sábado, 16 de agosto de 2014

El amor de Michael Jackson por el Claqué / The love of Michael Jackson by Claqué




Michael Jackson quería aprender a bailar claqué. Hace unos 10 años le pidió a Debbie Allen que le ayudara a encontrar a un buen profesor de claqué. “Cuando me pidieron que buscara al mejor profesor de claqué, elegí a Paul Kennedy. Sabía que Paul sería discreto. Michael y Paul vinieron a mi casa donde tengo un estudio”, recuerda Allen.

“Tenía la seguridad de que Michael entrenaría y trabajaría al máximo de su creatividad, pero nada en él estaba dentro de los parámetros establecidos como normales. Era un extraordinario viaje creativo verle perfeccionarse. Michael era bueno. Venía del mismo mundo que Sammy Davis y podía aprenderlo todo. Mi suelo tiene todavía sus huellas. Yo cuidaba del pequeño Prince (el hijo mayor de Jackson) durante las clases y solíamos ir a menudo a la cocina a comer pan de maíz. Michael era un fan de Fred Astaire y Astaire un fan de Michael. Sentían mutua admiración. No fue una sorpresa que tuviera tanto éxito”, dice Allen.

Las clases tuvieron lugar por la noche, normalmente una o dos veces por semana durante un tiempo, hasta que la agenda de Michael se puso demasiado complicada.

De acuerdo con Allen, la madre de Jackson, Katherine, le llevó a Broadway a ver sus espectáculos: “Sweet Charity” y “West Side Story” y recuerda que Janet también asistió. A Katherine le gustaba Broadway y se aseguraba de que sus hijos vieran muchos espectáculos.

Cuando Paul Kennedy se puso enfermo y no pudo asistir más a las clases con Jackson, llamó a Dormeshia Sumbry-Edwards para decirle que Jackson estaba buscando un profesor/coreógrafo de claqué y le animó para que se entrevistaran.

Sumbry-Edwards es una consumada bailarina de claqué que se preparó en el estudio de Kennedy y fue la única mujer bailarina de claqué en el musical de Savion Glover: “In ‘Da Noise, Bring in ‘Da Funk”. Está considerada una de las mejores bailarinas del mundo y muchos la consideran la primera.

Jackson hizo volar a Sumbry-Edwards hasta Paris para la entrevista en 1997.
Michael le hizo muchas preguntas: “¿Puedes bailar como los Nicholas Brothers o Fred Astaire? ¿Cómo de rápidos puedes mover los pies?”. Michael se tumbó sobre su estómago con la cabeza muy cerca de los pies de ella y dijo: “¿Cómo haces salir todos esos sonidos de tus pies? Hazlo otra vez tan rápido como puedas. ¿Puedes enseñarme a hacer eso?”, recuerda Sumbry-Edwards.

Sumbry-Edwards no supo si conseguiría el trabajo hasta dos años después. Pueden imaginar la sorpresa cuando levantó el teléfono en su casa y Jackson estaba al otro lado. “¿Cómo estás?” preguntó antes de invitarle a trabajar con él. Ella explicó que estaba terminando “Noise/Funk” (1999) y estaba embarazada. Él le pidió que se pusiera en contacto con él cuando terminara y estuviera preparada. Unos meses después, lo estaba.

“Trabajábamos en todas partes y en cualquier momento; en Los Ángeles un par de veces pero principalmente en Las Vegas cada fin de semana”, dice Sumbry-Edwards. Ella cogía el vuelo del viernes por la noche, trabajaba el sábado y el domingo y ese último día volvía a Nueva York en el vuelo nocturno. Esto duró unos dos meses. También trabajaron aquí y allá entre Las Vegas, Los Ángeles y West Palm Bech, Florida.

“Mientras estábamos en el estudio éramos solo él y yo y pude conocerle como persona”, dice Sumbry-Edwards. “Estaba al tanto de todo: problemas mundiales, religión, familia y todo lo que pasaba dentro y fuera del mundo del espectáculo. Era un hombre y un padre con una gran relación con sus hijos”.

Después del 11 de septiembre, Jackson llamó a Sumbry-Edwards y le ofreció llevar a su familia entera a California durante dos semanas mientras trabajaban. (Sumbry-Edwards está casada con el bailarín de claqué Omar Edwards y trabajan en el Estudio de Claqué de Harlem. Tienen dos hijos, Jeremiah y Ebony que trabajó en “Billy Eliot.”) Tenían una agenda variable pero su familia disfrutó del tiempo en California, en West Palm Beach, Florida y en su rancho. “Michael nos invitaba a cenar y mientras se preparaba la cena, nuestros niños jugaban con los suyos antes de nuestras sesiones”.

Jackson estaba ocupado haciendo muchas cosas y cuando trabajaban lo hacían aproximadamente unas cuatro horas al día. “Michael sabe exactamente lo que quiere”, dice Sumbry-Edwards. “La mayor parte del tiempo era sin música pero una vez puso una canción que Janet había grabado y dijo que era su favorita. Dijo que le gustaba el sentimiento y quería hacer algo con ese sentimiento”, recuerda Sumbry-Edwards.

“¿Qué ves aquí?”, recuerda Sumbry-Edwards que Jackson le preguntaba cuando necesitaba su ayuda en la coreografía. “Él me respaldaba y me dejaba crear”, dice Sumbry-Edwards. “Él hacía algunos cambios y después yo los trabajaba. Era un perfeccionista y en cuatro horas podíamos trabajar cuatro compases. No avanzaba hasta que estaba completamente cómodo con un movimiento. De ese modo lo interiorizaba y lo hacía parte de sí mismo. Lo pulía antes de continuar. Vi la pasión en su trabajo; muy intensa”.

“A veces, Blanket (el hijo pequeño de Jackson) llegaba hasta el estudio. Durante los últimos dos años trabajamos en el estudio de su casa de Las Vegas. Una vez estábamos armando alboroto los dos y Blanket estaba en la puerta riéndose. Ese fue un momento especial para nosotros dos; fue adorable tenerle allí.
Michael amaba el claqué. Le gustaban los Nicholas Brothers y Fred Astaire. Estaba seguro de lo que quería. Amaba el ritmo. Se sentaba y miraba”.

Jackson trabajó y aprendió claqué. Aprendió la técnica durante dos años antes de pasar a otra cosa. Aprendió el ABC del claqué: ejercicios de arrastre, paddle and roll, cramp roll, pull backs, draw backs, clean time steps… Hicieron todo lo básico.

Casi siempre, Sumbry-Edwards llegaba al estudio temprano, se ponía los zapatos y calentaba mientras le esperaba. Cuando Jackson entraba, no la interrumpía sino que se sentaba y la observaba. Cuando terminaba, él decía: “¡Guau! Ese ritmo es genial”, y a veces quería incorporar sus improvisaciones a lo que estaban haciendo.

Sumbry-Edwards considera a Jackson como uno de los mayores artistas mundiales. “Michael ha inspirado a bailarines durante décadas”, dice Sumbry-Edwards. “En 2009, aún hay aspirantes a artistas que están estudiando a Michael”. La última vez que Sumbry-Edwards trabajó con él fue en septiembre de 2008.

Aunque no muchos lo sabían, Michael Jackson amaba el claqué.

Fuente: Melbasdance







Aquí un video de MJ bailando claqué


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