lunes, 19 de enero de 2015

Brad Sundberg comparte recuerdo con MJ / Brad Sundberg share memories with MJ


Pequeño extracto compartido en sus seminarios desde Japón:





He tenido el privilegio de visitar Tokyo Disneyland con mi familia. Michael y yo tuvimos muchas conversaciones sobre Disney a lo largo de los años, y sabía lo mucho que le gustaba el parque de Tokyo. Siempre es divertido... una diversión agridulce volver sobre sus pasos de vez en cuando y ver lo que él vio, y quizá lo que tenía en mente para Neverland. Tokyo Disneyland ha sido uno de esos pasos, así como lo fue el Tivoli en Copenhagen el pasado otoño. Michael y yo teníamos habilidades y talentos distintos pero compartíamos el amor por los parques temáticos.

Una de las cosas que cuento a veces en mis seminarios es sobre algunos proyectos que me encargó Michael y no pude completar. Michael compró una preciosa noria para Neverland, y me pidió que diseñara un sistema de sonido para ella.
“¡Quiero altavoces en cada asiento!” me dijo.

“Altavoces en cada asiento. Altavoces en cada asiento” Todavía puedo escucharle decirlo. “Brad, ¡quiero altavoces en cada asiento!”

No los quiero aburrir contando cómo cablear físicamente aquello y enviar sonido estéreo a los asientos que giran y giran y giran alrededor de un punto central, pero el cableado era complicado. Pensamos en usar un receptor de radio para cada cabina y un transmisor cerca del operador. Recordemos que Michael eligió personalmente la música para cada atracción, así que la noria tenía su propia música.

Las radios necesitarían baterías recargables, así que el operador tendría que cambiarlas todos los días o cambiar el juego completo por otro cargado. El precio subía y subía según aumentaba la complejidad y las posibilidades de que se rompiera. Al final hablé con Michael y le dije,
“Mira, podemos encontrar la forma de hacerlo, pero en mi opinión sería bonito que tú y tus invitados estuvieran en lo más alto de la noria, y escucharas la música de todo el parque y su eco por todo el valle. Es casi como una pausa, un momento para recobrar el aliento”. Por suerte, estuvo de acuerdo conmigo, y creo que fue la decisión correcta. A veces la música y la risa suenan mejor desde una pequeña distancia, en un lugar donde puedas disfrutarlo en el fresco de la noche.

Caminando por un lugar que sé que adoraba, como Tokyo Disneyland, esos momentos me invadían. Michael era más que un gran cantante o bailarín. Era más que un artista o un hombre humanitario. Era un tipo como yo que adoraba hacer feliz a la gente y le encantaba escucharlos reír. Le gustaba ver a la gente disfrutar de la comida que preparaban sus cocineros. Le encantaba regalar. Le encantaban las sorpresas, la amistad y la honestidad. Le encantaba ver a Bruce Swedien moverse al ritmo de una mezcla en el estudio. O ver a uno de los invitados de Neverland asustarse en él Sea Dragon. Cosas simples y cotidianas.

La semana pasada cené con un hombre de Tokyo. Nos regaló los más preciosos pájaros de origami, los hizo en un minuto. (...)

No le habría conocido de no haber sido por Michael.
Posiblemente no estaría en Osaka esta noche de no haber sido por Michael.
Quizá tendría un corazón más duro de no haber sido por Michael.
Puede que Disney, el origami y las norias no sean para hombres - pero no me importa. Sabía que él adoraba esas cosas y muchas más. Él hizo feliz a mucha gente. Se llama Michael Jackson, y era mi amigo. Te lo quiero presentar.


- Brad Sundberg


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