miércoles, 26 de noviembre de 2014

Michael, El Comerciante / Michael, The Merchant



MICHAEL, EL COMERCIANTE
 
Dennis y yo aprendíamos constantemente sobre lo que influía en Michael, en lo que se fijaba, lo que le movía. Íbamos a las tiendas y gastábamos miles de dólares en revistas comprando todo lo que se publicaba cada semana o mes para llevarlo al apartamento de Michael en Westwood, en Wilshire Corridor. Solo las personas muy allegadas a él sabían dónde vivía y el personal que trabajaba en el edificio tenía que firmar acuerdos de confidencialidad indicando que no le dirían a nadie su lugar de residencia.

Sentados en el suelo de moqueta con Michael, mirábamos página a página y cuando algo captaba nuestra atención, Michael nos decía que pusiéramos una “x” en la esquina de la foto para marcar el sitio.

“¿Por qué te detuviste ahí?”, preguntaba. Podía tratarse de un anuncio de coches, un color de labios o cualquier cosa. Este era el proceso educativo de Michael; en parte, método socrático, en parte actividad práctica. El arte de hacer preguntas y buscar respuestas ampliaba nuestro conocimiento sobre lo que motivaba a Michael. Él nos explicaba su punto de vista sobre cómo los medios intentaban controlar al público, cuando algo nos hacía detenernos y mirar, lo que significaba que funcionaba. Y raramente eran ropas lo que llamaba nuestra atención. ¿Qué color te hace detenerte? La pupila se dilata cuando ve el color rojo, por esa razón era el color favorito de Michael. ¿Qué texturas, que formas nos llamaban la atención en los anuncios? Fijarse en técnicas efectivas de marketing fue decisivo en nuestro proceso de diseño y nos ayudó a pensar con originalidad.

Michael Jackson iba sobre todo de moda de la calle. Le gustaba la alta costura pero también que su vestuario destacara; le gustaba la rebeldía. Lo peor que podías hacer, en opinión de Michael, era hacer combinar la corbata con el pañuelo del bolsillo. Significaba falta de personalidad ni habilidad artística, porque algún editor de revista o diseñador te decía lo que debías y lo que no debías llevar puesto.
Estábamos en máxima alerta sobre lo que era ‘tendencia’; porque eso era lo que Michael quería evitar. “Quiero que ellos me copien a mí”, decía mientras pasaba las páginas de las revistas. Y lo sentía a fondo. “Tengo que destacar entre las masas”.

Teníamos que saber lo que estaba pasando en ese preciso momento, de modo que pudiéramos pensar con antelación. Comprábamos en muchos mercadillos, comprando de todo lo que veíamos porque no sabíamos cómo iba a encajar en una prenda hasta que no lo probaras. Las lecciones de Michael nos impulsaron a Dennis y a mí como artistas porque mirábamos algo y pensábamos: ¿A dónde voy a llevar esto? ¿A dónde llevaría esto cualquier otra persona? ¿Se hará la gente esta pregunta? ¿Se darán cuenta? ¿Lo recordarán?

Michael no pensaba que era inteligente sacar consejos de las revistas de moda. Pensaba que los editores tomaban todas las decisiones sobre lo que todo el mundo debía llevar y no podía apoyar esa idea. La gente del mundo de la moda estaba siempre intentando vestirle y Michael decía: “No quiero ser un cartel publicitario andante para una casa comercial”.

Michael se tomaba su individualidad muy en serio. “Coge tu cámara. Vas a Londres por mí”, me dijo por teléfono un día de 1990. Michael estaba en la cima del éxito después de la salida de su álbum Bad. Incapaz de salir en público durante mucho tiempo sin atraer a una multitud, Michael quería que fuéramos sus ojos y oídos acerca de lo que se llevaba y se estaba anunciando en los medios. Pensaba que si un estilo estaba en una revista es porque ya se había pasado de moda. “Tienes que encontrar lo siguiente”. En su mente, Europa estaba por delante de los Estados Unidos en términos de arte, cultura y moda, por eso eligió Londres como punto de partida para nuestra visita de reconocimiento.

Mientras Michael se quedó en Los Ángeles, Dennis y yo pasamos una semana paseando por las calles de Londres, hablando con la gente en pubs empapados de alcohol, clubes punk-rock y restaurantes llenos de humo. Frecuentábamos menos los lugares más conservadores para evitar a los turistas y las cadenas de restaurantes, donde la gente que vestía de forma genérica acudía a las happy hours a tomarse dos pintas de cerveza. Lo que íbamos buscando era el Londres underground, los lugares subversivos donde la autoexpresión se impone causando impacto.

“¿Qué está de moda?”, preguntábamos a mujeres y hombres de todas las edades, aspecto y condición.

“Estamos esperando a ver lo que viene de Hollywood”, era la respuesta más común.

Desde Los Ángeles, Michael llamaba a nuestra habitación del hotel, impaciente por algún tesoro: “¿Qué han encontrado?”

“Mejor nos habría ido si hubiéramos salido a dar una vuelta por nuestro propio patio trasero”, le expliqué derrotado.

“Ah, bueno, diviértanse de todos modos y disfruten del resto del viaje. Cuando vuelvan, echaremos un vistazo en Melrose”.

No fue la única vez que Michael se equivocó pero al menos tenía un buen perder. Eso me recuerda a la primera chaqueta que Michael quiso que le hiciéramos en 1988, cuando pidió placas planas de metal que recorrieran a lo largo de la chaqueta, enganchadas unas a otras en varias direcciones, y por supuesto, placas de policía.
“No va a funcionar”, dijo Dennis.

“Por qué no?”, Michael no creía en “no puede” o en el “no”.

“Porque todas las partes del cuerpo son curvas”, explicó Dennis. “No hay líneas rectas. El cuerpo humano está hecho a base de curvas y si pones una pieza rígida de metal, sin forma, va a sobresalir. Las placas rígidas no se curvan con el cuerpo”.

Era una razón lógica, pero Michael no pensaba así. Dennis hizo la chaqueta de todos modos y la llevamos al estudio para que se la probara. Se miró al espejo mientras nosotros dos estábamos detrás de él. “Tenías razón”, fue todo lo que dijo Michael mientras se quitaba la chaqueta y nos la daba.

Después de eso, nuestra relación con Michael nunca fue forzada. Simplemente nos llamaba y decía: “Quiero un abrigo”. Y nosotros lo hacíamos. Nos ganamos su confianza y probamos nuestra credibilidad. Michael sabía lo que quería pero no sabía cómo hacerlo. Eso era cosa nuestra. A algunas personas les gustaban los resultados y otras los odiaban. Creo que Michael estaba más interesado en la gente que odiaba lo que llevaba puesto. Se fijaban. Prestaban atención.

Desde 1990 en adelante, Michael nos mantuvo tan ocupados que perdimos a los demás clientes. Muchos de nuestros amigos y colegas nos dijeron que deberíamos hacer que Michael firmara un contrato para convertirnos en sus diseñadores exclusivos, pero habría sido forzar la relación y si hacíamos de ella algo forzado, toda nuestra simbiosis artística se habría ido por la ventana.

 


LOS 7 PATRONES DE MICHAEL JACKSON

Cuando tuvimos su silueta hecha –herencia británica y militar-, vestir a Michael se convirtió más en el acabado de las ropas que en diseñar o cortar. Con algunas excepciones, se puede decir con seguridad que a lo largo de los veinticinco años de carrera trabajando con Michael, usamos los siete patrones básicos para todas sus ropas: El pantalón casual (Billie Jean, de pinzas, estilo años 40). El Levi’s 501 pantalón de baile. La chaqueta corta militar cortada a la cintura. Una chaqueta de traje. El chaquetón de “Beat It”, “Billie Jean” y “Thriller”. Una camisa para “Dirty Diana” y “Come Together”. Y una camisa casual de pana roja. De hecho, en 1985, Dennis tomó medidas a Michael y cortamos los patrones que se convirtieron en la base de nuestro día a día. Nunca le volvimos a probar de nuevo, principalmente porque odiaba las pruebas, y eso nos ahorraba tiempo a todos. Si no hubiéramos contado con el maniquí de Michael y sus medidas, nunca hubiéramos podido hacer sus trajes tan rápido como lo hacíamos.

Normalmente teníamos menos de cuatro semanas de tiempo. Casi siempre, Michael empezaba diciendo: “El tiempo no es nuestro amigo, Bush, pero necesito…”

Mientras salíamos por la puerta con el tiempo corriendo ya, Michael venía detrás susurrando: “Sé que puedes hacerlo por mí”.

Aquí estaba el artista más prolífico y exitoso del mundo y creía que yo podía hacer algo. Michael tenía esa forma de saber llegar a la gente que trabajaba para él y conseguir que hicieran su trabajo, especialmente esos trabajos que parecían imposibles. Era un maestro reclutando a la persona adecuada para lo que necesitaba hacer, quizás porque tenía una sorprendente habilidad para sentir el mayor potencial en los demás y obtener lo mejor de ellos. Dennis y yo, muy a menudo, nos quedábamos más tiempo de la cuenta porque sabíamos que podíamos cumplir con Michael y nuestra confianza en esa habilidad se basaba en la fe que Michael tenía en nosotros.

Si alguien decía “No” a Michael, él simplemente se apartaba de esa persona, pero “no” no estaba ni en mi vocabulario ni en el de Dennis cuando se trataba de vestir a Michael Jackson.

Cintura: 28 pulgadas – 71.1 cm
Manga:34.5in -87.63cm
Pecho: 36in -91.4cm
Tiro (de la entrepierna):32in – 81.2cm


Continuará el viernes…

No hay comentarios.:

Publicar un comentario