lunes, 17 de noviembre de 2014

El Enigmático / The Enigmatic



EL ENIGMÁTICO


Como todo profesor verdaderamente inspirador que quiere impactar a sus alumnos, los métodos de Michael para moldear nuestro proceso creativo eran discretos. Uno de sus movimientos más ingeniosos era hacer preguntas crípticas haciéndonos buscar una aguja en un pajar para resolver adivinanzas. Podíamos decir que él pensaba que era divertido desconcertarnos. Y, en un sentido, este juego alucinante fue una de las mejores maneras en que aprendimos de Michael. Solo que no lo sabíamos en aquel momento.

Una noche bastante tarde contesté al teléfono.

“Hay algo que todo el mundo puede reconocer. ¿Qué es?”

Oh, genial. ¿De qué demonios está hablando?

Unas veinticuatro horas después de esa primera llamada, nuestro teléfono sonó de nuevo.

“Bueno, ¿Qué se les ha ocurrido?” preguntó Michael.

“Umm, ¿Mickey Mouse?”, respondí. ¿Es la respuesta correcta?

“Bush, esa es una gran respuesta, pero eso no nos pertenece”.

“Oh”.

“Piénsalo bien. Hay algo con lo que todo el mundo puede identificarse. ¿Qué es?”

“¿Tu qué crees, Michael?” Me di por vencido.

“Bush, te estoy preguntando a ti”.

Como si Dennis y yo pudiéramos tener apetito después de recibir llamadas del Enigmático, acabamos saliendo a cenar esa semana. No sé cómo surgió tan rápido, pero en el momento en que bajé la vista en mi sitio, allí estaban: tenedor, cuchillo y cuchara. Ciertamente, todo el mundo los ha visto. Y eso es lo que le dije a Michael cuando le llamé esa noche.

“Genial, Bush. Ahora ponlos en una chaqueta para mí”.

MI pregunta inmediata para Dennis fue: ¿Cómo?

Ya había aprendido que no había razón para preguntar a Michael Jackson por qué. Él no sabía por qué. No había por qué. Era esa forma genuina de pensar que simplemente no podías explicar, de modo que era mejor aceptarla que luchar contra ella. Muchas veces salíamos de compras por mercadillos o donde fuera y nos quedábamos petrificados porque veíamos a Michael mirando a todas partes, con mirada penetrante y esperando que nos diéramos cuenta de lo que él estaba mirando. Muchas veces volvíamos al coche y Michael me sonsacaba: “Oh, Bush, ¿Viste eso?”

“Maldita sea, no. Me lo perdí”.

“Oh, tienes que volver”, decía, abriendo la puerta del coche y empujándome fuera. Michael nos estaba entrenando para llegar a su mente, para conocer su mente a un nivel visceral.

Tratar de enseñarnos sobre lo que influía a Michael, en lo que se fijaba, era una invitación a conocer lo que le movía. Ese aprendizaje tuvo lugar observando las reacciones de Michael ante la ropa que le hacíamos. Teníamos que prever sus necesidades y también pensar con originalidad, pero el criterio final para crear las prendas de Michael estaba claro para nosotros solo después de fijarnos en su entusiasmo cuando las llevaba puestas. 

Cuando Michael se ponía la Chaqueta de Cenar, se sentía cautivado por el tintineo de los utensilios de metal, porque la cubertería de plata capta la luz y suena como las llaves en un llavero. Visual y audiblemente, la chaqueta le proporcionaba un factor de entretenimiento. Le ofrecía un efecto especial en sí misma. Que Michael pudiera manejar ese efecto él mismo, hacía la chaqueta incluso más divertida.




LAS CUATRO LETRAS (F) DE VESTIR A MICHAEL JACKSON

ADECUADO (Fit): El material tiene que ser brillante, elástico, adaptable a la figura pero poroso. Nada voluminoso. La finalidad era adaptar su ropa para que pudiera apreciarse y facilitar su coreografía.

FUNCIÓN (Function): Trabajar con el movimiento de Michael significaba que la ropa debía ser capaz de estirarse. Además, los pantalones anchos no se consideraban funcionales porque tapaban sus pies y causaban tropiezos.

DIVERSIÓN (Fun): Desde la tela que hacía ruido al frotarse, las cremalleras vistosas a los sonidos metálicos, a Michael le encantaban todos. Vestir con ellos era una opción y moverse con ellos era divertido para él. Brillo, exuberancia e incluso electricidad no solo eran bien recibidas en el guardarropa de Michael, sino un factor definitivo en él.

VANGUARDIA (First): Pensar más allá del límite, necesitabas un billete de avión para volver de nuevo a la normalidad. Nuestro pensamiento era: “¿Qué es lo que Michael no ha llevado puesto, qué es lo que no le hemos puesto todavía?”. Nunca queríamos hacer lo mismo dos veces.
 continuará…

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