sábado, 21 de marzo de 2015

Ese, El del Espejo / That One in the Mirror



¡¡¡Hola amigos!!! Aquí de vuelta con una reflexión muy hermosa escrita por el propio Michael Jackson parte del libro Dancing the Dream, espero que la disfruten y reflexión acerca de este mensaje y porque no mirarnos al espejo y ver lo que hay en nuestro interior.

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Yo quería cambiar el mundo, así que me levanté una mañana y miré al espejo. La persona que se reflejaba dijo, “No queda mucho tiempo. La tierra está atormentada por el dolor. Los niños están hambrientos. Las naciones están divididas por la desconfianza y el odio. Por todas partes el aire y el agua han sido ensuciados más allá de lo soportable. ¡Haz algo!

El que está tras el espejo se siente muy enfadado y desesperado. Todo parecía un desorden, una tragedia, un desastre. Decidí que él debía tener razón. ¿No me sentía yo también terriblemente mal por estas cosas, como él? El planeta estaba agotándose y malgastándose inútilmente. Imaginar la vida en la tierra sólo la próxima generación me hizo sentir pánico.

No era difícil encontrar gente buena que quisiera resolver los problemas de la tierra. Mientras escuchaba sus soluciones, pensaba, “Hay tantos buenos deseos aquí, tanta preocupación”. Por la noche, antes de ir a dormir, el del espejo me miró seriamente. “Ahora llegaremos a alguna parte”, declaró. “Si todo el mundo cumple su parte.”
Pero todo el mundo no cumplió su parte. Alguno lo hizo, pero, ¿estaban deteniendo la marcha de los acontecimientos? ¿Habían resuelto el dolor, el hambre, el odio y la polución? Sabía que no. Cuando me levanté por la mañana, el del espejo me miró confundido. “Quizás es desesperanza”, susurró. Entonces una mirada sigilosa asomó a sus ojos y encogiéndose de hombros dijo “Pero tú y yo sobreviviremos. Al menos estamos bien.”

Me sentí extraño cuando él dijo eso. Había algo muy mal allí. Un sospechoso desmayo me asaltó, de un modo tan claro como nunca antes lo había hecho. ¿Qué pasaría si el que se reflejaba en el espejo no era yo? Él se siente alejado. Ve los problemas “desde fuera” para ser resueltos. Puede que lo sean, puede que no. El seguirá adelante. Pero yo no siento así. Esos problemas no son “desde fuera”, en realidad. Los siento dentro de mí. Un niño llorando en Etiopía, una gaviota debatiéndose patéticamente en un vertido de aceite, un gorila siendo cazado despiadadamente, un joven soldado temblando de terror cuando escucha los aviones sobrevolando: ¿No me suceden a mí cuando veo y escucho sobre estas cosas?

La siguiente vez que miré al espejo, mi reflejo había empezado a desaparecer. Era sólo una imagen, después de todo. Me mostraba una solitaria persona encerrada en un envoltorio de piel y huesos. “¿Alguna vez pensé que eras yo?” Empecé a preguntarme. No estoy tan apartado ni asustado. El dolor de la vida me afecta, pero la alegría de vivir es más fuerte. Y solo eso podrá curar. La vida es la cura de la vida y lo más que yo puedo hacer por la tierra es ser su niño querido.
El del espejo se estremeció y se revolvió. No había pensado tanto acerca del amor. Ver “problemas” era mucho más fácil, porque el amor significa una completa honestidad. ¡Ay!

“Oh, amigo,” le susurré “¿Piensas que se pueden resolver los problemas sin amor?” El del otro lado del espejo no estaba seguro. Habiendo estado solo tanto tiempo, no confiando en otros y otros no confiando en él, provoca una tendencia en uno mismo a desvincularse de la realidad. “¿Es el amor más real que el dolor?” preguntó.
“No puedo prometer que así sea. Pero podría serlo. Descubrámoslo.” Le dije.
Toqué el espejo con una sonrisa. “No estemos solos nunca más. ¿Serás mi compañero? Escucho como comienza una danza. Ven.” El del otro lado del espejo sonrió tímidamente. Se estaba dando cuenta de que podíamos ser los mejores amigos. Podíamos ser más pacíficos, más cariñosos, más honestos el uno con el otro cada día.

¿Cambiaría eso al mundo? Creo que sí. Porque la Madre Naturaleza quiere que seamos felices y la amemos mientras atendemos a sus necesidades. Ella necesita personas sin miedo a su lado, cuyo coraje venga de formar parte de ella, como un niño que es lo suficientemente valiente para echarse a caminar porque su madre le sostiene en sus brazos para no caerse. Cuando ese del espejo está lleno de amor hacia sí mismo y hacia mí, no hay lugar para el miedo. Cuando teníamos miedo y pánico, dejamos de amar nuestra vida y nuestro planeta. Desconectamos. ¿Así cómo va a poder alguien ayudar a la tierra si se siente desconectado? Quizás la tierra nos esté diciendo lo que quiere y por no escuchar, caemos en nuestro propio miedo y pánico.

Una cosa sé: Nunca me siento solo cuando soy un hijo de la tierra. No me tengo que aferrar a mi propia supervivencia hasta el punto en que me doy cuenta de que, día tras día, toda la vida está en mí. Los niños y su sufrimiento, los niños y su alegría. La marea en el océano subiendo bajo el sol; los animales estallando con la absoluta alegría de estar vivos.
Este sentido de “El mundo soy yo” es como siempre quiero sentirme. Ese del espejo tiene sus dudas a veces. Así que soy comprensivo. Cada mañana toco el espejo y susurro, “Oh, amigo, escucho una danza. ¿Serás mi compañero? Ven.