abajo, el maestro de ceremonias miró al guardaespaldas y todos desaparecieron por donde habían venido. "La cinta, la cinta..." Grité. "Dadnos la cinta... ". Se iban con el testimonio de nuestra gran amistad con Michael, que había dicho repetidamente que nos quería... "Lo mandaremos todo a Italia..." dijo alguien mientras cerraba la puerta.
Estuvimos allí cuatro minutos con Michael y luego nos quedamos allí, Eros y yo, inmóviles y como dos pasmarotes. Nos preguntábamos qué hacer, esperando que Michael regresara y volviera a saludarnos. ¿Todo esto se lió por un sincero signo de amor de un fan?
De repente, ambos miramos a la escalera tras escuchar un ruido. Se abrió la puerta y apareció el "gurú", el tipo de la barba blanca y el turbante. Pensé que la voz de la conciencia había convencido a Michael para que nos diera otra oportunidad, quizá menos formal. Cuando el mensajero estuvo ante nosotros, miró alrededor y dijo en voz baja "Hey tios, yo soy de Roma, pero Michael cree que soy Pakistaní... yo le dijo que coma arroz y él me paga un montón de dinero". Dicho esto desapareció y esa fue una de las veces que más me he reído en la vida.
Fuente: MJHideOut
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Un poco surrealista la historia no creen?? al leerla me deja un
mal sabor de boca, ya que, no deja en una posición muy buena a Michael ante los
ojos de los "no fans" que lean está historia/anécdota que de seguro
se la creen por completo, yo no me trago ni la mitad del relato en este
extracto del libro en el cual se habla de MJ de seguro de agregar uno que otra
cosilla por ay para darle más fantasía y no estoy diciendo que lo haga de mala
fe, es solo que sabiendo que cualquier cosas que sea relacionada con el rey
enganche, eso ni dudarlo. Lo del cocinero hindú, o paquistaní tengo entendido
que Mike si sabía su nacionalidad.
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